“¡Pásele!, ¿qué le damos?, ¿pan de yema?; flores, seño… dos kilos de jícama por 20 pesos”.
“Jícamas de a 10…”, de a 10 pesos, la cantidad que se volvió una medida única de pago en esta vendimia.
Aquí, el copal cuesta lo mismo que un kilo de jícama, de caña, naranja, manzana, mandarina o medidas de nueces, cacahuates y nísperos, todo al mismo precio.

Las calaveritas de azúcar o amaranto atraen a niños y adultos, les encantan desde pequeñas hasta grandes.
El aroma del copal y del incienso cubre el ambiente de plaza, de todos los pasillos del mercado.
Mujeres y hombres compran desde ramos hasta bultos de cempasúchil, de las flores de borla, angelito y de campo.
Doña Soledad Sánchez se instaló desde el viernes y en la mañana del sábado ya ha vendido 500 pesos de flores, “está despacio la venta”, dice, pero faltan aún tres días para que el martes esté abarrotado de clientes.

También los puestos de adornos y disfraces lucen, desde las catrinas hasta las figuras de monstruos o políticos, tanto mexicanos como extranjeros, los cuales llegan a costar hasta dos mil pesos.
Son vísperas del Día de Muertos; fin de mes en que Oaxaca recuperó su tranquilidad en el caso de la capital y zona conurbada, tras una semana de intensas protestas y movilizaciones. Son días de guardar y de disfrutar también en las regiones devastadas por sismos y lluvias de septiembre, donde a pesar de los daños, habría festejo y honor a los que regresan a convivir con los vivos.