Después de inscribirse, realizar el curso propedéutico y comenzar las clases presenciales, se enfrentó a la desaparición de la Licenciatura de Artes sin ninguna explicación, a la imposición de llevar sólo Música, al cambio de la plantilla de profesores, discriminación, exclusión, opacidad y a su baja definitiva de la universidad, también sin causa justificada.
Este tipo de problemas no son únicos de la sede de Tlaxiaco. Otras sedes reportan despidos injustificados de profesores, falta de una programación o malla curricular, errores en los horarios de clase. En otras, como en la sede de la delegación Cuauhtémoc, donde la universidad que había se cambió para ser parte de las UBBJ, los egresados no han podido titularse y carecen de alguna documentación que acredite que estudiaron una carrera profesional.
A diferencia del resto de planteles públicos, en estas universidades, todos los servicios son gratuitos. Ni trámites de ingreso ni cursos tienen costo según el gobierno federal.
En su visita de marzo de 2021 a Oaxaca, el Presidente informó que en todo el país suman 140 los planteles de esta universidad, siendo Oaxaca la entidad con más sedes, con 18, de las cuales 11 ya construyen sus propias instalaciones.
Pero en la entidad el panorama no es alentador, pues estas escuelas han sido denunciadas por despidos injustificados de profesores, falta de una programación o malla curricular y errores en horarios de clase.

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Esta situación, que se replica en todo el país, originó que se creara la Red Nacional de Universitarios de las UBBJ, para denunciar todas estas irregularidades, y de la que ahora María de la Luz Zúñiga forma parte. En Tlaxiaco, se formó el Colectivo de Artistas Universitarios, del que ella es representante, junto con Fernando Espinosa.
En el caso de Tlaxiaco, explica, dos colectivos impulsaban cada uno la creación de una universidad de música y otra de arte. Cuando el Presidente visitó el municipio, les dijo que no podía crear dos, por lo que finalmente en la misma sede se impartirían ambas disciplinas.
“Las clases presenciales empezaron el 12 de abril de 2021. Cuando presentan a los docentes nos damos cuenta que nos estaban impartiendo puras clases de música. Varios compañeros preguntaron y nos dijeron que ahí no iba a haber Artes y que si querían estar, o de lo contrario se salieran”, relata.
Lo anterior pese a que en el listado oficial de carreras que se imparten en cada sede, el nombre de la licenciatura en la universidad de Tlaxiaco, incluye a ambas, aunque no se puede consultar el plan de estudios.
Ante las preguntas de alumnos sobre los cambios a la malla curricular no hubo respuesta y la coordinadora académica Margarita Santiago Ricárdez les respondió que tenía prohibido dar información.
Esta irregularidad sorprendió a la gran mayoría de los estudiantes, que provenían de diversas comunidades de la región mixteca de Oaxaca. Aceptaron quedarse con la esperanza de que en los siguientes ciclos escolares se añadieran las asignaturas sobre su profesión.
Pero no fueron las únicas irregularidades. Los horarios de las clases se cruzaban y los alumnos debían decidir a cuál ingresar. A los estudiantes que no tenían ningún conocimiento de música se les impuso como instrumento el piano. Las evaluaciones no eran concretas; nunca recibieron las calificaciones de sus exámenes y la comunicación con la autoridad universitaria se reducía a WhatsApp.
También siguió la represión. Fernando Espinosa Vargas fue suspendido por preguntar sobre los recursos para la construcción de la sede en Tlaxiaco, que por ahora funciona en la Casa de la Cultura y ni si quiera ha hecho público si tiene clave.
A ello, denuncian alumnos, se sumaron burlas, agresiones verbales, humillaciones, discriminación y exclusión de parte del profesor Alejandro Zamora Ortiz —quien no cuenta con cédula profesional ni título— hacia algunos de los estudiantes.
Finalmente, 38 de los 97 estudiantes fueron dados de baja sin explicación, porque no se les dio acceso a sus expedientes.
“La coordinadora manda listas de alumnos que van a recursar, que aprobaron o reprobaron, pero en ninguna aparecía mi nombre, ni el de otros compañeros. Yo pregunté y la respuesta fue que fui dada de baja por no tener el nivel”, afirma María de la Luz.
Luego le dijeron que era porque no asistía a clases, lo cual niega pues tiene pruebas para acreditar su asistencia, y finalmente, que fue porque no había aprobado el propedéutico.
A los estudiantes que fueron dados de baja se le negó la reinscripción, por lo que 16 de ellos se ampararon y el Juez Primero de Distrito de Oaxaca ordenó a las autoridades de la universidad que se les permita, pero aún están en espera de ello.