
Como resultado de este nuevo proceso de selección, seis delegaciones nunca antes consideradas para compartir su identidad y tradición llegan este año a la llamada “Rotonda de las Azucenas”, tres de ellas en este primer lunes. San Lucas Ojitlán es la primera.
Lo anterior porque, de acuerdo con el lingüista Víctor Manuel Vásquez Castillejos, titular de la Secretaría de las Culturas y Artes (Seculta Oaxaca), este año la Guelaguetza busca volver a su esencia como una celebración “de y para los oaxaqueños”, por lo que “tiene que ser inclusiva y protagonizada por las culturas vivas del estado”.
Y eso es precisamente lo que busca Ojitlán: gritar con su baile que son un pueblo vivo. Ataviadas con un huipil rojo, trabajo de manos expertas, las mujeres se desplazan descalzas en el escenario, mientras los varones las alcanzan enfundados en un traje blanquísimo de manta.
Para Patricia Hilario Contreras y Juan Estillado Padilla, presentadores y bailarines de Ojitlán, su presentación es el pago de una deuda histórica que el gobierno de Oaxaca, desde su centralidad, tenía pendiente con un pueblo que pese a los agravios institucionales se ha mantenido en resistencia.

También, afirman, es una reivindicación que no sana, pero alivia la herida que esta comunidad chinanteca mantiene abierta desde hace medio siglo, luego de que a partir de 1972 miles de indígenas chinantecos fueron desplazados forzosamente por el gobierno federal para la construcción de la presa Cerro de Oro en este municipio de la región de la Cuenca del Papaloapan y que 50 años después continúan su lucha para que se les cumpla la promesa de entregarles nuevas tierras.
“Es un orgullo poder traer nuestro baile por primera vez, nuestro pueblo está contentísimo, muy feliz de esta oportunidad de mostrar nuestra gran riqueza cultural. Nadie se había atrevido a mostrar un baile propio de nuestro municipio. Había faltado apoyo de nuestras autoridades, no había existido interés, no le habían querido apostar a la cultura”, agrega la presentadora.
Que las 35 personas que integran esta delegación, así como las de las comunidades de San Felipe Jalapa de Díaz, ambas de la Cuenca del Papalopan; Santa María Teopoxco y San José Tenango, de la región Cañada y Santa Maria Tonameca y Santa Lucía Ocotlán, las dos del pueblo zapoteco, pero originarias de la Costa y los Valles Centrales, respectivamente hayan llegado a la Guelaguetza no es casualidad.
Asegura que con esa idea durante las evaluaciones que tuvieron lugar en mayo pasado, se tomaron en cuenta a las 16 culturas, además de los pueblos afromexicano y a mestizo. Finalmente, en esta edición se presentan 14 de dichas naciones originarias, a excepción de los cuicatecos e ixcatecos, cuyas lenguas están por desaparecer.
