Al costado poniente, la actividad tampoco cesa, pues no se ha detenido la entrada de los buques que cargan hasta mil 200 barriles de petróleo crudo o gasolina para surtir los puertos del norte. En este puerto petrolero, el único del litoral del Pacífico, nadie se detiene, ni siquiera por la pandemia.
Las brigadas de obreros limpian las bodegas de la Administración Portuaria que, desde diciembre del año pasado, dejó de pertenecer a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y pasó a formar parte del proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
Administrativamente, se labora bajo restricciones impuestas por la Federación ante la contingencia por el coronavirus. Personal del Instituto Nacional de Migración, Fitosanitario y de Sanidad Internacional, por ejemplo, aplican los protocolos ordenados por las autoridades federales.
Pero no sólo el puerto mantiene su ritmo, Petróleos Mexicanos (Pemex) adoptó medidas, como la instalación de filtros sanitarios, con el fin de mitigar contagios. Además, personal mayor a los 60 años, embarazadas y aquellos con enfermedades que inhiben su sistema inmunológico pueden laborar desde sus casas.
Mientras, en las instalaciones con más trabajadores, como la refinería Antonio Dovalí Jaime y la Terminal Marítima, personal de las áreas de Servicios Preventivos de Medicina del Trabajo, Vigilancia y Seguridad Física, con apoyo de la Guardia Nacional y la Secretaría de Marina (Semar), implementan filtros sanitarios que incluyen desde interrogatorios hasta la toma de temperatura corporal.

Afuera de las instalaciones del puerto petrolero, en la ciudad de Salina Cruz, la vida es diferente. Las calles se ven despejadas.
Que esta ciudad esté en pausa se debe a que la autoridad municipal aplicó una serie de restricciones para reducir al máximo la movilidad de las personas.
“Se ordenó el confinamiento de las personas en sus domicilios y se suspendieron todos los eventos de playa en Semana Santa”, explica el alcalde, Juan Carlos Atecas Altamirano.
Asegura que, desde que comenzó la contingencia, se reforzó la distribución de agua en las colonias altas donde no llega el servicio, por lo que a diario se entregan unos 100 mil litros.
Los dueños y choferes de los autobuses de transporte urbano se sumaron a las acciones de prevención, con tareas de limpieza en las calles, y los cobradores entregan a cada usuario un poco de gel antibacterial al subir y bajar de la unidad.
Asimismo, lo hace personal del ayuntamiento en el mercado Ignacio Zaragoza a quienes asisten a comprar sus alimentos.
En realidad, pocas personas salen de sus viviendas y lo hacen sólo para comprar lo indispensable; también se restringieron las visitas a los cementerios.
Para el servicio de inhumación, la policía vigila que solamente ingresen 10 personas. La idea, explica Atecas Altamirano, es reducir la velocidad del contagio.