El emblemático Bar Jardín que desde su fundación, en 1985, cobijó a pintores, poetas, escritores y cantantes luce triste bajo la enramada que sustituyó las paredes que el sismo convirtió en escombros la noche del 7-S.
“Viene una larga pesadilla, no solamente por el tema de la salud, sino porque la economía del Istmo se colapsará (...) Vamos a prepararnos para el peor escenario”, comenta preocupado el empresario Julio Bustillo Toledo, propietario del Bar Jardín, santuario de exposiciones y veladas culturales.
Apenas estaban superando el daño a la economía que dejó el sismo y ahora llega la pandemia: “Lo único que sabemos es que, sin apoyos gubernamentales, tendremos dificultades para pagar la renta del local, la nómina y los pagos de la energía eléctrica, el ISR, el Infonavit y del IMSS”, diagnostica el propietario del Bar Zero, Juan Zendejas.
Para el dirigente de la asociación de Profesionistas y Empresarios del Istmo (Proempi), Juan González Davar, el gobierno estatal debe mitigar las pérdidas económicas que enfrentará el sector comercial:
“En los 41 municipios del Istmo tenemos como 10 mil unidades económicas (eran 15 mil antes del terremoto), que emplean en promedio 30 mil personas que no deben ser despedidos”.
“No estamos pidiendo que nos condonen pagos, pero sí facilidades para evitar el cierre definitivo de negocios”, insiste González Davar.
Juan Gilberto Prado, presidente de la Canaco en Juchitán, explica que la situación económica se complicará: “El escenario que vivimos después del 7-S es totalmente diferente. Tras el sismo, recibimos la ayuda en despensas, se crearon las cocinas comunitarias y vivimos en albergues. Ahora es diferente, porque la orden gubernamental es que nadie salga de sus casas”, recuerda.