|ITI: Cuna de los primeros profesionistas en el Istmo

El instituto cumple 50 años de ser un impulso para jóvenes del Istmo que desean superarse y alcanzar sus sueños

Foto: Archivo/ EL UNIVERSAL
Estatal 01/10/2019 20:45 Alberto López Oaxaca Actualizada 21:15

Gabino Celaya Rasgado es un pionero, pues forma parte  de los primeros 18 mil egresados del Instituto Tecnológico del Istmo (ITI) que el 1 de octubre cumple 50 años de vida al servicio de la comunidad.  

 

En medio de largos silencios, el ingeniero cuenta que  anhelaba estudiar Medicina en la capital del estado  o en la Ciudad de México, pero la condición económica de su familia truncó su sueño: a los 10 años quedó huérfano de padre, y su madre vendía chocolate y café en la estación del tren.

“Yo le debo mucho al tecnológico, sin esa institución no sería ingeniero industrial en Producción”, asegura con orgullo. 

Gabino fue parte de la primera generación que estudió en esta institución (1972-1976) y   su paso por las aulas, relata,  estuvo marcado por la falta de dinero. 

A lo largo de sus estudios profesionales no compró un sólo libro. Hoy la historia es diferente: “Ahora sí compro muchos”, dice rodeado de novelas de Bruno Traven. 

El hombre  recuerda que mientras buscaba empleo en la Ciudad de México, ganó una de las 10 plazas para laborar en la Dirección General de Educación Superior, que disputaban 198 aspirantes, su competencia eran egresados del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). 

Posteriormente, entre 1991 y 1997, fue subdirector administrativo y académico del Instituto Tecnológico de Ocotlán, Jalisco.

Actualmente, con 42 años en activo, Gabino da clases en la que fue su casa por cuatro años: “Me gusta mucho mi trabajo. Enseñar a los alumnos no tiene precio”. 

“Ahora que estamos por cumplir 50 años de vida académica, siento orgullo por el tecnológico, me emociona estar aquí, en activo en el plantel. El ITI era un sueño que se hizo realidad y es una victoria de las familias juchitecas, cuyos hijos tienen 11 opciones de carreras para estudiar”, dice.

Una cuna de líderes

Amelia Gómez Ríos anhelaba ser abogada; sin embargo, la pobreza también le impidió viajar a la Ciudad de México o a la capital oaxaqueña y optó por estudiar la carrera de Contaduría en el ITI.

Integrante de la generación 1988-1992, Amelia cuenta que todos los días viajaba desde su natal Santo Domingo Ingenio a esta ciudad. Salía a las cinco y media de la mañana y llegaba a la seis y media. Las clases comenzaban a las siete.

Había días en que sus padres no tenían dinero para el pasaje. En diversas ocasiones tuvo que pedir prestado a una tía o quedarse en casa. 

Hija de un sastre y de una mujer que vendía carnes en las calles de esa comunidad, Amelia  logró titularse como licenciada en Contaduría y ahí, dice, empezó un nuevo reto: conseguir empleo.

Especializada en auditoría, enfrentó constantes  adversidades: “Mis primeros sueldos eran muy bajos, pero había necesidad de tener experiencia y así fui caminando hasta ahora”, recuerda la también presidenta municipal   de Santo Domingo Ingenio.

Como alcaldesa le apuesta a la juventud, ya que, refiere, uno de sus proyectos consiste en apoyarlos habilitando espacios para que vivan en esta ciudad juchiteca y eviten los gastos del traslado. 

“Es necesario que los jóvenes cuenten con todos los respaldos porque la vida de estudiante es dura. Yo la viví, en medio de la pobreza y había que levantarse a las cuatro de la mañana para alcanzar el autobús, muchas veces sin nada en el estómago”. 

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Foto: Archivo EL UNIVERSAL

Un segundo hogar 

El instituto se construyó sobre 24 hectáreas donadas por Lorenzo Carrasco, Alberto Velásquez —quien dio la mayor superficie—, Nazaria Paz,  Eufemia López, Luciano López, Simona Ortiz, Javier Girón Aquino, Micaela López Cueto, Francisco López Cheto, Francisco Luis Chiñas, Jesús Pineda López, Ana María Gómez y Coronel Anatolio Gómez, según la investigación realizada por el maestro Leonel Medina Sanmartín.

Tras el terremoto del 7 de septiembre de 2017, parte de las instalaciones que no resultaron dañadas sirvieron como refugio y albergue para unas 2 mil personas que perdieron sus casas y que por temor a las miles de réplicas buscaron cobijo.

Como parte de las celebraciones, el director Víctor Manuel Jiménez Cruz,  docentes y alumnos realizarán actividades culturales, deportivas, conferencias y talleres y concluirán con la Vela del 50 aniversario, el próximo 1 de octubre

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