
En territorio oaxaqueño, el proyecto se efectuó entre febrero y septiembre de 2021, con jóvenes de las regiones Mixteca, Costa y Valles Centrales.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2020 en Oaxaca habitaban 4 millones 165 mil 619 personas, de las cuales, un millón 240 mil 207 eran jóvenes de entre 12 y 29 años, lo que representa 32.6% de la población.
El estudio se centró en cuatro ejes fundamentales: el arte como medio de vida, la producción y transformación de alimentos, proyectos de economía social y organizaciones civiles.
“Cada región tiene sus particularidades. Por ejemplo, en la Costa las juventudes laboran principalmente en el sector hotelero”, apuntan.

En la parte diagnóstica fueron consultados 220 jóvenes, quienes compartieron información sobre sus contextos particulares. Los resultados del estudio serán publicados en junio.
En las tres regiones mencionadas, apunta Sikanda, las juventudes enfrentan un mercado laboral formal muy restringido y con dinámicas de discriminación, en una lógica que privilegia “la blancura”.
“No hay un reconocimiento equitativo que considere la trayectoria familiar y comunitaria de las juventudes”, detallan.
El estudio apunta a que las y los jóvenes comienzan sus trayectorias laborales desde muy temprana edad, sumándose en su mayoría a negocios y labores familiares; no obstante, esta experiencia no es considerada cuando “entran a competir” en el mercado laboral formal.
En la Costa, insisten, la oferta formal está orientada mayormente al turismo; sin embargo, las nuevas generaciones tienen una alta conciencia ambiental, pues están involucradas en proyectos de conservación, así como sociales.
“Para las juventudes, el modelo turístico que se promovió hace unas cuatro décadas no es ideal, es digno de debatir, pues quienes trabajan en ese sector no tienen las prestaciones suficientes, mientras que el impacto social y ambiental de esas actividades y lugares no siempre es positivo”, destacan.

Según el Inegi, durante el primer trimestre de 2021, en el estado había un millón 851 mil 937 personas (60.2%) que formaban parte de la población económicamente activa (PEA).
Las y los jóvenes, precisa la organización, son capaces de distinguir prácticas discriminatorias, muchas de las cuales alcanzan principalmente a las mujeres, quienes además de tener menores oportunidades se enfrentan a procesos de contratación que suelen tener características machistas.
“Muchas de ellas argumentan que como parte del proceso de selección los encargados piden llevarlas a comer, situaciones que no enfrentan sus contrapartes masculinas”.
De la población económicamente activa en Oaxaca, un millón 65 mil 347 personas (57.2%) son hombres, mientras que 786 mil 590 (42.4%) son mujeres, de acuerdo con el Inegi.

Pese a la precariedad de los salarios en los trabajos informales, éstos sostienen familias enteras y ante la ausencia de éstos en pandemia, las mujeres tuvieron que iniciar pequeños emprendimientos y tejer redes para subsistir económicamente.
“Las mujeres además se encargan de actividades domésticas, lo que las pone en desventaja porque limita sus oportunidades para su formación económica y conseguir empleo”, explica Sikanda.
“La violencia basada en el género ha mostrado un incremento, derivado de la mayor presencia de los varones en el espacio doméstico en el contexto del confinamiento en casa, lo que incluye la violencia sexual”, señala la activista.

Aunque en Oaxaca hay 570 municipios, sólo cuentan con planteles de educación media superior aquellos que rebasan los 2 mil 500 habitantes, de acuerdo con la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Mientras que la Coordinación General de Educación Media Superior y Superior, Ciencia y Tecnología, apunta que hay 770 planteles para este nivel educativo en la entidad.
La SEP agrega que en el ciclo 2020-2021, durante la pandemia por Covid-19, la mayor afectación en el sector educativo se registró en el nivel medio superior, con tasas de decrecimiento de 2.27% con respecto al ciclo 2018-2019, y de 3.24%, en comparación con el ciclo escolar 2019-2020.
“Las y los jóvenes de comunidades que cambiaron sus lugares de residencia para poder estudiar, durante la pandemia regresaron a sus comunidades de origen. Por una parte, tuvieron que fortalecer la unidad familiar, los negocios, las labores domésticas. Pero muchas personas decidieron abandonar la escuela y permanecer en sus comunidades”, detalla Sikanda.
El Inegi puntualiza que dentro de los principales motivos de no inscripción se encuentran situaciones relacionadas con el Covid-19 (35.9 %), falta de recursos económicos (25.7 %) y porque tenían que trabajar (18 %).
La organización señala que pese a lo poco alentador del panorama de la deserción escolar, las y los jóvenes buscan alternativas de crecimiento desde sus comunidades.
Tras el estudio y la evaluación que presentará Sikanda, también hará recomendaciones a las autoridades, que incluyen reconsiderar el uso del espacio público, pues los parques y sitios deportivos fueron cerrados durante la pandemia.
“Estos espacios son vitales y su cierre aumentó los efectos negativos del encierro. Hay que motivar la participación de los jóvenes en estos espacios y la inversión oficial en los mismos”, señala la organización.
Asimismo, Sikanda propone crear políticas públicas para el cuidado y la asignación de las tareas domésticas, que suelen recaer principalmente en las mujeres jóvenes.

La organización agrega que es muy urgente la pertinencia y vitalidad de la economía social y solidaria, es decir, impulsar proyectos comunitarios y cooperativas que sirvan para fortalecer la economía de las comunidades, sobre todo durante los momentos de crisis, como el de la pandemia.