A través del tequio, buscan en Oaxaca crear una propuesta para llevar la medicina a entornos comunitarios
El antropólogo Fabio Pettirino explica que la enfermedad o enfermedades no se tratan solamente de un hecho natural o biológico, sino de un hecho social
Oaxaca de Juárez.— La Clínica Hospital del Pueblo "Anna Seethaler", ubicado en la agencia de San Martín Mexicapan en la ciudad de Oaxaca, realizó el conversatorio “Tequio y Salud: Construyendo redes para una propuesta de medicina comunitaria en Oaxaca”, con el cual se busca llevar la medicina y la atención médica a un escenario en el que también se tome en cuenta los contextos de los pacientes o personas enfermas.
El antropólogo Fabio Pettirino, quien lleva a cabo un proyecto de etnografía clínica en el Hospital del Pueblo, explicó que la enfermedad o enfermedades no se tratan solamente de un hecho natural o biológico, sino de un hecho social: “No hay enfermedad que no tenga una crítica social incorporada”.
En entrevista con EL UNIVERSAL, detalló que los antropólogos siempre se han preocupado por los hechos sociales y llegaron a estudiar también las medicinas tradicionales y, después de mucho tiempo, la medicina alopática. Esta última se refiere a la medicina occidental y hegemónica, pero que tiene un enfoque reduccionista al resumir las enfermedades a un hecho biológico y a medicar las enfermedades.
“Por ejemplo, una tuberculosis es producida por un germen. Sí, es cierto que es un hecho biológico en cuanto germen, pero se da sobre todo cuando hay condiciones de privación que hacen bajar la las defensas inmunitarias y muchas personas que pueden gracias a los antibióticos, pues sanarse después de un evento de tuberculosis, pueden por las condiciones sociales, otra vez volverse a enfermar”.
Es decir, que si bien una enfermedad es el resultado de un hecho biológico, al mismo tiempo es producida por condiciones de desigualdad social. Otro ejemplo de esto, dijo, es la diabetes.
Fabio Pettirino sostuvo que no hay enfermedad que no sea exclusivamente biológica y que, igualmente, se puede afirmar que es una denuncia social incorporada en el sentido de que, al analizarla, se pueden desvelar esos mecanismos sociales que la producen y provocan que los pacientes no puedan apagarse a los tratamientos.
“A veces, se piense que eso es simplemente una cuestión de comunicación y que el paciente si no se apega, por ejemplo, un tratamiento es porque no ha entendido muy bien las instrucciones, que no ha entendido muy bien la gravedad de su condición u otras cuestiones. Pero, a veces, las personas no pueden acceder a un tratamiento por cuestiones económicas, no lo pueden conservar, por ejemplo, al no tener un refrigerador necesario para la insulina”.
La intención de una medicina comunitaria, puntualizó, se trata de un proyecto de medicina en una dimensión comunitaria en el sentido de que se pudieran investigar las verdaderas causas y ver la enfermedad del individuo como la denuncia de lo que está pasando en términos más amplios.
Una medicina comunitaria, dijo, se enfoca no tanto en el tratamiento de la enfermedad, sino en las circunstancias en que se da y la posibilidad de dar un tratamiento para ver si el paciente es capaz de seguirlo dentro del contexto en que vive, y si este contexto no va a volver a enfermar.
“Por ejemplo hay casos de tuberculosis en que el maravilloso reduccionismo biomédico le da respuesta a través de antibióticos, pero vuelven a enfermarse por condiciones sociales”.
También se trata de crear una red de colaboración y que los médicos puedan ir más allá de su oficio, que pueda identificar casos a través del trabajo social, de otras asociaciones, organizaciones y colectivos para tomar acciones sobre las circunstancias en las que las personas se enferman.
