Más Información
Pero documentos históricos refieren más de 120 accidentes fatales en la historia de esta región, que parece vivir un ciclo constante de luto y tragedia.
Uno de los accidentes con más mineros fallecidos en esta zona data del 31 de enero de 1901, en la mina El Hondo, donde murieron 141 trabajadores. En 1907 hubo una nueva tragedia que enlutó a 108 familias. El 31 de marzo de 1969, en las minas de Barroterán 2 y 3 murieron 153 mineros. El más reciente, Pasta de Conchos, donde fallecieron 65 mineros, y el pozo 3 de Binsa, en el ejido Sabinas, donde murieron 14 hombres en 2011.
El padre de Angélica fue minero y siempre dijo a su familia que Dios se lo iba a llevar cuando quisiera llevárselo.
Con esa mentalidad, Jaime Montelongo también se lanzó a los pocitos de carbón. Empezó a trabajar en ello desde los 14 años, relata su hermana, quien ha estado en el campamento con las familias desde el miércoles pasado, cuando ocurrió el accidente. Ha llevado comida para las familias y espera todo el día por alguna información.
“Siempre decía que le iba a tocar cuando le fuera a tocar”, recuerda Angélica sobre Jaime, el único de los hermanos que siguió los pasos de su padre.
“Aquí sabemos que cualquier día salimos con los pies por delante”, dice don Antonio Cabriales, minero retirado y padre del minero atrapado Mario Alberto Cabriales.
Una temporada se fue a una fábrica, pero no le gustó. “Ya no quiero ir”, dijo y se fue a buscar trabajo en los pocitos. “Lo que les gusta hacer, lo van a hacer, aunque les digan que es peligroso”, dice la esposa, Hilda Alvarado.
Lo mismo cuenta la familia de Jaime Montelongo. Él ya se había pensionado, pero un año después decidió volver a trabajar. Sabía que era peligroso y había filtraciones de agua. Decía que renunciaría en unos días. Ahora sus hijos, también mineros, ayudan en las labores para rescatar a su padre y a los otros.