Llevan las tradiciones mexicas al mundo

Jesús es el último soldado de un grupo llamado Insignias Aztecas; ha participado en festivales de España y Francia

Jesús León Salgado recibió la encomienda de conservar la tradición mexica, se apoya en su esposa Victoria, sus hijos Tonatiuh, Tonanzin, Citlali, Xochiquetzal y su nieta Jatzibetl, con quienes ha viajado por el país para dar a conocer la cultura y danza
Nación 22/04/2018 14:06 Iván Cruz Actualizada 14:06

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A las afueras del Museo del Templo Mayor una fila de 700 personas, vestidas con prendas prehispánicas, danzan y entonan canciones en náhuatl, vienen en caminata para ingresar a lo que queda de la mítica ciudad de Tenochtitlán.

De pronto algunos cristianos se acercan y les restriegan la biblia en el rostro uno a uno: “Arrepiéntanse, esas cosas son del diablo”, les gritan.

Tonanzin, una de las organizadoras de la caminata intenta alejar a los cristianos que molestan a sus compadres y comadres, llamados así por lazos de fraternidad formados por la danza, pero es imposible, incluso ella misma es agredida.

Finalmente aparece su padre, Jesús León, quien es líder de este grupo de tradición mexica. Tras algunas discusiones, los “aleluyos” se retiran cantando alabanzas a Jesucristo.

Esta situación es común para Jesús y su familia, quienes se dedican a rescatar las tradiciones de las culturas prehispánicas y difundir el conocimiento de, como los llaman ellos, “nuestros abuelos” mexicas.

Cuando Jesús tenía sólo 16 años, en 1980, recibió “la encomienda más grande de su vida”: convertirse en el último soldado del grupo Insignias Aztecas, para preservar las tradiciones de los ancestros mexicas y guiar a los miles de hermanos que, como él, continúan con estos cultos hasta nuestros tiempos.

Esta tarea se la delegó una anciana de nombre Guadalupe Jiménez, quien fue la líder de Insignias Aztecas hasta que la vida se lo permitió y quien además lo curaba a él y a su madre cada que enfermaban. “Era curandera fue una mujer sabia y bondadosa que vivió hasta los 90 años”, recuerda Jesús mientras señala un retrato de ella en la sala de su casa; adornada con pinturas del último tlatoani mexica, Cuauhtémoc, de quien adoptó el nombre por su gusto a las águilas.

“A través de muchas generaciones se conservó ese conocimiento, desde la conquista (en 1521) a nuestro tiempo no hay un vacío. Hay una historia de nuestros abuelos mexicas que se guardó en la casa de los Tlamatimine (los sabios, los maestros) y fue hasta la Independencia que volvieron a salir a la luz, pues habíamos perdido el nombre”, dice Jesús en referencia al periodo en que el país se denominó Nueva España.

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Acompañado de su esposa Victoria y sus hijos Citlali, Xochiquetzal, Guadalupe Tonanzin y Tonatiuh, viaja por comunidades de México y países como España, Francia, El Salvador, Guatemala, Ecuador y Estados Unidos llevando consigo la misión de dar a conocer la cultura mexica, el rezo a las entidades sagradas y la danza.

En su casa de la colonia Peralvillo tiene también un oratorio donde se hacen danzas a estos símbolos sagrados, el cual se construyó con donaciones de compadres y comadres que actualmente está remodelando para dar una mejor atención a sus hermanos.

Al año, la familia León realiza aproximadamente 270 actividades, todas gratuitas para el público interesado en participar: “una de las enseñanzas más importantes es que se debe nutrir el conocimiento y la espiritualidad antes de lo material y lo económico, divulgar la cultura de nuestros abuelos”, comenta Jesús.

El financiamiento de todas estas actividades corre por parte de la familia León: Jesús es ingeniero egresado del IPN y sus dos hijas mayores también son profesionistas, Citlali es doctora por la UNAM y Xochiquetzal diseñadora de moda por la UVM, mientras que Tonanzin y Tonatiuh continúan estudiando.

Pero el evento más importante para ellos es la celebración del Día Mundial de Nuestra Madre Tierra, realizada el segundo domingo de cada abril, y que desde hace 29 años organizan con gran esfuerzo, respeto y espíritu.

Nuestra madrecita Tierra

Jesús explica que el término “dioses” está mal empleado al referirse a las entidades sagradas mexicas, entre ellas Coatlicue, la representación de la Tierra, a quien se le hace un ceremonial masivo a los pies de su monolito, en el Museo Nacional de Antropología (MNA).

“Esta celebración es ancestral. El mes tozoztontli (el tercer mes mexica) era dedicado a ofrendar a la Madre Tierra. Es sabido que nuestros meses son de 20 días. En los primeros, se ofrecían los primeros frutos, las primeras flores, los primeros granos al símbolo de la falda de las serpientes”.

Siguiendo la tradición, la familia León planea cada año diversas actividades para difundir el conocimiento prehispánico como ciclos de conferencias, proyecciones, danzas, exhibiciones deportivas y talleres de artesanías, que junto a otros grupos de tradición mexica brindan por 20 días en distintas partes del mundo.

Cuando Jesús inició con esta celebración en 1989 eligió hacerla el segundo domingo de cada abril debido a que la ONU nombró ese año el Día Internacional de la Tierra y al revisar el calendario mexica la fecha se ajustaba a la perfección.

Para la causura de los eventos se realiza una ofrenda sagrada en el Museo Nacional de Antropología (MNA) y una caminata hasta el Templo Mayor, en el Zócalo. La familia León se encarga de la organización y la  gestión de espacios.

“Es laborioso, terminamos muy cansados, pero es muy satisfactorio ver al final del día el resultado.

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