Panales, casas como de película en el Istmo

Hechas de superadobe, resisten los sismos y tienen bajo costo; son producto del apoyo de oaxaqueños en el extranjero

Para levantar la nueva vivienda de Teresa se gastaron unos 150 mil pesos y aunque la construcción es económica enfrentaron escasez de mano de obra (Foto: Roselia Chaca / EL UNIVERSAL)
Especiales 11/03/2018 11:57 Roselia Chaca Asunción Ixtaltepec, Oaxaca Actualizada 11:57

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Teresa Guzmán Antonio ve con asombro la que será su nueva casa, pero no por su forma, sino porque  seis meses después de los sismo de septiembre por fin recuperará su techo y  dejará de vagar de casa en casa.

A pesar de ello, hay que aceptar que sí, la nueva vivienda de Teresa es rara. Su forma es similar a los iglús de los esquimales o a las cúpulas de las mezquitas que se levantan en el desierto.  Aunque la mayoría coincide en que la nueva casa de Teresa Guzmán Antonio,  más bien, se asemeja a un panal.

La casa que roba todas las miradas se levanta en Ixtaltepec, sobre lo que fue una vivienda  tradicional, y se distingue porque es  distinta al resto de las casas que construyen  los vecinos damnificados.

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Filiberto Lara, ingeniero civil responsable de la obra, afirma que su “rareza” se debe a que se  trata una casa resistente a sismos, elaborada  con superadobe, un material  inventado en los años 80 por el árabe-iraní Nader Khalili. La forma está  inspirada en  los silos de  granos, comunes en Zacatecas.

Entre las  virtudes de este prototipo de casa-panal está su bajo costo, pues se elabora con la misma tierra del lugar, reforzada con cal. Esa tierra debe tener  entre  10 y  30% de arcilla para que  al mezclarse con la cal se convierta en roca en  dos meses. 

Para la casa de Teresa, por ejemplo,  se compraron  nueve camiones de tierra por  8 mil 100 pesos; pero quien  posee terrenos arcillosos pueden ahorrarse  esa inversión. Además, las casas son  resistentes a sismos, pues  al no tener  esquinas  las ondas sísmicas no se concentran en ellas, como en las viviendas con formas  cuadradas.

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Bioconstrucción solidaria

La casa de Teresa tiene un domo central de cinco metros de diámetro que sirve como sala-comedor, dos domos más de tres metros y medio  que sirven de cocina y baño, respectivamente, y  un domo de cuatro  metros  para la recámara. En total, la casa  mide  49 metros cuadrados y en el exterior son  70 metros cuadrados de construcción.

Para lograr la peculiar forma de cono se  apisonan, uno a uno, largos sacos rellenos de la arcilla con cal. Su grosor debe ser de entre  40 y 50 centímetros. Esa arcilla,  además, ayuda a aislar el calor.

“Esta casa no la tira ni un terremoto, sólo una bomba. Es barata, si se ahorra el material, y se cumplen los tiempos de construcción de dos meses”, dice el ingeniero.

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Para levantar la  casa de varias cúpulas de Teresa se gastaron  unos 150 mil pesos, pues aunque la construcción es económica, la escasez de mano de obra obligó a los constructores a traer  trabajadores de Veracruz, por lo que “no se pudo ahorrar nada”, explica Filiberto.

Esta vivienda es  la primera del proyecto Recuperando MX917,  liderado por el Nodo Zacatecas de la Red Global de Talentos MX, que concentra los esfuerzos de mexicanos exitosos  radicados en el extranjero, sobre todo de oaxaqueños que radican en  Houston, Minesota,   y Silicon Valley, en Estados Unidos, así como  Suiza y  España.

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Teresa, específicamente,  está siendo apoyada por  el especialista en informática Luis Daniel Beltrán Girón, encargado del Nodo Zacatecas, y quien está financiando casi toda  la vivienda, pues se interesa en apoyar una reconstrucción sustentable, mediante procesos como la bioconstrucción, permacultura y autoconstrucción.

  “Nayahuini/ Se ve chistoso”, es lo primero que dice Teresa sobre su casa, a lo que  de inmediato agrega   “pero es mío”. La mujer se emociona al mostrar los rincones de esa casa “rara” que le fue donada por oaxaqueños exitosos que ayudan al pueblo con lo que poseen: conocimientos y recursos.

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