. – Construida sobre 770 hectáreas de tierras del ejido Boca del Río, la refinería “Antonio Dovalí Jaime”, cumple 46 años de generación y abasto de combustible para el país, pero en ese lapso, también ha contaminado suelo y aguas de Salina Cruz.

Desde su inauguración el 4 de agosto de 1979, tuvo una capacidad para procesar 130 mil barriles por día (BxD) de petróleo crudo. Diez años después, elevó su capacidad a 330 mil barriles por día. Sin embargo, esa capacidad se redujo actualmente a 240 mil BxD.

De acuerdo con datos de Petróleos Mexicanos (PEMEX), la refinería de Salina Cruz produce una amplia gama de combustibles y energéticos como gasolina Magna y Premium, Diésel de Ultra Bajo Azufre (UBA), Turbosina, Asfalto, Azufre, Gas Licuado, Propileno y Combustóleo.

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“Su zona de influencia abarca gran parte del territorio nacional, incluyendo los estados de Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Michoacán, Colima, Sinaloa, Sonora, Baja California Sur, Baja California y Quintana Roo”, informó la petrolera.

Actualmente, se ejecuta el proyecto de Aprovechamientos Residuales, mediante la construcción de cinco plantas, destacando una planta Coquizadora que permitirá maximizar el rendimiento del crudo al convertirlo en productos de alto valor.

En su historia reciente, la refinería registró en 2017 dos paros técnicos que le provocaron pérdidas económicas millonarias, derivado de un incendio ocurrido en junio de ese año, en el área de tanques y en septiembre, como resultado del terremoto de intensidad 8.2.

La operación de la refinería, ha provocado molestias y protestas de los pescadores, por derrames de petróleo crudo, gasolina y otros derivados del hidrocarburo, como COPE. Desde el año pasado, la refinería enfrenta reclamos de pagos de parte de los prestadores de servicios.

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