El mazateco, la lengua que no sólo se habla y se canta, también se silba
Los chiflidos son parte de la comunicación que emplean desde niños, incluso fuera de su tierra
Huautla de Jiménez.- Como si quisiera darle un beso al viento, Luciano Pineda aprieta los labios y emite un potente silbido, sus cachetes se desinflan y el sonido explota entre el espesor de la sierra mazateca. A metros de distancia alguien responde de manera corta y sonora, también chiflando.
El dialogo sigue, locutor e interlocutor interactúan a lo lejos. Parecen haber llegado a un acuerdo: viene el silencio. Minutos después, ambos personajes terminan montados en una camioneta Nissan, en la que, junto con unos 25 jóvenes más, emprenderán un viaje desde la localidad de San Martín de Porres hasta la cabecera municipal de Santa María Chilchotla, ahí dejarán de ser ellos para convertirse en chaxo’ó, los hombres que brotan del ombligo de la tierra.
En la región Cañada todos saben que el mazateco no sólo se habla o se canta: también se silba. Las grandes distancias entre montañas y cuevas, a las que el internet y telefonía móvil no han logrado invadir por completo, se cortan a la velocidad del sonido.
“Nuestra lengua es tonal, por eso se puede traducir a los silbidos. Es más, esta forma de comunicación podría ser hasta otra variante de la lengua”, explica el maestro mazateco Marcelo Pastor.
Viaje sonoro
El viaje de San Martín a Chilchotla dura unos 30 minutos, entre caminos de terracería e imponentes montañas, los chaxo’ó, o huehuentones, personajes centrales de las festividades de Día de Muertos, liderados por Luciano, hacen bromas en su lengua natal.
En cada una de las comunidades que están a su paso se detienen, ríen y silban, así explican hacia donde van e invitan a los vecinos a unirse. No hace falta hablar.
“Entre comunidades desarrollamos un lenguaje propio, todos entendemos los silbidos; tienen una traducción al mazateco. Es importante decir que esta forma de comunicarse es para diálogos cortos”, detalla Andrés Pineda, promotor de la cultura mazateca, oriundo de San Martín.
En los terrenos accidentados de la Cañada, sobre todo en las comunidades más alejadas, donde el WhatsApp y otras redes sociales no son “lujo” para todos, el silbido resulta más funcional para comunicarse. Aunque esta práctica antiguamente era exclusiva de los hombres, ahora mujeres y niños chiflan para darse a entender, lo hacen de manera natural.
“Antes predominaban las prácticas machistas, se pensaba que la mujer no podía chiflar, pero ahora, a veces, ellas lo hacen con más potencia”, explica Andrés.
“Según algunas pruebas que hemos hecho, dependiendo de la potencia del silbido, nos podemos entender estando hasta a un kilómetro de distancia (...) es mucho más fácil si la persona con la que quieres comunicarte está en el cerro de enfrente que abajo, porque el sonido es lineal”, detalla.
Lenguaje de vivos y muertos
De acuerdo con el promotor de la cultura mazateca, esta forma de comunicación sólo existe formalmente en cuatro partes del mundo: las Islas Canarias, Francia, Trurquía y México. En el país la Cañada sobresale, todos sus habitantes son capaces de entender esta forma de comunicación.
“Los chiflidos también permiten que en el exterior, fuera de sus comunidades, los mazatecos se comuniquen, incluso así se pueden alertar de algún peligro porque nadie más los entiende”, detalla.
Tras bromas y un alegre camino, Luciano y su grupo de huehuentones, Chajma Son San Martín, finalmente llegan a su destino. En unos minutos se revisten con máscaras, sombreros, hupiles y calzones de manta para dejar de ser seres de este mundo y dar paso a las almas del inframundo.
Ya en medio del baile y la música —porque los muertos vienen a celebrar— los huehuentones lanzan un grito y rechiflan, al mismo tiempo rompen la distancia y el silencio: en la Sierra Mazateca los muertos silban la vida a toda hora.