En Temascal, los niños cantan para que no muera la lengua mazateca de Oaxaca

Desde hace 20 años la escuela bilingüe “José Vasconcelos”, donde estudian alumnos que habitan islas del norte del estado, enfrenta el reto de resistir a la segregación que dejó la imposición del español y para hacerlo cambió su sistema de enseñanza y adoptó “La norma de escritura en mazateco”

En Temascal, los niños cantan para que no muera la lengua mazateca de Oaxaca
En Temascal, los niños cantan para que no muera la lengua mazateca de Oaxaca. Fotos: Edwin Hernández
Sociedad 21/02/2024 08:55 Antonio Mundaca Actualizada 08:55

Soyaltepec.- Desde la colonia El Polvorín, niñas y niños indígenas y mestizos de San Miguel Soyaltepec ven todos los días las aguas de la presa Temascal, un lago gigante rodeado a lo lejos de cerros verdes y, de cerca, de murallas de granito ceñidas por alambres y acero. 

En lo alto, donde se encuentra la escuela primaria bilingüe “José Vasconcelos”, los estudiantes también miran los embarcaderos, donde hay lanchas de motor y canoas viejas. Algunos viven en el centro de este municipio ubicado al norte de Oaxaca, pero muchos otros viajan kilómetros muy de mañana desde islas adentro, para llegar al único centro escolar que busca rescatar el mazateco, una lengua en riesgo de desaparecer en la región y que en Oaxaca hablan 146 mil 928 personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Contra la segregación 

José Francisco Galán Pérez, director de la institución, recibe a EL UNIVERSAL en una de sus aulas. Es hijo de Francisco Galán Villar, autor de libros de texto gratuito en lengua mazateca distribuidos por la Secretaría de Educación Púbica (SEP) desde 1993. El salón está a medio pintar, tiene ventanales gigantes y cuadros con la historia mítica de los “xitainíma,ha shuta enima”, “gente buena del monte”, como se autodenominan los mazatecos en su lengua. 

La escuela, ubicada a 463 kilómetros de la capital oaxaqueña, da clases a 250 menores y es la primera primaria bilingüe dentro de un circuito de educación inicial de 36 instituciones de primaria, secundaria y media superior de la región del Papaloapan, en la frontera con Veracruz. También es la única en la cabecera municipal.

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Es por ello que para los 36 mil 554 habitantes de Temascal,  como también se nombra a la cabecera de Soyaltepèc, se ha convertido en un bastión para conservar la cultura de los “Naxijen”, lengua mazateca de la presa abajo. Aunque al principio, relata el profesor, fueron aislados por los mestizos que los llamaban “la escuela de los indígenas”, por ser la única en enseñar la lengua originaria. 

Dice Galán Pérez que para existir, además de enfrentar la discriminación, profesores tuvieron que capacitarse con diplomados en escritura indígena fuera del sistema formal, pues aunque varios entendían el mazateco, no sabían escribirlo y menos enseñarlo. En su caso, él se reconoce como alguien que dejó su lengua porque de niño sufrió segregación y por eso ahora impulsa su resurgimiento.

No es el único, por el contrario, se trata de un problema estructural: 95% de estudiantes que llegan son monolingües y sólo hablan español, a pesar de que sus padres, madres o abuelos son mazatecos.

“Igual que muchos de los niños de esta escuela, yo tuve que salir del interior de la presa para aprender español y después perdí la lengua materna, porque la estructura está diseñada para eso. En nuestras aulas tenemos apenas un par de niños por grado que habla mazateco enseñado en sus casas”, dice.

Eso por eso que para que niñas y niños aprendan con dignidad y orgullo una lengua que padece la extinción, ha tenido que innovarse la enseñanza dentro del colegio. Una desaparición que se aceleró cuando el gobierno federal inundó la mazateca baja en 1959, para construir el proyecto hidroeléctrico “Miguel Alemán”.

Español o castigo

Como director y creador del Instituto Municipal de Lenguas Indígenas, Jorge Dolores Aldeco impulsa el mazateco, sobre todo la variante de Soyaltepec. Dice que la inundación dispersó a los pueblos y separó a los mazatecos: los que viven dentro del embalse, aislados y obligados a salir para trabajar, y los otros, los que fueron desterrados a Veracruz. En ambos casos, todos fueron obligados a hablar español.

“Los maestros que venían de la Ciudad de México o de la ciudad de Oaxaca no querían que habláramos mazateco; cuando lo hacíamos, nos daban cocotazos”, relata.

