Violencia política carcome al municipio más pobre de Oaxaca: hombres impiden participación de regidoras
María Bazán de Dios es regidora de salud y maquiladora de balones en San Simón Zahuatlán, donde enfrenta un machismo arraigado que le impide a ella y otras mujeres ejercer sus derechos políticos
San Simón Zahuatlán.- En febrero pasado, María Bazán de Dios ayudó a una mujer de su pueblo a tener un bebe con sus manos. La auxilió a parir en una batea de una camioneta Pick Up adaptada como ambulancia, un vehículo donado al municipio de San Simón Zahuatlán por el IMSS-Solidaridad desde 1986 y que es el único transporte que tiene el centro de salud comunitario para atender a 3 mil 800 personas, y que se encontraba abandonada.
Esa fue la primera de tres veces que María Bazán colaboró como enfermera improvisada en las labores de parto a jóvenes que no pudieron atenderse en la casa de salud del municipio por falta de personal médico y debieron salir con urgencia a Huajuapan de León, –ubicado a 48 kilómetros de distancia–, para evitar complicaciones por un embarazo peligroso: un bebé nació en la camioneta, otro más saliendo del pueblo y el tercero a mitad del camino en la sierra montañosa.
“Gracias a dios los bebés nacieron bien, yo cumplía mi trabajo como regidora de salud, quedé con mis manos y mi ropa llena de sangre. Me espanté mucho, pero para eso se supone una está en el municipio. Lo que más me duele es que a los hombres de aquí no les importan las mujeres, creen que las mujeres sólo servimos para hacer tortillas”, dice María Bazán, quien ejerce su cargo en esta Munich de la Mixteca de Oaxaca que durante 10 años ha sido considerado el municipio más pobre de México, con 99% de sus habitantes en pobreza extrema, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Machismo arraigado
María Bazán no sabe leer ni escribir. Combina su trabajo como funcionaria municipal con el de cosedora de balones. Gana más dinero como maquiladora, un intermediario de Santiago Amatitlán le paga 15 pesos por cada balón cosido y se los lleva a Puebla y el Estado de México. Como ella, unas 100 familias reciben carros llenos de material, hilo y cuero y les pagan la mano de obra. Ahora, como es regidora, sólo puede hacer de 3 a 4 balones por día, mientras que antes cosía 15 balones y cuenta que en una época mejor, antes que su hermana mayor se fuera a ser comerciantes a la capital, del país, dice que hacían juntas hasta 100 en un mes, cuando tenía 15 años.
María se fue de su pueblo cuando tenía 20 años, la edad en que se lo permitieron sus padres porque fue muy insistente y tenía el sueño de una casa de material y sin pisos de tierra, volvió 17 años después porque su papá se puso muy enfermo y no se puede todavía levantar del suelo, y su mamá ya no logra hacer sola las labores del campo como traer leña, prender el fogón o alimentar los animales. Al ser la mujer más joven de sus seis hermanos y la única sin hijos, tuvo que hacerse cargo aunque otro de sus hermanos viva en Zahuatlán: la responsabilidad por ser mujer le corresponde a ella por costumbre comunitaria.
Durante los años que estuvo lejos de la comunidad, ahorró todo el dinero que pudo trabajando en varios restaurantes haciendo comida y repartiéndose en la Ciudad de México. Gracias a esos ahorros pudo levantar paredes de concreto y ponerle piso de cemento a su casa; el primer sueño de su vida. Un rectángulo de dos habitaciones con ventanas grandes, desde donde se ven las montañas empinadas y secas de la Mixteca Alta. Abajo, en el terreno detrás, dos chozas consumidas de palma y heno, son la parte que no ha podido terminar de construir por falta de dinero.
Apenas llegó de la Ciudad de México, María comenzó a hacer activismo con las mujeres, aunque ella no lo llama así. Dice que lo que trata es ayudarlas para quitarles un poco el peso de vivir en un lugar donde las mujeres no pueden “mandarse solas”, y las niñas no tienen permitido salir de sus casas a menos que sea para casarse y tampoco pueden estudiar. Con suerte, hasta la secundaria, porque después de eso sólo tienen la opción de vivir con el marido y tener hijos. Fue por todo eso, dice la regidora, que decidió ayudar en el hospital, impulsándolas a participar en las actividades y las faenas, aunque “la miren feo” o digan que es una “mujer que le gusta hablar con hombres”, o que “no sirve porque no tiene hijos ni se ha casado”.
