Miguel es parte de la segunda generación de una familia dedicada a la industria de la jarcia, actividad que vio su auge en Tehuacán, Puebla, hace más de 100 años, y que es preservada por unos cuantos negocios.

Pese a la crisis, el ánimo no decayó y con optimismo se logró una pequeña producción, de entre 2 mil y 3 mil piezas.

Además de los típicos sombreros patrios, los jarcieros actualmente tienen alta demanda de sombreros para protección solar, como el Forastero, el Saguayo y el Pescador, que son exportados a Los Ángeles, California, donde se usan para mitigar los estragos de las altas temperaturas en los campos agrícolas.