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Ella junto a otros seis venezolanos, dos mujeres y cuatro hombres, no alcanzaron a tomar el camión de media noche. Si no, hubieran sufriendo el mismo destino. Los otros venezolanos que desesperados buscaron irse no pudieron escapar de esa muerte violenta, varios de ellos llevaban varios días esperando reunir el dinero para subir a un autobús más barato, como fue el vehículo accidentado, cuyo costo, por algunas incomodidades menores estaba a mitad de precio.
“Uno está a la expectativa y en las manos de Dios, tampoco puede escaparse a su destino”,narra.

Dice que ninguna autoridad les informó nada, que ha oído que había familiares de víctimas, pero en el campamento hicieron una especie de pacto de silencio porque muchos no quieren ser deportados o seguir dando dinero a policías corruptos.
Luis viene de Zulia, Venezuela, y dice que pudo tomar el camión accidentado donde murieron otros venezolanos. “Todos o casi todos esperan esos camiones, son dos corridas nada más, cada 12 horas, los esperan porque son los baratos”,explica.
Ninguno es ajeno a los riesgos. Dice Scarlet que por eso ella dejó a su hijo de nueve años en Venezuela. “Yo quería venir primero porque sé que es peligroso, y ya después traerme a mi hijo, para no truncharle la escuela.Uno al viajar se expone, pero no puedes vivir en mi país cuando te pagan 5 dólares al mes”, relata.
Scarlet es una mujer de 28 años que luce quemada por el sol. Por ahora espera un poco de dinero para seguir a la Ciudad de México. Viaja junto a su perro, su amuleto de viaje y recuerdo de su hijo, un perro que salvo a los seis venezolanos cuando cruzaron la selva del Darién en la frontera de Panamá con Colombia, un perro que les encontró agua luego de dos días perdidos en la selva.
Todo esto cuentan Luis y Scarlet mientras la ambulancia en el Centro de Movilidad no se da abasto, niñas y niños duermen en brazos de sus padres cansados, las corridas de autobuses no se detienen y policías toman nota de qué reporteros entran y salen, y piden nombres y motivos de la cobertura. Mientras tanto circulan mensajes que advierten a los extranjeros en tránsito que tengan cuidado al abordar los camiones.
Scarlet reconoce que hay miedo y no suelta a su perro, lo único que la une al mundo luego de salir de un país en llamas.
