“Tuvimos que buscar el sustento familiar para los hijos y seguir adelante, pero mantenemos la esperanza de regresar a nuestros huertos de café”. Quien habla es
Gerardo (quien pidió cambiar su nombre debido a las amenazas que ha recibido) cuenta que para él y su familia ha sido imposible retornar a su hogar, a sus huertas de café y sobre todo a su comunidad. Ahora, vive en una pequeña casa sin servicios, en condiciones no dignas.
“Veníamos a trabajar una temporada acá y luego regresamos a trabajar en lo propio, pero ahora eso ya no es posible. Los cultivos se quedaron en el total abandono, porque cuando llueve los cafetales se hacen monte y es imposible rescatarlo ahora”, lamenta.
Con la muerte de Andrés Martínez López y el ataque a tres a sus hijos, el 26 de diciembre del 2020, todo cambió. De manera repentina las balas se replegaron sobre el pueblo y la violencia los comenzó a perseguir hasta hoy, sin que haya justicia por parte del Estado, ni acciones que les garanticen sus derechos humanos.
Cuando un grupo armado roció las balas sobre Tierra Blanca Copala, el primer refugio para Gerardo, su esposa y sus hijos fue con familiares en una comunidad cercana a la suya, luego se fue al plantón en la Ciudad de México por unos meses y finalmente a San Quintín. Y lo que era un trabajo temporal como antes se convirtió en permanente, sin retorno hasta ahora.
A falta del resguardo del estado, las familias han sido doblemente desplazadas de un lugar a otro, primero por la violencia, luego por falta de sustento. “A lo que el Estado mexicano le está apostando es al desgaste de los desplazados para exigir sus derechos, por lo que muchas familias han emigrado a otros lugares y a otros territorios”, dice uno de los integrantes de la mesa política del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (MULTI), quienes acompaña a las familias en su reconocimiento como víctimas de desplazamiento forzado.
Por ejemplo, en la recomendación 279/2022, la CNDH logró demostrar que existen violaciones a derechos humanos, que el Estado mexicano cometió con las familias, antes, durante y después del desplazamiento. Sin embargo, estos no han sido reparados.
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Apenas en el mes de noviembre el Poder Judicial volvió a confirmar la sentencia a favor de las familias desplazadas, para garantizar la seguridad en su retorno. Pero las víctimas que participan en las mesas de trabajo han señalado que no ha habido ninguna continuidad, sólo se han citado para escuchar los pliegos petitorios de las organizaciones internas de la comunidad triqui baja, donde se sitúa el conflicto.
“El Estado no está haciendo nada para atender el proceso. Hay medidas dilatorias tanto del gobierno federal como del gobierno estatal. A cuatro años de aquel desplazamiento, el único rostro del Estado mexicano ha sido el de la simulación, la persecución política, la intimidación, la represión, la fabricación de carpetas de investigación, la discriminación, los engaños y la apuesta al desgaste. Si el gobierno mexicano no cumple con las medidas cautelares, entonces las víctimas tendrán que recurrir al caso de fondo ante la Corte Interamericana y continuar con la lucha social”, sentencia Horacio Santiago, integrante de la dirección política del MULTI.
En tanto, Gerardo junto a su familia, al igual que otras 143, esperan sin perder la esperanza de regresar a su comunidad, de donde huyeron de las balas disparadas por un grupo de personas que hasta el momento no han sido identificadas por las autoridades de justicia.
“Exhortamos al gobierno mexicano que actúe conforme a derecho como mexicanos y de un pueblo originario y así podamos regresar al lugar”, añaden las familias desde distintos refugios.
Se trata de una exigencia no solo del pueblo triqui. Según un informe de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO), del mes de octubre, sólo entre los años 2020 y 2023, en el territorio oaxaqueño se registraron 156 expedientes de queja y cuadernos de antecedentes, con un conteo de 5 mil 499 víctimas de desplazamiento forzado interno, la mayoría de ellas son de comunidades indígenas.