Ricardo Anaya, en modo Andrés Manuel

Carlos Loret de Mola

Tiene control total de su partido. Habla de procesos democráticos, pero él define las candidaturas. Los grupos que no lo apoyan se quedan fuera. Protagoniza los spots. Trae pleito con medios de comunicación. El gobierno federal es el blanco de sus más ácidos ataques. Ha hecho de la denuncia de fraude electoral una bandera central. Y la última: propuso que va a dar dinero a todos los mexicanos.

Ricardo Anaya está adoptando la estrategia de Andrés Manuel López Obrador. Ha de envidiar su posición en las encuestas de la sucesión presidencial.

El clímax de esta mimetización sucedió el lunes. A pesar de presiones, escisiones y tropiezos, Anaya llegó al INE para formalizar el Frente Ciudadano por México, integrado por PAN, PRD y MC. Un enorme triunfo personal.

Al anunciarlo, el dirigente nacional panista concentró su discurso en prometer una “renta básica universal” que recibiría todo ciudadano mexicano para contar con un mínimo de dinero para vivir. La calificó de “propuesta toral”.

Esta especie de transferencia generalizada rompe con las propuestas del panismo, habitualmente liberales y en consonancia con los postulados de los mercados modernos. Se inscribe más en el populismo, en este caso, de derecha. No imagino a ningún asesor panista, a ningún académico simpatizante, a ninguno de los empresarios que tradicionalmente lo respaldan viendo esto con buenos ojos.

La Renta Básica Universal sólo tiene de dos: es un fracaso o es un engaño.

Fracaso, si realmente piensa transferir dinero a toda la gente. Históricamente eso ha demostrado ser una muy buena idea para ganar votos pero muy mala para sacar a la gente de la pobreza de manera permanente. Gastar en lugar de invertir, soltar efectivo en vez de otorgar empleo fascina a corto plazo, pero se convierte en deuda impagable. La borrachera deriva en cruda. Muchas veces se ha intentado en el mundo, nunca ha dejado un beneficio permanente.

Pero si el PAN sale con que no será un regalo generalizado de dinero, es un engaño. Porque sería lo mismo que cada sexenio: cambiarle el nombre al programa gubernamental contra la pobreza. Solidaridad que se volvió Progresa que se volvió Oportunidades que se volvió Prospera.

En entrevista, Anaya argumentó que buscará financiar esta Renta “reordenando la política social” que tiene cientos de programas ocurrentes y sin supervisión. Es decir, suena a darle a la gata otra revolcada. ¿Ocurrencias? El documento oficial “Plataforma Electoral” con el que se registró el Frente ante el INE le dedica un renglón y medio de un total de 46 páginas a la mentada Renta. Renglón y medio a la “propuesta toral”.

De López Obrador se esperaría. Ricardo Anaya no calcula que al imitar al tabasqueño pierde identidad, se vuelve una mala copia que corre el riesgo de desdibujar el perfil de sí mismo que ha venido construyendo.

SACIAMORBOS. Le perdonaron todo: fraudes electorales, gobernar uno de los países más inseguros del mundo, genocidios, asesinatos, violación sistemática de todos los derechos humanos posibles, represión a opositores y periodistas… excepto que quisiera dejar a su esposa de presidenta. Robert Mugabe, en Zimbabue.

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