“¡Pásele marchante, pásele, pásele! ¡Tenemos barbacoa, memelas, empanadas, quesadillas, qué le ofrecemos! ¡Pásele, a 10 pesos, a 10, a 10, a 10!, ¡cualquier regalo o cháchara que quiera a 10!”.

--Señora, cuánto cuesta una empanada.
--Treinta pesitos, señora, treinta, la quiere de amarillo o de verde, con pollo.
--¡Oiga, por qué tan caro!
--Pos es que tenemos que sacar para nuestras cuotas…

“Pásele, pásele!, ¡acá le vendemos la pomada milagrosa, la pomada que le cura todos los males!”… ¡A 10, a 10, a 10!, ¡todo bara-bara!”.

Los gritos son incesantes. Poca gente se atreve a cruzar en ese mundo perdido de la ciudad. Pocas ganas de agacharse a cada instante para sortear el peligro de las cuerdas colgadas de cualquier poste, árbol, pared o inmueble histórico, para amarrar las lonas del campamento.
Dos semanas completas de protesta en el zócalo. Mañana, mañana, de nuevo paro parcial de labores en escuelas de la entidad.