Sentada sobre un plástico azul, Edith es de las pocas personas que llegó sin venir preparada para una espera de 24 horas. La mujer no tiene en qué sentarse, ni una cobija para resguardarse del viento.
— ¿Por qué decidió venirse tan temprano?, se le pregunta a Edith, quien ocupa la segunda posición de una fila que a las 6 de la tarde ya superaba las 800 personas.
— Porque había mucha desinformación, joven. No sabíamos cómo iba a estar la logística de todo esto, entonces para no quedarnos sin vacuna, pues arriesgamos a venirnos desde esa hora, contesta la mujer desde el suelo de cantera verde.

En su caso, Edith explica que es su madre de 68 años quien recibirá la vacuna, por eso no le importó que cuando llegó a formarse sólo había una persona antes y por horas nadie les informó ni confirmó cómo sería el proceso de aplicación de las dosis.
Tras horas y horas de espera, por la tarde los encargados de la logística les informaron a los integrantes de la fila que se respetaría el orden y la lista que ellos mismos organizaron, decididos a que nadie quiera meterse a la fila sin pagar su tiempo de penintencia.
La decisión de Edith y otros como ella que esperan el alba para que arranque la vacunación se debe a que sus adultos mayores confían plenamente en ellos. La madre de Edith, por ejemplo, espera la vacuna con ansia.
“Ella confía mucho en lo que nosotros le decimos. Que necesita vacunarse y aceptó bien, por eso es que estamos aquí”, dice Edith, mientras espera al familiar que llegará a relevarla entrada la noche.
Mientras llega el momento, la fila se ha convertido en una especie de hermandad. Están quienes lamentan la falta de organización, pero la suplen dedicándose a poner orden. Otros están inmersos en libros o dispositivos electrónicos, decididos a aprovechar el tiempo con la lectura.
Otros, más previsores, esperan incluso con instrumentos musicales, como un hombre adulto que toca la vihuela para pasar el rato. “Se aburre uno mucho, 24 horas sin hacer nada”, dice cuando se le cuestiona cómo pensó en traerla mientras aguarda el turno de la dosis para su madre de 85 años. Él es de los pocos que guarda la sana distancia.
“Dijeron cuando pasaron que van a aplicar sólo mil vacunas cada uno de los 3 días y a mí ya me tocó después de la ficha 800, seguro los que lo alcancen se quedarán hasta pasado mañana”, dice un hombre de 33 años que está en la parte media de la fila que ha dado la vuelta a la manzana de la plaza, se extiende por avenida Independencia y alcanza Hidalgo y Galeana, luego de que Servidores de la Nación corrigieron el trazo.
“Aquí hay gente que hasta le pagó a los empleados para venir a hacer fila y hay otros que se están enterando. Dicen que ni Murat (el gobernador) sabía que ya iba a arrancar en la capital, imagínese a la gente”, dice este funcionario de gobierno quien hace fila para su abuelo y trabaja en una dependencia estatal, por lo que pide no revelar su identidad.