El COMI reabrió sus puertas en mayo pasado, tras estar cerrado alrededor de tres meses por cambios en su administración por la Arquidiócesis de Antequera, y luego de confiar a Misioneras Siervas del Espíritu Santo. El albergue tiene 20 años funcionando en la ciudad de Oaxaca.

Actualmente tiene una capacidad para atender solamente a 50 personas, quienes pueden dormir en una cama durante dos noches, recibir un café por la mañana y una comida al día. Ahí pueden descansar, dormir, bañarse y lavar su ropa.
Los apoyos en especie que recibe el albergue como alimentos y vestido proviene de las parroquias que instalan centros de acopio con la finalidad de recabar insumos para las personas migrantes; pero, una de sus principales dificultades son los recursos económicos necesarios para contratar personal que ayude, por ejemplo, en la preparación de alimentos.
“Lo que ofrecemos es un espacio donde puedan descansar, al menos dormir seguros dos noches, una comida al día, porque tampoco tenemos una cocinera que esté todo el tiempo para cocinar los alimentos.
“Si tuviéramos más empleados, podríamos mejorar el servicio o ampliarlo un poco más, porque nosotras sólo trabajamos de lunes a viernes, como no tenemos personal no tenemos la economía suficiente para los salarios; o tener una cocinera de manera permanente para ofrecerles más alimentos durante el día”, explica Araceli Tovilla.
En algunas ocasiones se han permitido recibir hasta 100 personas migrantes al día, pero afirma que no en buenas condiciones para acogerlos. “La realidad”, apunta, “es mínimo lo que podemos hacer nosotros aquí adentro en comparación de toda la población migrante que está en la calle, y eso no lo podemos solucionar nosotras”.
“En Oaxaca ya no hay ninguna casa del migrante, la de Matías Romero se cerró y el COMI, tengo entendido, abre ciertos días, es una pena, es muy preocupante y por no existir esos espacios el efecto lo resiente la sociedad civil y las autoridades que no saben qué hacer”.
El sacerdote revela que las autoridades municipales de Oaxaca de Juárez lo contactaron ante el aumento de extranjeros estacionados en la capital, pero no les agradó que les explicara que la obligación es de ellas, sobre todo ante la presión de los ciudadanos.

El problema ante esta inacción, agrega, es que se están disparando las muestras de xenofobia y aporofobia, muestras irracionales de desprecio a extranjeros y gente pobre.
“Llegan con hambre y con sed, pero van con mucha esperanza, ese es su motor, un futuro que no han visto. El problema que tenemos en México es que por la presión de Estados Unidos, Migración los tiene que estar deteniendo, pero también por la 4T, tienen que tener una actitud respetuosa de los derechos humanos. Están medio entre la presión y los derechos humanos, entonces lo que hacen es devolverlos al sur, los dejan avanzar y los devuelven al sur”.
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Araceli Tovilla Galindo, la directora del COMI coincide. Sobre el problema migratorio explica que la mayoría de las personas que solicitan atención o un espacio en el albergue decidieron migrar por la situación económica en su país. Las originarias de Venezuela, sostienen por ejemplo, que el sistema de gobierno se ha complicado y que huyen de las carencias económicas en las que viven, mientras que las originarias de Ecuador, por su parte, mencionan además de las condiciones económicas, la violencia.
Para la directora del COMI hay dos maneras de percibir la migración en Oaxaca y en el país. “Hay dos realidades”, puntualiza. Por un lado, explica, México está realmente desbordado por esta realidad; a diferencia de otros momentos en que se sabía de la emigración y de las personas que transitaban y se iban, pero con la situación que vive Venezuela “se ha desbordado” y complica más la situación.
En segundo lugar, señala que las personas migrantes viven una realidad deshumanizante porque tienen que vivir en la calle, viajan con niños durmiendo en cualquier parte, pasan hambre y hacen esfuerzos por tener dinero para seguir.
“Pero entonces les roban, los extorsionan para que puedan seguir. Y es muy triste que sean los mismos que deberían cuidarlos, la policía o la migración, que les hagan eso para dejarles continuar, cuando se supone que tienen la vía libre para que puedan transitar por el país”.
La actuación de las policías federales, estatales y municipales, y del INM denuncia, “aumenta de por sí ya el sufrimiento que traen del camino, que han pasado por la selva: ellos hablan de los muertos, de la violencia que viven en esa parte del camino”.

Esta deshumanización, opina, incluso ha provocado que algunas personas se vuelvan más violentas o demandantes.
“Quieren más cosas, pero a veces decimos que es por la misma situación que han tenido, de no tener nada, de pasar hambre, y después quieren como todo. Y tampoco en el país les podemos dar todo, les damos lo mínimo necesario para que puedan sobrevivir y seguir avanzando”.
Araceli Tovilla considera que la situación migratoria en el estado parece no ser una prioridad para el Gobierno, porque prácticamente no están haciendo nada.
“No están haciendo muchas acciones, o casi nada. Creo que nos visitó el del Instituto a los migrantes pero que se dedica más a los oaxaqueños, y una vez vino aquí y dijo que estaban intentando que se abriera a este flujo de migrantes; pero nosotros no hemos visto nada”.