Aquí, el ambiente es amenizado por sones oaxaqueños y las cocineras, además de agasajar con su sazón, trasladan de la calle a la cocina, la riqueza textil de su pueblo al portar los trajes típicos de todas las regiones del estado.
Una de estas mujeres es Alberta Hernandez, del comedor "Candita", quien con una flor recién cortada del jardín en el cabello y un huipil tradicional, inicia desde las 07:00 horas, su ardua y satisfactoria labor de alimentar a cientos de personas.
Dispuestos a conocer y saborear el auténtico sazón de los platillos tradicionales de la cocina oaxaqueña, los comensales entran, salen y recorren los pasillos del mercado a todas horas, los 365 días del año.
"Las especialidades del estado pues son la tlayudas de cecina, tasajo y chorizo; luego vienen los moles que son el mole negro, el estofado, el coloradito, mole rojo y amarillo, entre otros", mencionó.
La magia gastronómica y la calidez de hogar que provoca este lugar, son tan persuasivas, que una vez que las personas, sin importar de donde provengan, ingresan y prueban los platillos, prometen siempre regresar a él la próxima vez que visiten la capital.
Al respecto, la cocinera Guadalupe Ríos, del comedor "Leo" platicó que su local, el cual tiene más de 60 años dando servicio, ha sido testigo de cómo el gusto de disfrutar la comida oaxaqueña ha trascendido por generaciones.
"Este lugar tiene historia, tenemos personas que vienen buscando el comedor Leo donde comían sus papás; otros vienen a recordar cuando estudiaban y venían a comer", platicó.
Acompañante celoso del chocolate con leche o de agua, el pan de yema es una de las delicias culinarias elaborada a base de huevo, mantequilla criolla, anís y, por supuesto, el toque secreto de cada panadería.