San Francisco del Mar, una comunidad de pescadores de la etnia huave, presentará una danza teatralizada sobre la llegada de este pueblo a la región del Istmo. La lengua de esta etnia se considera huérfna por no tener relación con otros idiomas.
También destacan la proyección escénica, la vestimenta tradicional, la música y familia de instrumentos, el patrón de pasos, el estilo que deben darle al baile, la preparación física y actitud que tomen los integrantes de la delegación en su presentación.
“La Guelaguetza, queramos o no queramos, es un espectáculo donde se presenta en forma muy sintetizada lo que se da en la comunidad. Se les da 12 minutos para presentarlo, cuando las tradiciones y cultura de Oaxaca no ocurre en 12 minutos, algunas veces duran hasta meses para desarrollarse”, apunta Vásquez Labastida.
Decisión levanta polémica
Al igual que Betaza, este año tampoco fueron seleccionados Juchitán de Zaragoza, Santo Domingo Tehuantepec y Tlacolula de Matamoros.
La selección de las delegaciones provocó polémica y acusaciones, particularmente de la comunidad de San Melchor Betaza a través de su presidente municipal, Onésimo Santiago Vásquez, contra dos secretarías del Gobierno de Oaxaca y del Comité de Autenticidad, a quienes acusó de racismo, ignorancia y desprecio.
Al respecto, el presidente del Comité de Autenticidad explicó que el mismo edil de Betaza firmó y avaló el acta que levantó el comité durante su visita, en la que afirma que está de acuerdo en las observaciones y sugerencias que les realizaron.
“Entonces, de qué sirve que nos digan en su escrito que tienen una cultura extensa y sus tradiciones muy arraigadas si la realidad es otra, incluso se está perdiendo su lengua en la población. Muy pocas personas hablan el zapoteco”, señala.
Vásquez Labastida afirma que no es la primera vez que ocurre esto con la delegación de Betaza; en sus participaciones anteriores, dice, durante los ensayos aún realizaban modificaciones a su baile y, cuando se les señalaba, se burlaban de los miembros del comité.
“Queremos que nos respeten porque nosotros los respetamos, nunca les imponemos nada, todo lo que les decimos son observaciones y sugerencias, porque al final son ellos los dueños de su propia cultura y los únicos que pueden defenderla”.
En el caso de Juchitán, explica, se ofreció algo fuera de los sones tradicionales istmeños, que incluso le costó críticas a esta delegación en 2017 por sus mismos paisanos. Incluso, afirma que su participación hace dos años en la Guelaguetza se debió a presiones políticas y no porque ellos lo hayan propuesto. Algo similar ocurrió con Tehuantepec y Tlacolula de Matamoros.
“No solamente hay caciques políticos, también caciques culturales que se aferran a seguir y seguir como los únicos que tienen lo verdadero y lo tradicional; que no dejan que otras comunidades puedan manifestarse culturalmente”, concluye.