En lo alto, donde se encuentra la escuela primaria bilingüe “José Vasconcelos”, los estudiantes también miran los embarcaderos, donde hay lanchas de motor y canoas viejas. Algunos viven en el centro de este municipio ubicado al norte de Oaxaca, pero muchos otros viajan kilómetros muy de mañana desde islas adentro, para llegar al único centro escolar que busca rescatar el mazateco, una lengua en riesgo de desaparecer en la región y que en Oaxaca hablan 146 mil 928 personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Dice Galán Pérez que para existir, además de enfrentar la discriminación, profesores tuvieron que capacitarse con diplomados en escritura indígena fuera del sistema formal, pues aunque varios entendían el mazateco, no sabían escribirlo y menos enseñarlo. En su caso, él se reconoce como alguien que dejó su lengua porque de niño sufrió segregación y por eso ahora impulsa su resurgimiento.
No es el único, por el contrario, se trata de un problema estructural: 95% de estudiantes que llegan son monolingües y sólo hablan español, a pesar de que sus padres, madres o abuelos son mazatecos.
Como director y creador del Instituto Municipal de Lenguas Indígenas, Jorge Dolores Aldeco impulsa el mazateco, sobre todo la variante de Soyaltepec. Dice que la inundación dispersó a los pueblos y separó a los mazatecos: los que viven dentro del embalse, aislados y obligados a salir para trabajar, y los otros, los que fueron desterrados a Veracruz. En ambos casos, todos fueron obligados a hablar español.
“Los maestros que venían de la Ciudad de México o de la ciudad de Oaxaca no querían que habláramos mazateco; cuando lo hacíamos, nos daban cocotazos”, relata.
Él ahora es un profesor jubilado de 75 años que dedica su vida al resguardo y la investigación de la lengua. Fue hace cinco años cuando inició el rescate formal en su municipio, con la creación de una escuela de enseñanza de mazateco, proyecto que funciona sin instalaciones propias, dentro del ayuntamiento. En ese espacio pretende hacer un acervo lingüístico de la variante de la mazateca baja, que además de Soyaltepec, se habla en San Pedro Ixcatlán y San José Independencia, otros municipios inundados por la presa.

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“La norma del mazateco fue establecida hace 70 años, en el sexenio de Lázaro Cárdenas. La hicieron extranjeros que estudiaron las lenguas de todo México, en una época donde los acusaron de espías y los querían juzgar. Tuvo que ser así porque, desgraciadamente, en México había una corriente de pensamiento heredada por José Vasconcelos que pretendía una sola lengua nacional y esa idea era profundamente racista y todavía permanece, pero a través del alfabeto fonético internacional y sus investigadores, con cantantes, poetas y escritores, se logró entender nuestras lenguas y sus variantes”, detalla el profesor Jorge Dolores.

“Tenemos que revivir nuestra lengua materna, que los profesores ahora sean multiplicadores, acabar con eso que piensan muchos jóvenes y que no le enseñan mazateco a sus hijos porque hubo malos maestros que les hicieron creer que hablar una lengua indígena no les sirve”, dice con vehemencia.
En el centro de la primaria “José Vasconcelos”, que paradójicamente lleva el nombre de aquél que les arrebató la lengua, las niñas y los niños cantan el Himno Nacional en mazateco. El murmullo de sus voces se dispersa en la montaña y en la presa. Hacen honores cívicos en español, pero de pronto rompen el protocolo: “Es el baile del conejo”, español primero, mazateco después. La actividad es parte de la enseñanza bilingüe. Incluye, cantos, polcas, adivinanzas, poemas cortos, toque de bandera.
La encargada del proceso es la Comisión de Lengua Bilingüe, liderada por la profesora de tercer grado Inés Margarito Pedro, una de quienes asistió al diplomado de la norma de escritura en mazateco, pues sabía hablarlo, pero no escribirlo. Ahora traduce, hace poesía, adivinanzas y les enseña a los estudiantes a través del juego. Entre cantos, dice que cada día son más los pequeños que quieren hablar su lengua materna.
“Cuando empezamos, nuestro temor era que no les gustara a los padres, la resistencia a reconocerse como hablantes del mazateco está arraigada. Mis padres sólo hablaban lengua indígena, mi familia en Loma Colorada apenas habla español. Ahora entre cantos estamos enseñando de nuevo nuestras raíces a los niños”, dice Inés Margarito, quien confiesa que habla más mazateco que español y que siente como si hubiera despertado. Que los tonos, los sonidos y la escritura le han devuelto la esperanza en que la lengua de sus abuelos no morirá.

Así ha sido la existencia de esta escuela que tiene más de 20 años, tiempo en el que, afirma la maestra, se fueron modificando sus formas de enseñanza y se dejaron atrás sistemas pedagógicos tradicionales, que, a través de la imagen y repetición, pulverizan la lengua materna e imponen una idea del mundo sistematizado.
Es por eso que la profesora le pide a las niñas y niños que canten. Y ellos lo hacen. “Queremos hablar bonito como habla usted”, le dicen en coro los de primer año.