Guelaguetza 2017: Don Luis y la pasión que lleva en la sangre

A sus 67 años de edad, don Luis Olivo Carrasco no se cansa de interpretar “La Danza de los Rubios”

Foto: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL
Estatal 17/07/2017 18:44 Oaxaca Yuridiana Sosa Actualizada 16:13

La pasión por representar las tradiciones de su pueblo, Santiago Juxtlahuaca, de la región de la Mixteca baja del estado, la trasmite en cada pisada desde hace más de 50 años. A sus 67 años de edad, don Luis Olivo Carrasco no se cansa de interpretar “La Danza de los Rubios”.

Desde hace 17 años, esta pasión la refleja sobre el escenario de la rotonda del auditorio Guelaguetza, durante la fiesta máxima de los oaxaqueños.

Mañana del primer Lunes de Cerro. Aún faltan más de dos horas y don Luis ultima detalles en su tradicional vestuario, que consta de una chamarra de piel de venado con incrustaciones de piel de tigrillo y pantalón llamado chivarra, elaborada con piel de chivo.

Don Luis es un maestro para las generaciones más jóvenes, a él acude el resto de los participantes de Juxtlahaca para no cometer errores. Mientras alista las espuelas de uno de sus compañeros, el hombre recuerda que desde los 14 años comenzó a bailar “La Danza de los Rubios” como parte de una herencia familiar.

“Uno ya lo trae en la sangre, es por herencia por lo que uno sigue aquí, sin olvidar el orgullo que es representar a tu tierra en la fiesta más grande de Oaxaca”, refiere don Luis Olivo, de rostro delgado y con la huella de los años sobre su piel.

Sin embargo, sobre el escenario, es don Luis quien motiva a los rubios a sonar con fuerza las espuelas, las que marcan el ritmo.

Esta danza, dice el experto, tiene cerca de 104 años de antigüedad, “no sabemos si antes ya existía, pero hasta donde hemos podido saber por nuestros familiares pasados nos llevan a esa fecha”, detalla.

El hombre, quien también pasa esta herencia en vida a sus hijos, explica que los arrieros tardaban cerca de 90 días en trasladar el ganado desde la región de la Costa hasta la Mixteca, para de ahí llevarlo a los patrones en Guerrero, Puebla o Veracruz. “Después de esto, todo hacían una fiesta”, agrega.

Es así que esta danza, de la que el hombre de 67 años se siente con fuerzas para interpretarla por muchos años más, refleja las aventuras de los arreadores de ganado, en la que no puede faltar las “marialenchas”, que son las esposas de los arreadores.

Don Luis retornó por la tarde a su tierra en la Mixteca oaxaqueña. Feliz, una vez más, por llevar sus costumbres y tradiciones a miles de visitantes.

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