Asimismo, participó en el programa CCC con Patas, impartido por el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC). “Ambos son similares, pues están dirigidos a quienes queremos hacer cine, pero no tenemos los recursos suficientes para formarnos en ello”, señala.
A pesar de que la pasión por el cine documental siempre la movió, Yoari supo que era muy difícil vivir del séptimo arte y lo abandonó por otros proyectos. Actualmente, reconoce, cineastas oaxaqueñas indígenas —como Ángeles Cruz— están reabriendo las posibilidades para las mujeres creadoras.
“Creo que otras mujeres nos han inspirado. A veces no tenemos referentes inmediatos… son nuestras madres y abuelas quienes nos dan las raíces, pero en los medios nos bombardean con historias de éxito que refieren a hombres en contextos occidentales o mujeres blancas.
“Por eso, desde el documental queremos contar nuestras propias historias y que no sea necesario que alguien de afuera nos venga a observar o a folclorizar”, añade.
Durante los últimos años, el cine indígena ha retomado fuerza, por ello, reitera, esta es una gran oportunidad.
“Todas las historias que están concursando son súper valiosas (…) Nuestro caso busca dar difusión a las vidas de las mujeres que suceden en las comunidades y en lenguas indígenas, por eso, nuestro documental será en zapoteco”, apunta.
Sin embargo, si no ganan, la difusión del proyecto podría permitir conseguir fondos para realizar la cinta.
El contexto en el que Paula vive y crece es en el de la lucha y resistencia de su comunidad, para evitar que se instalaran ahí los parques eólicos.
“Su comunidad logró defender su territorio y ese suceso histórico enmarca la historia de la comunidad y las pobladoras como Paula, quien, a sus 23 años, ha decidido quedarse en su comunidad, porque se da cuenta que ella es su comunidad y gracias a la lucha de otras personas, puede disfrutar de ese legado”, señala.
Paula es una joven poeta y activista que se apropia de su cultura desde su lucha en diferentes proyectos que tienen lugar en el Istmo de Tehuantepec, en donde, además, prevalece la violencia de género.
“Queremos hacer un retrato desde la ternura, que a las mujeres activistas se les deje de calificar como violentas y se les mire como personas, seres humanos que se relacionan con sus madres, amigas y hermanas”.
Paula es poeta y todo lo plantea desde la belleza del lenguaje y sus habilidades con el don de la palabra.
Cuando la joven supo que su vida podría estar en el documental, aceptó participar mediante una dinámica horizontal, en la que las tres mujeres participan para mostrar un retrato digno de ella.
“La perspectiva del cine feminista nos permite reconocer las violencias y opresiones que mujeres como Paula o como nosotras hemos vivido.
“Pero también nos permite reconocernos y nombrarnos, que no se nos considere como cifras, sino como mujeres con un rostro y una historia. No queremos nombrarnos como víctimas, sino como creadoras”, resalta Yoari.
Asimismo, las creadoras piensan en el documental como una posibilidad de inspirar a que otras mujeres sigan adelante con sus proyectos personales, pues para muchas de ellas, la producción audiovisual pareciera inaccesible.