La voz de Elvira, por lo pronto, ha llegado a espacios desde donde puede difundir este mensaje. Actualmente es oficial de Políticas y Membresía para América Latina y el Caribe de Girls Not Brides, la alianza global para terminar con el matrimonio infantil.
Ha sido ese trabajo a favor de las mujeres lo que la ha llevado a ser integrante de la Red Nacional de Abogadas Indígenas, de la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas y de la Comisión de Niñez y Juventud del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas (ECMIA).
Fue en ese contexto que fue nominada por ECMIA y seleccionada como parte del Beijing+25 Youth Task Force, un grupo de trabajo de ONU Mujeres que nació en 2020 y está compuesto por 30 líderes jóvenes de todas las regiones del mundo, quienes representan “su diversidad e interseccionalidad” y que trabajan a favor de sus derechos para que éstos formen parte de la discusión global.
Gracias a ello, Elvira tuvo intervenciones dentro del Foro Generación de Igualdad, realizado entre México y Francia del 29 al 31 de marzo, como una representación de los jóvenes que a causa de la pandemia no pudieron asistir.
“Hay de diferentes regiones del mundo. Somos parte de organizaciones civiles, movimientos, redes, pueblos y mujeres indígenas, LGBT y activistas” explica.
Para Elvira, estas iniciativas son un logro colectivo que reconoce tanto el activismo y trabajo que han hecho, como el respaldo de las organizaciones. “Es una gran responsabilidad cuando te toca hablar en representación de las juventudes y llevar las principales preocupaciones y demandas”, confía en entrevista. Estos espacios, argumenta, donde la voz de jóvenes y mujeres puede ser escuchada de forma directa son necesarios porque continuamente se ven “discursos y planes”, pero se necesitan ver acciones y presupuesto para realizarlas.
Foto: Carlos Mejía /EL UNIVERSAL
“Tenemos muchas preocupaciones. La principal es que los jóvenes estén en los espacios de toma de decisión. Los temas con más fuerza son la violencia de género, que es algo que se debe atender urgentemente, derechos sexuales y reproductivos, el derecho al aborto y a la educación, pues ha sido notable en esta pandemia la deserción escolar y la falta de conectividad que tienen las comunidades indígenas”, detalla.
Nuevos espacios. Elvira es consciente de que ella, una mujer indígena, tenga participación en estos espacios se debe a un proceso de construcción colectiva.
“Soy parte de organizaciones que trabajan a nivel local, nacional e internacional. Llegar a estos espacios tiene que ver con el trabajo articulado, de lucha y esfuerzo de pueblos indígenas, como es el Foro Permanente de las Cuestiones Indígenas. En la organización también trabajamos con nuestras mayoras, es un proceso intergeneracional para fortalecernos como juventudes indígenas, ya que es mejor dar una voz colectiva que una individual. Los espacios internacionales no siempre tienen efectos inmediatos en lo local, pero influyen en los compromisos que hacen nuestros países”, indica.
La necesidad de todos estos espacios, abunda Elvira, se debe a que existe un problema de desigualdad estructural muy grave que limita a los jóvenes en las comunidades originarias.
“Conozco a jóvenes y niñas que hacen un trabajo muy importante y no logran acceder a oportunidades o no pueden seguir estudiando. Muchas veces ves truncados sus sueños por el tema de la violencia y la pobreza. Tener un espacio donde puedan acceder los jóvenes a diferentes oportunidades y derechos cambiaría el panorama”, dice Elvira sobre este trabajo, que es mayormente voluntario.
“Ante este entorno desigual y de violencia, las juventudes tienen mucho que aportar.
“Nuestras voces son valiosas. Tenemos propuestas que importan y el derecho de hablar y estar inconformes. Hagamos uso de los espacios a los que tengamos acceso.
“Garantizar nuestros derechos no es un favor el Estado, tiene la obligación de hacerlo”, dice.