Edith Bernabé, la joven científica de Oaxaca que lucha para curar la tuberculosis

Originaria de la Mixteca, desde donde migró para abrirse camino en la ciencia, la joven ha realizado estancias en casi una decena de instituciones de prestigio, donde ha sumado expertos que colaboran en su investigación para aislar y clonar una bacteria para combatir dicha enfermedad

Edith Bernabé, la joven científica de Oaxaca que lucha para curar la tuberculosis.
Edith Bernabé, la joven científica de Oaxaca que lucha para curar la tuberculosis. Fotos: Juan Carlos Zavala
Sociedad 20/07/2023 07:45 Actualizada 08:17

Oaxaca de Juárez.— Los duraznos, los cerezos, los ciruelos y las plantas ornamentales que sembraban sus abuelos rememoran la infancia de Edith Bernabé Pérez, joven científica oaxaqueña cuyas investigaciones en genética y clonación arrojan resultados positivos encaminados a la creación de un nuevo antibiótico capaz de curar la tuberculosis.

Sus estudios además muestran que la proteína que ha desarrollado también efectos antimicrobianas en el streptococcus, bacteria que causa enfermedades como faringitis, neumonía, infecciones de la piel y de las heridas, entre otras; y en el staphilococcus, bacteria que ocasiona infecciones en la sangre, en la piel, los huesos y los pulmones.

La relevancia de sus estudios por encontrar un antibiótico para curar la tuberculosis se fundamenta en que la bacteria que la provoca cada vez adquiere mayor resistencia hacia los medicamentos que existen, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en 2017 publicó una lista de las principales bacterias que se encuentran en un nivel crítico porque representan un problema de salud pública, y que si no se atiende, podría convertirse en una pandemia.

En el caso de la tuberculosis las cifras son alarmantes, a lo que se suma que se trata de una enfermedad que se extiende en diferentes continentes, principalmente en Asia y en África, pero también en América. En el mundo aproximadamente 4 mil personas mueren al día a causa de esta enfermedad y 700 más se enferman diariamente. 

En Oaxaca, por ejemplo, se han reportado 760 casos sólo en lo que va del 2023.

“Tuberculosis es una de las bacterias más antiguas que no ha podido ser erradicada, actualmente sí existen antibióticos para tuberculosis; sin embargo, esta bacteria se está volviendo cada vez más resistente porque los medicamentos ya no pueden matarla”, explica la científica oaxaqueña.

Edith Bernabé Pérez nació en San Martín Huamelulpam, una población del distrito de Tlaxiaco en la región Mixteca de Oaxaca. Su infancia, relata, la vivió con sus abuelos, porque su madre entonces debía trabajar para aportar económicamente a la familia.

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“Fue una infancia bonita para mí, siempre estuve alrededor del campo. Siempre me han gustado mucho los árboles, las plantas, mi familia se dedicaba a la agronomía y yo estuve presente en todos esos procesos”.

La Química, la Biología y la Ciencia le atrajeron desde sus estudios básicos, y le gustaba participar en los proyectos de ciencia, elaborar maquetas de la célula, las observaciones en el microscopio del laboratorio escolar.

Pero fue hasta el bachillerato que Edith decidió dedicarse a la ciencia. Su intención, recuerda, era estudiar biotecnología o ingeniería genética, pero ante sus posibilidades económicas decidió estudiar Ingeniería Química en el Instituto Tecnológico de Oaxaca (ITO), donde la materia de microbiología fue clave para decidir y persistir en estudiar genética y biotecnología.

Con ese camino trazado, la joven comenzó ha realizar estancias académicas en instituciones de prestigio como el Laboratorio de Genética del Desarrollo del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) en Irapuato; el Laboratorio de Diagnóstico Molecular de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca; el Laboratorio de Síntesis y Secuenciación de ADN de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); el Laboratorio de Ecología Molecular de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; el Laboratorio de Microbiología del ITO y en el Laboratorio Open-Lab. Todas ellas hoy son colaboradoras de su investigación sobre la proteína para curar la tuberculosis.

Actualmente Edith tiene la maestría en Desarrollo Regional y Tecnológico por el ITO y el doctorado en Biomedicina Experimental por la UABJO.

Un camino de obstáculos

El trayecto que Edith ha recorrido ha sido sinuoso y no duda en reconocerlo, por el contrario.Para la joven es necesario que se hable de las desigualdades y las triples desventajas que enfrentan mujeres como ella, originarias de una comunidad indígena. Explica que venir de una poblaciñon donde no se cuenta con todos los recursos la ha llevado a tener que migrar, primero hacia la ciudad de Oaxaca y posteriormente realizar otros contactos con otros investigadores.

“Venir de una comunidad indígena, sí lo recalco, porque no siempre tenemos esa información sobre cómo elegir esas instituciones que nos brindan estos apoyos para poder desarrollar investigación. Desafortunadamente también, no ha habido suficiente recurso por parte de las instituciones, no ha habido tanto apoyo con respecto a programas que nos puedan, en mi caso, financiar estas salidas o estas visitas a otros institutos”, detalla.

