Pescadoras afro e indígenas de Oaxaca, las guardianas del manglar; han rescatado tres km
En los últimos años han disminuido los pescados y camarones, a consecuencia del cierre natural de la Bocabarra Cerro Hermoso y la contaminación, que impide oxigenar la laguna Pastoría
Tututepec.— El corredor del restaurante La Flor del Manglar es de color rosa salpicado con dibujos de animales del mar; cuando allí no se ofrece comida a grupos y turistas, es espacio de reunión de las 12 mujeres afrodescendientes e indígenas (chatinas y mixtecas) que conforman la Cooperativa de Mujeres Pescadoras del Manglar, en El Zapotalito, agencia de Tututepec, en el Parque Nacional Lagunas de Chacahua.
Virginia García Barrio y Cirila Martínez pescaban regularmente con sus maridos en la Laguna Pastoría, pero en los últimos años han disminuido los pescados y camarones, a consecuencia del cierre natural de la Bocabarra Cerro Hermoso, que impide oxigenar la laguna.
Además de la contaminación por los desechos que la empresa aceitera de limón de San José del Progreso vierte en la laguna y los residuos de agroquímicos utilizados en cultivos de papayas en el Distrito de Riego 23.
A pesar del mal panorama, Virginia, Cirila y Brígida Martínez se sienten esperanzadas por el trabajo que realiza la cooperativa a favor de la conservación del medio ambiente, pues beneficia a la comunidad.
Foto: Roselia Chaca
También están satisfechas por contribuir a la reparación de una parte del sistema lagunar: desde hace tres años recuperaron tres kilómetros del Canal Palmarito, una franja de manglar conectada a su laguna.
Rescatando el manglar
El azolve de este canal afectaba la pesca y producción de la tichinda, una especie de mejillones que en su fase adulta se fijan en las raíces de los manglares y purifican el agua, por lo que son bioindicadores, es decir, indican el nivel de contaminación del espacio que habitan.
Las tichindas son fuente de alimentación por su gran producción de Omega 3, dan identidad a la cultura de los pueblos negros de la Costa Chica y contribuyen a la economía local, pues las mujeres de la zona suelen cosecharlas.
Foto: Roselia Chaca
Ellas observaron el deterioro ambiental del Canal Palmerito, se organizaron, buscaron apoyo, consiguieron el patrocinio de la organización Semilla y con palas y machetes limpiaron y rescataron el manglar.
Tres años después, nuevamente se reproducen peces y la tichinda; dos veces a la quincena hay limpieza comunitaria de la zona del manglar, cuyas raíces constituyen un buen lugar para el crecimiento de diversas especies de peces y en sus ramas se reproducen especies de aves residentes y migratorias, como el pelícano blanco. Además, el manglar cumple la función de proteger de los huracanes.
Sin atención, no hay pesca
Virginia García tiene 46 años y desde hace 25 comenzó a salir en pangas (canoas) a pescar con su marido. Hasta el 2000, la pesca era muy buena en la zona: obtenían cosechas de hasta 60 kilos de pescado. Hoy logra apenas seis ejemplares para el consumo familiar, por lo que también vende pollos y tortillas.
Sentada a su lado está Cirila Martínez, de 62 años, quien comenzó en la pesca a los 30, también junto a su marido. Antes de la crisis pesquera, salían hasta dos veces al día a la laguna: iban de las siete de la mañana hasta el mediodía, comían y regresaban por la tarde.
Era tanta la producción que con eso dieron estudios a sus hijos. Ella cuenta que en este año cada vez sale menos por la disminución del producto, ya que gasta más en gasolina que lo que gana pescando.
“Trabajamos mucho la pesca porque teníamos la necesidad de darle estudios a mis hijos, al final lo logramos. Después seguimos en la laguna, pero cuando comenzó la disminución de peces, mi esposo es el único que va; por ejemplo, ayer sólo sacó seis pescaditos y gastó cinco litros de gasolina, 30 pesos el litro, salió más caro, prefiero comprar que pescar”, refiere.
La preocupación la comparte Brígida Martínez, quien no se considera pescadora, pero sí una auténtica comercializadora de todo lo que se pesca en el Sistema Lagunar Chacahua-Pastoría; antes, dice, salía casi todos los días a vender sus productos en los pueblos vecinos a Zapotalito, ahora, si bien le va, lo hace dos veces por semana.
Foto: Roselia Chaca
“La situación está crítica, la pesca es poca, la venta ni se diga, pasan días hasta juntar una buena cantidad para salir a vender. Nos urge que la bocabarra que está en Cerro Hermoso se abra, para que haya peces, para que podamos volver a pescar. Esta situación está obligando a mucha gente a migrar al norte, a buscar mejores trabajos, la pesca ya no da”, explica.
La cooperativa pide a las autoridades federales y estatales que atiendan el Sistema Lagunar Chacahua-Pastoría, que abarca unas 3 mil 200 hectáreas, y retome los trabajos de apertura de la bocabarra, que está cerrada por la arena de forma natural, para que el agua del Océano Pacífico nuevamente entre a la laguna y lo oxigene.