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Desde el comienzo de su estancia de nueve meses con la familia Salo, en Naantali, una de las ciudades más antiguas ubicada a orillas del mar Báltico, a Charly le dijeron de su gran atracción por la comida mexicana, y le pidieron que les compartiera los secretos de la cocina juchiteca y oaxaqueña.

Carlos dice que en ese momento recordó que, desde niño, antes de cumplir los ocho años, saboreaba de los platillos que preparaban sus abuelas María Luisa y Josefina, madres de sus padres Jaime López Cosme y Ana Beatriz Muñoz Valdivieso, y pintó en su imaginación cómo hacían las comidas juchitecas.
“Pensé en preparar un mole rojo de camarones”, dice Charly nueve años después de ese viaje que lo convenció de incursionar en la cocina mediante la disciplina y pasión heredada de sus abuelas.
Entonces, a su regreso de Finlandia, se inscribió en una universidad privada de la capital oaxaqueña para profesionalizar su gusto por la cocina.
Un año antes, en 2012, el joven recibió una beca de tres meses en Le Cordon Bleu París, y ahora es un reconocido chef internacional que tiene a su cargo la cocina del restaurante La Leña Brava, bajo la supervisión del afamado chef especialista en comida mexicana Rick Bayless, en Chicago, Illinois.

“Mi trabajo ahorita es entrenar a los nuevos empleados. Soy como el eslabón que une el desarrollo personal con el profesional. Como mentor trato de estimular el ánimo de ellos y generar un ambiente para que digan: ‘Me gusta trabajar aquí. Así me divierto y aprendo’”.
Les enseña a comprender las técnicas ancestrales que hay en la cocina oaxaqueña y todo México. “Qué entiendan por qué tostar o freír son procesos largos, complejos, pero al final valen la pena porque le ofrecemos al comensal una experiencia única. Hacemos de cada platillo una historia”, dice.
“Quizás no somos los mejores de Chicago, pero sí los únicos por lo que ofrecemos, como el puré de papa istmeño, con algunas variantes, más sedoso, con costilla de res cocinada 12 horas a la leña y una salsa roja de chile pasilla oaxaqueño, cebolla y queso añejo. También molito de camarón, langostino y yuca”.

“Voy cumpliendo mi meta, de ir lejos para trasmitir técnicas y recetas de la cocina istmeña. Ser chef me llena, aunque sea estresante; con disciplina y pasión, que me ayudan a cumplir mis sueños”, señala al tiempo de agradecer a sus padres por los valores que le inculcaron.