Sin antirretrovirales ni atención: Muxes que viven VIH en Oaxaca padecen “simulación” en acceso a la salud
CAPASITS en el estado funcionan con gente que no está sensibilizada, sin perspectiva de intercultural y sin garantía de medicamentos, acusan; “no sólo es tener un edificio”, sentencian
Tehuantepec.— Mimí fue diagnosticada con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) hace 10 años; no obstante, desde antes de la pandemia de Covid-19 dejó su tratamiento. Su rostro moreno luce ojeras profundas y aunque sus manos de trabajo en el campo son vigorosas, se mueve con cierta torpeza, porque su cuerpo se ha ido haciendo débil.
Mimí no es el nombre que eligió como muxe-trans. Habla con EL UNIVERSAL desde una habitación extendida entre los arenales de Tehuantepec, sin muebles y sin agua potable.
Recuerda que comenzó a tomar medicamentos hace seis años para evitar la replicación del virus, ha vivido desde entonces con el miedo de desarrollar Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida), pero conseguir atención adecuada para su padecimiento en el Istmo oaxaqueño no ha sido fácil.
Foto: Antonio Mundaca
El Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en Sida e Infecciones de Transmisión Sexual (CAPASITS), en Salina Cruz, atiende un acumulado hasta 2019 de mil 538 casos de Sida y 611 de VIH.
Ir al CAPASITS a revisiones médicas le cuesta 300 pesos. Paga motocarros a Tehuantepec, un taxi o una camioneta Urvan hasta Salina Cruz, la comida, el regreso y a veces el soborno al personal del centro de salud para que no hagan perdedizas las citas o le den prioridad a la salida de sus retrovirales.
“He dejado de ir porque no puedo pagarlo, a veces no tengo para el pasaje y debo andar pidiendo prestado”, dice.
Además, los antirretrovirales se agotan y el personal que atiende la mira con recelo, incluso la han regañado o culpabilizado por vivir con VIH y le han negado el servicio por no asistir a las citas programadas.
Foto: Antonio Mundaca
Un elefante blanco de 6 mdp
El CAPASITS de Salina Cruz es uno de los tres centros especializados en VIH en el estado de Oaxaca. Inició sus actividades el 18 de marzo de 2013, con una inversión de 5 millones 340 mil pesos del Seguro Popular y con dos unidades para el programa PrevenmóVIHl, así como una unidad de detección de pruebas rápidas con consultorio de sicología, que costó un millón 301 mil 400 pesos.
Diez años después, sólo un vehículo funciona con deficiencias; las pruebas rápidas las hacen por temporadas y el sector salud no ha vuelto a destinar recursos para mejorar los servicios. Las personas con VIH y sus familiares tienen que cooperar para que los baños del centro médico sean rehabilitados.
Foto: Antonio Mundaca
Jacqueline, muxe trans que colabora en las jornadas de información sobre el VIH del CAPASITS, reconoce que son insuficientes y mal planeadas. “Sólo activan la información cuando viene el Día Mundial del Sida o cuando van a tener algún evento, pero el resto del año nadie se preocupa, tampoco tenemos infectólogo o algún médico especialista, a los enfermos los atienden médicos generales; tuvimos un médico general para atender al menos 700 diagnósticos el año pasado”.
La también activista agrega que hay un edificio vacío sin medicamentos suficientes y personal que trata a la comunidad muxe con discriminación.
Jacqueline vive con VIH desde hace 10 años y ha tenido recursos para costearse sus medicamentos, pero no sucede así con la mayoría de muxes, quienes sufrieron el desabasto de antirretrovirales y la segregación a raíz del Covid-19.
“Ojalá el área de salud viera la necesidad que tenemos, que el CAPASITS del Istmo no es suficiente, además de que el Istmo es paso de migrantes que vienen con necesidad, hambre y van a ejercer el trabajo sexual, ya lo estamos viendo, está pasando”.
Sin interculturalidad
El titular del CAPASITS, Jorge Elías de la Cruz Castillo, declaró en septiembre de 2022 que la institución “hace esfuerzos para dar una amplia difusión de información para detener la cadena de contagios de VIH”, aunque reconoció que el virus iba al alza y que desconocía las cifras de otras dependencias, como el IMSS, ISSSTE, Hospital Naval y Hospital de Pemex.
Además, atribuyó a “la falta de cultura, desconocimiento e ignorancia” de quienes no quieren hacerse pruebas rápidas para saber que tienen VIH. EL UNIVERSAL buscó a esta institución, pero hasta el cierre de edición, no hubo respuesta.
Koko Lozada Carrasco, activista coordinadora de la Red Oaxaqueña por el VIH, sostiene que en el CAPASITS sucede lo mismo que en las instituciones de salud sin enfoque de interculturalidad, en donde ejercen violencia contra mujeres y mujeres trans que enfrentan la batalla contra el VIH con carencias, violencia institucional y discriminación.
“Miente el sector salud cuando dice que tiene planes estratégicos para llevar información sobre prevención del VIH, miente cuando dice que destina presupuestos adecuados, ya que centraliza la información e impone esta idea que el VIH sólo contagia a personas de un sector específico vulnerado como es la comunidad de la diversidad sexual, como hombres homosexuales o mujeres trans”.
Los CAPASITS de Oaxaca, acusa, no crean verdaderos accesos a la salud y funcionan con gente que no está sensibilizada: “El de Salina Cruz debería dar seguimiento a los casos, verificar que las compañeras tengan una adherencia y puedan lograr ser indetectables o que tienen sólo un número reducido de copias de VIH y, a su vez, intransmisible, no sólo es tener un edificio, que además está en muy malas condiciones, sino acercar también métodos de protección a comunidades indígenas y entender sus realidades”.
Foto: Antonio Mundaca