Charlie y el proyecto Come libros, una búsqueda de niños lectores en comunidades Oaxaca

Desde hace 13 años impulsa este proyecto, que busca potenciar las posibilidades y la libertad de los niños, a decidir lo que les gusta leer

Charlie y el proyecto Come libros, una búsqueda de niños lectores en comunidades Oaxaca
Fotos: Juan Carlos Zavala
Más de Oaxaca 12/02/2021 12:49 Juan Carlos Zavala Actualizada 14:15

Oaxaca de Juárez.— Charlie A. Secas nació  de un accidente en lo que él reconoció como "Estocolmo de Juárez", la capital de Oaxaca, cuando una camioneta embistió a Carlos Alberto Ramírez Sorroza;  él perdió la conciencia, pero una voz logró despertarlo diciéndole "Carlitos". Así narra cómo nació Charlie A. Secas.

Hijo de una  familia de migrantes rurales —su madre de Ejutla de Crespo y su padre de Pluma Hidalgo—, en su juventud Carlos Alberto dejó atrás su carrera de economista y se embarcó  en la travesía de la literatura, pero, sobre todo, de la literatura infantil y el acercamiento de los libros a los niños, niñas y jóvenes.

Junto con Haydee Ramos, poeta y gestora cultural, en 2010 crearon la asociación civil Come Libros y Promoción Cultural, con la cual abrieron su biblioteca infantil con  el mismo nombre, y que hasta antes de la pandemia de Covid-19 brindaba gratuitamente talleres de lecto-escritura a una comunidad de 30 niños y niñas.

Dedicados al fomento de la literatura infantil y en la búsqueda de romper esquemas teóricos sobre la promoción de la lectura, también han creado libros-juguete para menores de edad  y jóvenes.

“La literatura no funciona si no hay un vínculo”, explica Charlie A. Secas, quien actualmente se describe como escritor, promotor de lecto-escritura, narrador oral, gestor cultural y cuentacuentos. Su primer libro, Vuelo cenizo, fue publicado en  2014.

Nacido en 1973, en la capital de Oaxaca, Carlos Ramírez estudió Economía fuera del estado. A  su regreso,  impartió clases en diferentes universidades, y trabajó en  varias  dependencias del gobierno local.

En 2006, año en que un conflicto político cimbró la gobernabilidad en la capital oaxaqueña, una invitación de Ernesto Lumbreras —entonces director del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO)— a impartir talleres para niños lo “salvó” de tener que decidir una posición política entre “izquierda” y “derecha”.

“Sólo me dijeron:  ‘qué onda, ¿te avientas con los niños?’, y dije sí”. Con la experiencia aprendida junto a  sus sobrinos, empezó a involucrar actividades lúdicas en su propósito de impulsar la lectura de las niñas y niños, así lo recuerda.

Posteriormente, trabajó en el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), luego fue invitado a un taller de literatura infantil de la Fundación Harp Helú, en donde ocurrió  su primer encuentro con la narración,  y también por accidente, encontró  lo que se convirtió en su oficio hace 13 años.

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Al coincidir con el inicio del proyecto de esta fundación de la biblioteca móvil, Charlie fue recomendado y contratado para coordinarla. Su primer intento en la Sierra Juárez fracasó, pero eso le aclaró muchos mitos que circundan a la literatura.

Después se hizo cargo de la Feria del Libro Infantil y Juvenil,  proceso en el que impulsó las ideas que traía consigo sobre las bibliotecas como un asunto comunitario.  Hasta que finalmente decidió impulsar su propio proyecto,  y junto con la escritora Aydeé Ramos, su esposa, crearon la asociación civil Come Libros y Promoción Cultural, en la que  empezó  a trabajar como narrador oral. Logró  tener un programa de televisión —"Lengua floja"— y  fue contratado en ferias y por universidades.

Con Come Libros, afirma, rompen con las ideas  de que la literatura va a cambiar al mundo,  que hace buenos ciudadanos o que la lectura te hace un buen hombre.

“La literatura no funciona si no hay un vínculo. La palabra se debe utilizar para crear vínculos… como una posibilidad de diálogo para conciliar el mundo en el que vivimos”, recalca.

Su intención, reafirma, es dar voz a los niños y niñas, romper con esa idea que está desde el mismo concepto de infancia en su acepción griega que significa “sin voz”: "era sin voz porque a los niños no los consideraban  útiles en la construcción de la 'polis'"; ahora, buscan romper ese esquema de educación formal, considerando que lo mejor es darles herramientas para trabajar.

“Más allá de cambiar el mundo es trabajar por la comunidad. También es desmitificar la idea de la democratización de la literatura o del arte. Lo que sí quiero es que [los niños] tengan la oportunidad de conocerlo y decidan:‘Mira, a mí no me gustó leer’, podrán decir...  que es muy diferente a decir: ‘A  mí no me gusta leer porque nunca he tenido un libro’. Nosotros creemos que las palabras  potencian las posibilidades del niño”, sostiene.

Charlie A. Secas no está seguro de haberlo logrado; sin embargo, está seguro de  que es el propósito al que se aferra cada día.

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