
“Mi acercamiento inmediato fue de manera tradicional porque aquí en estas tierras se bailan los huehuentones, los hombres que brotan del ombligo de estas tierras en las festividades de Muertos y vienen del inframundo a reencontrarse con el mundo terrenal, entonces esa parte es lo que a mí me acercó porque, al agruparse y al ir a las veladas, se ocupan máscaras”.

Amador Betanzos explica que intenta proyectar un trabajo artístico en el que se aprecie los rasgos de las personas, mostrarlas como son, sus sentimientos y una cotidianeidad de las que muchas veces no están conscientes y también, mensajes políticos.
“La gente cuando está cansada, enojada, está triste, se siente un poco agobiada. Está engañada también por la política, hay muchas expresiones de lo que la gente es y lo puedes ver en sus rasgos. Entonces, esa parte yo la capto y es el resultado de una observación que hago”, explicó.
Una de las máscaras más interesantes del trabajo de Amador Betanzos es aquella en la que sobresale una mazorca, con la que trata de reivindicar sus raíces mazatecas, el origen del nombre de Eloxochitlán y el trabajo como campesino y esa relación con la tierra.
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Desgraciadamente, menciona, las políticas gubernamentales poco a poco están desplazando el trabajo del campo y se están metiendo semillas transgénicas, “semillas que no son de acá, entonces están desplazando las semillas nativas de acá”.
Para terminar una máscara, Amador Betanzos tarda entre tres días y una semana. La madera la obtiene de árboles como el colorín, entre otras especies. El primer paso, después de cortar la madera, es orearla (ponerla al sol) mínimo cuatro días, como una forma de “curarla” para que se pueda tallar, y una vez cumplido este periodo, inicia con el labrado del diseño que dibujo antes para cada máscara.
“Depende de qué es lo que uno quiera proyectar en la madera es lo que te tardas y yo pienso que, a veces, se lleva uno más tiempo, más de lo que a veces uno gana”.

El artista, sin embargo, afirma que este trabajo no lo realiza tanto por ganar poco o mucho dinero, sino que en realidad es parte de su vida, de la conexión que tiene con la naturaleza y con la realidad, y porque le gusta, por la satisfacción, - “a veces”, acota -, de lo que hace.