Oaxaca de Juárez.– El sitio es una casona del Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca que funciona parecido a una vecindad. En su interior, los diferentes espacios son ocupados por familias, emprendedores, comerciantes y hasta abogados. Al fondo de la casa, Luis Cuevas se afana en la limpieza  y otros jóvenes, entre ellos, las integrantes de Xare Alive, en la colocación del sonido que se resuelve con poner una de las bocinas sobre una lavadora.

Las sillas están dispuestas y la procesión de los asistentes inicia con media hora de retraso, pero no hay prisa. Nadie apura. Son espectadores y también participantes.

Mitote empieza, como fue su origen, con una lectura de una parte del libro Los gángsters del futuro, leída por su autor Rodrigo Islas, que a su vez sirve como presentación; le sigue el periodista Renato Galicia con una crónica que ha construido al paso del tiempo, que crece conforme avanza. En la música participa Xare Alive. Contrario a lo que la palabra sugiere, los decibeles son bajos para no molestar a los vecinos. Este espacio se constituyó como un foro en el que las personas, escritores, periodistas, pueden leer sus textos o  de otros autores; también para la música y otros proyectos.

La propuesta surgió hace seis meses, cuando Luis Cuevas abrió el taller-galería Tlacuilo, en cuya apertura se realizó una lectura en voz alta a propuesta de un amigo, Amaury Sánchez, quien había trabajado como director editorial de una revista.

La respuesta a esa lectura mostró que había gente interesada, que tenía textos propios y necesitaba un espacio para poder leerlos. A partir de ahí, Luis y Amaury compartieron su experiencia con Jorge Luis González y los tres decidieron hacerlo nuevamente y generar un proyecto a largo plazo.

“Los tres somos amantes de la lectura y de los libros, quizá sí hay algunos espacios pero son un poco más elitistas, como para autores consolidados. Sí hay algunos en Oaxaca, pero nos dimos cuenta que no  abren las puertas a cualquier persona”, relata Luis Cuevas.

Un mitote, un ritual

El nombre Mitote surgió de ideas al azar, buscaban algo relacionado con la palabra hablada,  la lectura, los libros. De la ganadora, cuentan los fundadores, les gustó su concepción  relacionada al desmadre, al alboroto y a la fiesta. 

Al investigar su raíz, encontraron que engloba muchos significados y la mayoría de ellos coincidentes con sus objetivos; incluso, como una disrupción del arte apropiado y definido por las élites.

Así descubrieron su origen náhuatl, que hace alusión a un ritual y un espacio donde los tepehuanes se reunían clandestinamente para celebrar sus ceremonias religiosas, de las que  los españoles pretendieron despojarlos para convertirlos al cristianismo. Algo tal vez similar, a las élites que imponen el arte, sus espacios y su precio.

“Es generar un espacio para escucharnos entre oaxaqueños y poner sobre la mesa ciertas problemáticas que hay a partir de la expresión de cada uno de la gente que participan”, agrega Jorge Luis González

En Mitote han participado periodistas, artistas plásticos, comerciantes, artesanas, pedagogos, educadores, músicos. La mayoría de la gente que ha participado es oaxaqueña y aunque eventualmente han asistido  foráneos o turistas, es un foro de y para la población local.

“Mitote tenía que ver con una cuestión de flexibilidad de la palabra, que podía entrar tanto en foros públicos como en espacios privados. El mitote como tal,  era un ritual sagrado,  los tepehuanes fueron una de las culturas más evangelizadas, pero irónicamente es la que más ha conservado sus rituales y una forma de conservarlos fue el mitote”.

Aunque hay una coincidencia interesante con esta acepción de la palabra, la intención de Mitote es cumplir una función social y no la de generar un “circuito intelectual”, en el que se pueda hablar y escuchar.

Entre agosto y diciembre de 2021, Mitote llegó a su cuarta edición en su primera temporada. Para 2022 “ya lo que venga”, afirman sus fundadores.

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