“Todos esperan esos autobuses porque son más baratos”, narran migrantes sobre accidente en Oaxaca

Scarlet y Luis son dos venezolanos que estuvieron a punto de viajar en la unidad que volcó y dejó 16 extranjeros muertos; cuentan que muchos tratan de ahorrar plata y esa unidad costaba la mitad de precio

“Todos esperan esos autobuses porque son más baratos”, narran migrantes sobre accidente en Oaxaca
Foto: Antonio Mundaca
Estatal 08/10/2023 11:57 Antonio Mundaca Actualizada 11:57

San Sebastián Tutla.- Scarlet Daniela llegó el 5 de octubre al Centro de Movilidad Migratoria de San Sebastián Tutla, en el área metropolitana de Oaxaca, después de 23 días de viaje desde Guasupati, Venezuela

Alrededor del mediodía de este viernes se enteró que durante la madrugada de ese día más de una decena de sus compatriotas venezolanos murieron en un accidente en la autopista que conecta a Oaxaca con la Ciudad de México

Ella junto a otros seis venezolanos, dos mujeres y cuatro hombres, no alcanzaron a tomar el camión de media noche. Si no, hubieran sufriendo el mismo destino.  Los otros venezolanos que desesperados buscaron irse no pudieron escapar de esa muerte violenta, varios de ellos llevaban varios días esperando reunir el dinero para subir a un autobús más barato, como fue el vehículo accidentado, cuyo costo, por algunas incomodidades menores estaba a mitad de precio.

“Uno está a la expectativa y en las manos de Dios, tampoco puede escaparse a su destino”,narra. 

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Scarlet Daniela dice que está aterrada, pues asegura que la información les ha legado a cuentagotas. Ella por ejemplo se enteró casi 8 horas después del accidente, alrededor del mediodía cuando una de sus amigas del campamento le dio la noticia.

Dice que ninguna autoridad les informó nada, que ha oído que había familiares de víctimas, pero en el campamento hicieron una especie de pacto de silencio porque muchos no quieren ser deportados o seguir dando dinero a policías corruptos. 

De acuerdo con testimonios recolectados por EL UNIVERSAL, es posible que los familiares de las víctimas se hayan ido por su cuenta. Incluso, los extranjeros narran que cuando se enteraron, tanto personal del gobierno oaxaqueño como del Instituto Nacional de Migración (INM) se negaron a informarles los nombres de los lesionados y fallecidos cuando se acercaron a preguntarlos. 

En el Centro de Movilidad apilados unos con otros, durmiendo en medio de la tierra y sabanas gruesas las voces se levantan de pronto. Saben poco de las noticias de México y dan vuelta entre ellos a las tragedias, porque deben de continuar con el viaje. “No son los únicos muertos, desde que llegamos a México hemos visto unos cuatro camiones que se han accidentado, unos por mucho pasaje, los otros quién sabe, al menos vimos tres accidentes cuando veníamos de Chiapas a Juchitán”,explica Scarlet. 

Luis viene de Zulia, Venezuela, y dice que pudo tomar el camión accidentado donde murieron otros venezolanos. “Todos o casi todos esperan esos camiones, son dos corridas nada más, cada 12 horas, los esperan porque son los baratos”,explica. 

Lo anterior porque los camiones de las empresas AU, ADO y otros cobran mil pesos el viaje a la Ciudad de México, mientras que los camiones que dicen “Turismo Xoxo”, como el que se accidentó, cobran sólo 500. La decisión de ahorrarse algunos pesos, explican, se debe a que varias veces han tenido que pagar cuotas o caminar por muchas horas en el Istmo de Tehuantepec, por lo que para ellos el objetivo es ahorrar plata como sea.

Ninguno es ajeno a los riesgos. Dice Scarlet que por eso ella dejó a su hijo de nueve años en Venezuela. “Yo quería venir primero porque sé que es peligroso, y ya después traerme a mi hijo, para no truncharle la escuela.Uno al viajar se expone, pero no puedes vivir en mi país cuando te pagan 5 dólares al mes”, relata.

El último accidente que Scarlet vio, narra, lo presenció después de dos horas de caminar entre Tonalá y Pijijiapan, en Chiapas, hace apenas una semana. Recuerda que sobre la carretera federal 200 murieron 10 cubanos, de los cuales al menos a cuatro los había conocido en el camino y  de cuyos restos nadie volvió a saber. 

Scarlet es una mujer de 28 años que luce quemada por el sol. Por ahora espera un poco de dinero para seguir a la Ciudad de México. Viaja junto a su perro, su amuleto de viaje y recuerdo de su hijo, un perro que salvo a los seis venezolanos cuando cruzaron la selva del Darién en la frontera de Panamá con Colombia, un perro que les encontró agua luego de dos días perdidos en la selva.

Todo esto cuentan Luis y Scarlet mientras la ambulancia en el Centro de Movilidad no se da abasto, niñas y niños duermen en brazos de sus padres cansados, las corridas de autobuses no se detienen y policías toman nota de qué reporteros entran y salen, y piden nombres y motivos de la cobertura. Mientras tanto circulan mensajes que advierten a los extranjeros en tránsito que tengan cuidado al abordar los camiones. 

Scarlet reconoce que hay miedo y no suelta a su perro, lo único que la une al mundo luego de salir de un país en llamas.

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