Hambre, deportaciones y violencia. El calvario que viven miles de migrantes para cruzar Oaxaca

Edín Leticia y su pequeña hija de 12 años, que vienen de Honduras, deambulan en la zona céntrica de Tapachula, luego de ser arrestada ahora busca como ganar algo

Hambre, deportaciones y violencia. El calvario que viven miles de migrantes para cruzar Oaxaca. Foto: Especial
Sociedad 18/12/2024 19:27 Alberto López Morales / Corresponsal Actualizada 19:29

Juchitán. – Edín Leticia caminó al lado de su familia durante 40 días desde Tapachula, fue arrestada por agentes migratorios en esta ciudad juchiteca del Istmo de Tehuantepec, pero antes, pasó hambre, durmió en la intemperie bajo el frío y la lluvia y fue deportada enferma.

“La vida del migrante es muy dura”, dice. Para conocer esa dureza, cada quien tiene que vivir su propia experiencia, comenta la mujer quien dejó su país, Honduras, en septiembre y se enlistó en la caravana que salió de Tapachula, el cinco de noviembre, justo el día de la elección en EU.

Hoy, en el Día Internacional del Migrante, Edín Leticia y su pequeña hija de 12 años, y su pequeña mochila “curtida por el sol y el viento”, caminan sin rumbo en las cercanías del parque Bicentenario, de Tapachula, donde fue regresada hace cuatro días por los agentes migratorios.

Los de Migración nos detuvieron a 14 personas en Juchitán, cerca de un lugar donde venden bloques de cemento y arena, y nos vinieron a dejar aquí (Tapachula), sin dinero ni para comer, menos para regresar a Honduras

Edín, su esposo e hija, no saben qué hacer. ¿En Honduras, vive mi mamá, pero cómo le haremos para ir a verla si no tenemos dinero ni trabajo? ¿Intentar otra vez el viaje a Estados Unidos? Estoy enferma, mi familia tiene los pies hinchados, desgarrados, sin ánimos para volver a caminar.

whatsapp_image_2024-12-18_at_7.12.45_pm.jpeg

La familia Alvarado Hernández, abandonó Honduras en busca de oportunidades de empleo. Allá mi esposo era jornalero, ganaba al día y yo vendía algunas cosas de aquí y allá y toda la familia tomó el viaje a Guatemala para llegar a México.

Edín Leticia, con un profundo sentido religioso de la vida, agradece a Dios que ella nunca vivió la violencia en su trayecto a lo largo de 500 kilómetros desde Tapachula a Juchitán. “Escuché muchas historias de asaltos, de secuestros y de violencia, gracias a Dios, no los vivimos”, confiesa.

Con la misma fortaleza espiritual, ella dice que le pide Dios que proteja y acompañe a su hijo mayor, a su nuera, a sus dos hermanos y cuñadas, en el viaje hacia el norte del país. Ellos siguen adelante. Ya les avisé que a nosotros nos regresaron a Tapachula, indica.

Al igual que ella, cientos de migrantes deambulan en la zona céntrica de Tapachula, buscando emplearse en cualquier actividad para ganar algo y juntar el pasaje, otros, siguen caminando en las carreteras Panamericana, Transístmica y Costera, y coronar su esfuerzo llegando a Oaxaca.

Temas Relacionados
Migrantes Oaxaca

Comentarios