Edith explica que ante un panorama adverso, fue su propia convicción la que permitió que no desistiera en el camino, pues reconoce que “sí ha sido difícil el trayecto hasta el momento".

"El primer contacto que he tenido, fue con un laboratorio que se llama Open-Lab de la Ciudad de México, ellos fueron los primeros que interactúe para poder tomar cursos, conocer que había programas como clubes de ciencia donde podía integrarme e ir adquiriendo nuevos conocimientos, de estas nuevas tecnologías, que aquí en Oaxaca no las tenemos. Ese fue el primer encuentro para poder salir hacia otros lugares para poder expandir un poco más los conocimientos y afrontar a estas limitantes”, narra.

Tras ese acercamiento, agrega, estuvo en condiciones de hacer las colaboraciones con otros institutos y cada vez fue un poco más fácil realizar este tipo de colaboraciones con doctores y especialistas. “Fue así como fui avanzando".

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—¿Cómo es para una mujer indígena abrirse paso en este mundo de la ciencia?—, se le cuestiona.

— Ha sido difícil, sobre todo si hablamos de omunidades donde las mujeres no tienen esa posibilidad de poder salir. Es más, muchas mujeres ni siquiera saben que pueden estudiar una maestría o un doctorado, no saben que pueden ser financiadas por parte del Conacyt para abrirse paso hacia el mundo de la investigación.

"Ha sido muy limitante en el sentido de ser mujer y ser indígena. A mí sí me gustaría que todo este conocimiento que se genera en el área de investigación, y más que conocimiento, todas estas oportunidades que a mí se han dado en el trayecto, poder compartirlas, llevarlas hasta esas comunidades donde se hablan la lenguay se mantiene la cultura. Que sepan que hay algo más fuera de esa comunidad, para que se puedan desarrollar en el ámbito de la ciencia y la tecnología, en idiomas, en diversas cuestiones”, señala.

El nacimiento de una cura

La bacteriocina, proteína antibiótica que Edith Bernabé Pérez ha encontrado en sus investigaciones, nace de una bacteria que vive en el suelo y fue aislada de la rizosfera del maíz. En ella se encontró que generaba un halo de inhibición, es decir, que mataba a todos los microorganismos a su alrededor y por ello dedujó que podía funcionar como un antibiótico.

Entonces la joven científica oaxaca inició el proceso para clonarla:
“La manipulamos, le extraemos el ADN con diferentes técnicas de laboratorio, con reactivos que nos permiten poder separar ese material, y ya que la tenemos pura, la podemos usar para diferentes fines, una de ellas es clonarla”.

Cuando Edith habla sobre sus hallazgos se tiene la certeza de que se está escuchando a una experta. Así lo indica la seguridad de su voz y la elección precisa de cada una de sus palabras.

“Este material genético se corta con unas tijeras y es el que se codifica para la bacteriocina, para el antibiótico, entonces lo saco y lo meto a E. coli, que es mi receptor y me sirve como vector para que lo integre en su genoma. Ya que lo tengo adentro me permite estudiarlo, me permite saber si puedo producirlo 5 gramos, o 10 gramos de esta proteína y ya entonces poder evaluarla, que sería el primer nivel que se realiza cuando se tienen nuevos antibióticos”, narra entusiasmada.

En estos meses Edith Bernabé Pérez ha realizado también la evaluación de la proteína sobre cepas de streptococcus y staphilococcus, algunos provenientes de alimentos y de otra bacteria resistente a antibióticos, donde han tenido resultados efectivos.

Con la tuberculosis actualmente está realizando la evaluación sobre 20 aislados clínicos, y lo cual tarda por lo menos tres meses en crecer. Desde el día 1 de la inoculación hasta saber si funciona, el proceso tarda aproximadamente tres meses.

“Ahorita nos encontramos en la fase de evaluación. Sin embargo, con otros aislados si hemos podido ver la actividad inhibitoria”, adelanta.

Edith sabe que los resultados de su trabajo son esperanzadores, un diagnóstico que es compartido por una decena de expertas y expertos que participan junto con la  oaxaqueña en las investigaciones, como la doctora Simpson Williamson June Kilpatrick del Laboratorio de Genética del Desarrollo del Cinvestav, la doctora Lucía Martínez de la UABJO, el doctor Paul Gaytán Colín del Instituto de Biotecnología de la UNAM, Verónica Quintero Hernández del Laboratorio de Ecología Molecular Microbiana y Luis Javier Toledo Flores del Laboratorio de Microbiología del ITO, entre otros. Todos ellos esperan que una nueva cura contra la tuberculosis esté por asomarse y corone todos los años de trabajo que iniciaron con la curiosidad de aquella niña que creció entre duraznos y cerezos en la Mixteca oaxaqueña.

 

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