Él ahora es un profesor jubilado de 75 años que dedica su vida al resguardo y la investigación de la lengua. Fue hace cinco años cuando inició el rescate formal en su municipio, con la creación de una escuela de enseñanza de mazateco, proyecto que funciona sin instalaciones propias, dentro del ayuntamiento.  En ese espacio pretende hacer un acervo lingüístico de la variante de la mazateca baja, que además de Soyaltepec, se habla en San Pedro Ixcatlán y San José Independencia, otros municipios inundados por la presa.

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Pero el logro más importante es “La norma de la escritura en mazateco”, un libro que es el primero en su género en Oaxaca y que se logró después de muchos años de investigación, en el que participaron profesores, lingüistas y antropólogos. Su nacimiento se fecha hace 13 años, cuando el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali) normalizó la escritura de varias lenguas en el país, y en el que los mazatecos participaron con un borrador que hoy llega a sectores más amplios. Se trata de un texto profundo que estudia y revisa las variantes también de los hablantes de la mazateca alta, que incluye municipios como Huautla de Jiménez y las que se hablan en Veracruz o Puebla, donde se aglutinan otros 100 mil mazatecos más, además de los de Oaxaca.

 

El racismo de una lengua nacional 

“La norma del mazateco fue establecida hace 70 años, en el sexenio de Lázaro Cárdenas. La hicieron extranjeros que estudiaron las lenguas de todo México, en una época donde los acusaron de espías y los querían juzgar. Tuvo que ser así porque, desgraciadamente, en México había una corriente de pensamiento heredada por José Vasconcelos que pretendía una sola lengua nacional y esa idea era profundamente racista y todavía permanece, pero a través del alfabeto fonético internacional y sus investigadores, con cantantes, poetas y escritores, se logró entender nuestras lenguas y sus variantes”, detalla el profesor Jorge Dolores.

Este docente jubilado también impulsó un diplomado para enseñar esta norma que ha servido a la escuela de El Polvorín y que logró el respaldo del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) en 12 zonas escolares, en las que se seleccionaron a dos profesores de cada una, de entre 800 maestros bilingües, y durante un año les enseñaron a escribir el mazateco apoyados por el Instituto Lingüístico de Verano en México, una organización estadounidense especializada en estudios de lenguas indígenas. 

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“Tenemos que revivir nuestra lengua materna, que los profesores ahora sean multiplicadores, acabar con eso que piensan muchos jóvenes y que no le enseñan mazateco a sus hijos porque hubo malos maestros que les hicieron creer que hablar una lengua indígena no les sirve”, dice con vehemencia.

Cantar para que viva la lengua 

En el centro de la primaria “José Vasconcelos”, que paradójicamente lleva el nombre de aquél que les arrebató la lengua, las niñas y los niños cantan el Himno Nacional en mazateco. El murmullo de sus voces se dispersa en la montaña y en la presa. Hacen honores cívicos en español, pero de pronto rompen el protocolo: “Es el baile del conejo”, español primero, mazateco después. La actividad es parte de la enseñanza bilingüe. Incluye, cantos, polcas, adivinanzas, poemas cortos, toque de bandera.

La encargada del proceso es la Comisión de Lengua Bilingüe, liderada por la profesora de tercer grado Inés Margarito Pedro, una de quienes asistió al diplomado de la norma de escritura en mazateco, pues sabía hablarlo, pero no escribirlo. Ahora traduce, hace poesía, adivinanzas y les enseña a los estudiantes a través del juego. Entre cantos, dice que cada día son más los pequeños que quieren hablar su lengua materna.

“Cuando empezamos, nuestro temor era que no les gustara a los padres, la resistencia a reconocerse como hablantes del mazateco está arraigada. Mis padres sólo hablaban lengua indígena, mi familia en Loma Colorada apenas habla español. Ahora entre cantos estamos enseñando de nuevo nuestras raíces a los niños”, dice Inés Margarito, quien confiesa que habla más mazateco que español y que siente como si hubiera despertado. Que los tonos, los sonidos y la escritura le han devuelto la esperanza en que la lengua de sus abuelos no morirá.

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Así ha sido la existencia de esta escuela que tiene más de 20 años, tiempo en el que, afirma la maestra, se fueron modificando sus formas de enseñanza y se dejaron atrás sistemas pedagógicos tradicionales, que, a través de la imagen y repetición, pulverizan la lengua materna e imponen una idea del mundo sistematizado.

Es por eso que la profesora le pide a las niñas y niños que canten. Y ellos lo hacen. “Queremos hablar bonito como habla usted”, le dicen en coro los de primer año.

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