“Me acuerdo mucho que mi mamá decía: ‘Yo aprendí a usar la máquina porque tu abuela me obligó’. Cuando yo aprendí me gustó y empecé a hacer otras cosas como lapiceras y bolsitas junto con mis hermanas. Mi mamá me decía que tenía mucha paciencia para coser”, recuerda Marlene.
A mediados del año pasado, el Covid-19 fue implacable con la familia López Gijón y todos se sumaron a los 108 mil 801 casos confirmados de la enfermedad en la entidad, hasta el 11 de febrero. Marlene, su mamá y uno de sus primos fueron los tres casos más graves en el núcleo familiar, por lo que el pequeño negocio que habían empezado a raíz de la pandemia de coronavirus, tuvo que parar.
El duelo que dejó la pérdida del pilar de su hogar en la familia López Gijón aún no termina; no obstante, Marlene, su papá y sus hermanas, consideraron esencial asistir a terapia para poder procesar lo sucedido.
Como Marlene, muchas personas que perdieron a familiares o personas importantes a consecuencia de los contagios de SARS-CoV-2, buscan acompañamiento sicológico.
“Una de las consecuencias del Covid-19 en mi salud es la ansiedad. En la terapia nos recomendaron, como parte del proceso, regalar o donar las pertenencias de mi mamá; renovar los espacios donde ella acostumbraba a estar”, detalla.
Junto con sus hermanas decidió conservar algunas prendas de vestir de su madre, entre ellas, las de textiles tradicionales que María Magdalena elaboró en la máquina donde todas aprendieron a coser.

Foto: Cortesía
Sobre la terapia, opina que es muy importante recibir ayuda en el proceso de pérdida. “Todas las personas llevamos de manera diferente el duelo, yo lo he visto en casa. Somos tres hermanas, pero cada una ha trabajado su duelo de diferente manera.
“Como personas hagamos esa reflexión, que todas las personas somos diferentes y reaccionamos diferente ante la pérdida de alguien y debemos ser tolerantes con todos”, comparte Marlene.
“Vi lo de los osos y me nació la inquietud. A raíz de que mi mamá falleció, donamos parte de su ropa y algunas que eran más personales y no estaban en condiciones para donar, son las que seleccioné para hacer un oso para mí”, puntualiza.

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Los ositos memoriales se elaboran con prendas que las personas que fallecieron usaron a menudo, para poder recordarlas como parte del proceso familiar o personal de sanar una pérdida. La elaboración de los osos, uno para ella y otro para su sobrina, fue en este caso una recomendación de su terapeuta.
“Me di a la tarea de hacerlos, buscar los patrones, me ayudé con el internet y empecé a coser”, cuenta.
Poco a poco, después de compartir su idea en redes sociales, otras personas que han perdido a seres queridos a causa del Covid-19 se han acercado a ella para pedirle que elabore un oso, labor en la que ella está dispuesta a emplear las enseñanzas de su mamá, para colaborar en los procesos de otras personas para sanar sus pérdidas.

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