Una travesía de 40 años de lucha en Oaxaca por derechos políticos y reproductivos para las hijas del mar
La activista Roselia Gutiérrez comparte la trayectoria que recorrió para lograr que las mujeres ikoots de San Mateo del Mar ocupen los espacios que les corresponden
Juchitán.— Antes de cursar el quinto y sexto año de primaria, por las tardes Roselia cuidaba los animales de su familia en San Mateo del Mar, un pequeño pueblo de indígenas ikoots ubicado sobre una franja alargada de tierra entre dos mares, la Laguna Inferior y el océano Pacífico.
En ese entonces, a mediados de los años 60, Roselia dice que no perfilaba grandes cosas en su futuro inmediato, mas que cuidar chivos y quizá acabar la secundaria, misma que tras una breve, pero dura batalla con su madre, una mujer zapoteca rígida en sus valores, logró terminar en la entonces para ella desconocida ciudad de Guadalajara, en Jalisco, donde cumplió su sueño y concluyó su educación básica.
“Como mujer ikoots, por esos años no sabía que tenía derecho de participar en la vida pública de mi pueblo. Tampoco que, como mujer, tenía derechos para decidir sobre mi cuerpo en materia de salud sexual y reproductiva. Hace unos 30 años acepté ir a unos talleres a la Ciudad de México y ahí se me quitó la venda de los ojos y empecé a ver una nueva realidad”, confiesa.
Más de 40 años después, al inicio del siglo, Roselia Gutiérrez Luis empezó a participar en las asambleas comunitarias de San Mateo del Mar, la tierra que la vio nacer en 1955. Fue una lucha difícil, revela, pues todavía en esos años, en unos 300 de los 570 municipios que conforman el territorio oaxaqueño las mujeres no tenían el derecho de voz y de voto. No podían opinar, votar, ni ser votadas.
La primera década del nuevo milenio sacudió conciencias a favor de los derechos políticos y reproductivos de las mujeres. En esos años hubo reclamos en las comunidades indígenas del Istmo de Tehuantepec, como Quiegolani, Guevea, Lachiguiri y las poblaciones zoques de Los Chimalapas.
Esa nueva conciencia llegó con la bravura de la marea a San Mateo del Mar, donde en 2010, por primera vez una mujer fue electa para un cargo público: Reyna Gutiérrez, la primera regidora de mercados, hermana de Roselia.
“Fueron años muy duros de lucha. En las asambleas dominadas por hombres, primero de la cabecera y luego en las agencias [otras comunidades], se burlaban de nosotras. Éramos como 15 las que íbamos”, cuenta Roselia Gutiérrez en entrevista con EL UNIVERSAL.
La activista y referente de su comunidad recuerda que en esos años enfrentó constantemente los cuestionamientos de varones: “¿Cómo una mujer va a pisar el palacio?”, preguntaban entre risas. Entonces, los hombres no permitían ni siquiera que sus esposas fueran examinadas por médicos hombres”.
De ama de casa, dueña de una pequeña tienda de abarrotes y vendedora de alimentos en su domicilio, Roselia Gutiérrez Luis ahora dicta talleres, conferencias y realiza labores de intérprete de la lengua ombeayiüts, un idioma huérfano que sólo se habla en los pueblos del mar.
Además, impulsó el teatro entre jóvenes y encabeza la lucha por el reconocimiento de los derechos políticos, sexuales y reproductivos de las mujeres ikoots, pero sobre todo concentró todas sus fuerzas en la defensa de los derechos humanos.
La épica batalla que han dado Roselia Gutiérrez Luis y decenas de mujeres indígenas fructificó en San Mateo del Mar durante la elección del gobierno municipal el pasado 14 de agosto, cuando la población sufragó, mediante su propio Sistema Normativo Indígena o Usos y Costumbres, por la creación de un Cabildo paritario con la participación de 15 mujeres ikoots como regidoras propietarias y suplentes.
“No siento que sea un triunfo mío y no creo que las nuevas generaciones sepan que detrás de los nuevos tiempos protagonizamos grandes luchas para alcanzar lo que tenemos ahora. Yo espero que las jóvenes de las nuevas generaciones de San Mateo del Mar valoren los derechos alcanzados y peleen siempre para que salgan adelante y cristalicen sus sueños”, reflexiona.
Un reconocimiento
El presidente municipal de San Mateo el Mar, Raúl Rangel, el gobierno paritario que encabeza, el primero en su tipo en la historia de esta comunidad ikoots, reconoce el esfuerzo de las hermanas Gutiérrez, Roselia, Beatriz y Reyna que contribuyeron a fortalecer la participación de las mujeres en la defensa de sus derechos políticos, de salud reproductiva y de derechos humanos.
En tanto, la activista muxe Amaranta Gómez Regalado, indígena zapoteca, destaca que Roselia Gutiérrez Luis visibilizó la lucha de este sector de la población al colocar la agenda de mujeres indígenas en plano nacional, sobre todo en materia de la salud sexual y reproductiva, defendiendo el tema de la prevención de embarazos no deseados o forzados.
Mientras que Beatriz Ramos, del área de programas sociales de la Fundación Mexicana para la Planeación Familiar (Mexfam), reconoce el gran papel desempeñado por Roselia Gutiérrez Luis, quien desde su comunidad ikoots, sin recursos, casi sola y en medio de un ambiente de hostilidad y machismo insertó entre los jóvenes, a través de la palabra, la cultura por la defensa de los derechos sexuales y reproductivos.