Igualdad simulada
María Bazán lamenta que no existan en su municipio derechos para frenar la violencia arraigada, no le importa que los hombres no le perdonen que se atreva a “alzar la voz”. No le importa dice, pero tiene miedo que puedan agredirla, pues ya la han amenazado y poco a poco la han ido relegando de las actividades del municipio. La han acusado, por ejemplo, de subir videos a Facebook de los regidores y el presidente tomando cervezas.
“Si no sé leer cómo voy a saber hacer eso”, comenta alarmada la funcionaria, quien por meses ha sido discriminada y sostiene que la violencia de género en el municipio ha ido subiendo de tono y ahora le han quitado los apoyos para ayudar a las mujeres del hospital. Explica que las cosas empeoraron cuando denunció entre las mujeres que había recursos de parte del gobierno federal para ayudar a madres solteras, y ese dinero no fue entregado por el ayuntamiento, sino que fue repartido entre familiares de funcionarios.
“Si me pasa algo, para mi valió la pena, por lo menos abrí los ojos y la boca, la gente de mi pueblo no tiene valor, yo he demostrado con mi trabajo a pesar de no saber leer, que si uno tiene voluntad puede ayudar a las personas”, María Bazán llora por momentos, habla en voz baja y de pronto se levanta. Habla mientras cose un balón, tiene una carga que entregar en los próximos días.
“Ya no quiero ser regidora entre comillas. Se supone que el ayuntamiento tiene paridad e igualdad pero eso es mentira. Hay seis regidoras pero no se nos permite hacer nada. Hace seis años tuvimos una primera regidora porque peleó mucho, ahora ponen regidoras sólo para cumplir no sé qué cosa, pero es como si no hubiera nada. Nos discriminan siempre y no tomamos decisiones”, sostiene María, quien cuenta que igual que ella, la regidora de educación fue sacada del gobierno municipal por oponerse a las decisiones de los hombres. Ella tampoco sabía leer ni escribir.
Sin acceso a educación
El relato fluye con tristeza, pero también hay momentos de rabia, María Bazán no sabe que Oaxaca es la entidad con más gobiernos sancionados por cometer violencia política de género con 81 casos entre 2020 y 2022, según datos del Instituto Nacional Electoral (INE). Sostiene que cuando recién inició la administración les hablaron de “violencia política” unas funcionarias que llegaron de Oaxaca, quienes les comentaron que las mujeres tienen derechos y nadie puede obligarlas a renunciar a sus cargos, pero no regresaron porque sucedió lo mismo que cuando ella quiso aprender a leer y escribir.
“Vino una señora de algún lugar del gobierno, nos dijo que nos iba a enseñar a leer, pero teníamos que juntarnos, nos iba a dar clases gratuitas y sólo necesitaban un espacio como requisito y que le dijera al presidente municipal para juntar a las mujeres. Yo lo anduve buscando para decirle, ella volvió a los 15 días, pero él no hizo caso, no dio el espacio. Me dijo que no necesitamos nada de eso, que las mujeres servimos para estar en la cocina”.
El UNIVERSAL buscó al presidente municipal de San Simón Zahuatlán, Fortino Baltazar Nicolás Laureano (Morena), para conocer la versión de esta denuncia y documentar también el éxodo migratorio hacia Estados Unidos de esta comunidad mixteca localizada a cinco horas de la capital oaxaqueña, pero no contestó la solicitud.
Mientras que el síndico municipal, Luis Bernardo Cruz Nicolás, Camerino Gabriel Guzmán Eleuterio, suplente del presidente y Baltazar Ramírez López, tesorero municipal, accedieron a hablar sobre el tema migratorio. Durante toda la entrevista, las regidoras no pudieron ingresar y estuvieron afuera de la oficina.