
Dolores es madre de tres hijos, dos hombres y una mujer; por ello, dice, entiende la preocupación de otras madres, quienes esperan que sus hijas e hijos lleguen a salvo a su destino.
Los conductores, puntualiza, reciben constantemente cursos para mejorar el servicio. “Pero así como hay compañeros que se esmeran por hacer cada día mejor su trabajo, hay otros que han agredido a las mujeres y a los pasajeros”, refiere la taxista.
Dolores tiene la responsabilidad de volver a casa, día a día, pues es el sostén de sus hijos; no obstante, admite que conducir un taxi conlleva riesgos. Ella, por ejemplo, ha sufrido tres intentos de asalto. “Me pasaron muchísimas cosas que nunca le dije a mis hijos, no les contaba porque estaban chicos y buscaba protegerlos.
“Por eso evito subir a personas en estado de ebriedad al taxi, por trabajar de noche y por seguridad. A veces te agreden o no te quieren pagar”, cuenta.
Aunque no hay un registro exacto de los taxis que hay en la capital del estado, hasta 2019 había 23 mil 70 unidades foráneas y locales, con base en cifras del Inegi; de los que circulan en la ciudad, sólo 17 son conducidos por mujeres.

Sobre sus inicios frente al volante, Dolores Ríos cuenta que solía dedicarse a la venta de publicidad del ramo médico; luego, cuando se postuló para el empleo, solamente había hombres taxistas, quienes dudaban de sus capacidades.
“Llegó un compañero para decirme que mejor me fuera a lavar platos”, cuenta.
“La gente todavía no está acostumbrada a ver mujeres al volante. Sin embargo, por ser mujeres y madres, al menos en mi caso, me contactan para hacer viajes especiales. Otras mujeres me buscan para llevar a sus hijos, porque hay situaciones en las que una mujer inspira más confianza”, apunta.
No obstante, tanto Dolores Ríos como sus compañeras brindan a diario servicios a todo tipo de personas. Entre ellas, añade, existe el compromiso de llevar sanas y salvas a las mujeres.

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