Con técnicas, sabores y recetas zapotecas, Charly, un joven chef de Oaxaca, triunfa en EU
El chef ejecutivo de Cruz Blanca, en Chicago, transmite técnicas y recetas ancestrales que hay en la cocina oaxaqueña y en todo México a los nuevos cocineros
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Juchitán.-—Con disciplina y pasión, Charly va cumpliendo sus sueños a miles de kilómetros de la tierra donde nació hace 27 años. Desde entonces, los olores y sabores de la cocina juchiteca han llevado sus pasos hacia derroteros inimaginables para su familia, que tenía la convicción de que sería un futbolista profesional.
Un año antes de ingresar a la universidad, Carlos Bladimir López Muñoz hizo maletas y se fue como invitado en 2012 a Finlandia, país donde el sol aparece después de las nueve y se oculta luego de las tres de la mañana.
Desde el comienzo de su estancia de nueve meses con la familia Salo, en Naantali, una de las ciudades más antiguas ubicada a orillas del mar Báltico, a Charly le dijeron de su gran atracción por la comida mexicana, y le pidieron que les compartiera los secretos de la cocina juchiteca y oaxaqueña.
Carlos dice que en ese momento recordó que, desde niño, antes de cumplir los ocho años, saboreaba de los platillos que preparaban sus abuelas María Luisa y Josefina, madres de sus padres Jaime López Cosme y Ana Beatriz Muñoz Valdivieso, y pintó en su imaginación cómo hacían las comidas juchitecas.
“Pensé en preparar un mole rojo de camarones”, dice Charly nueve años después de ese viaje que lo convenció de incursionar en la cocina mediante la disciplina y pasión heredada de sus abuelas.
Entonces, a su regreso de Finlandia, se inscribió en una universidad privada de la capital oaxaqueña para profesionalizar su gusto por la cocina.
Un año antes, en 2012, el joven recibió una beca de tres meses en Le Cordon Bleu París, y ahora es un reconocido chef internacional que tiene a su cargo la cocina del restaurante La Leña Brava, bajo la supervisión del afamado chef especialista en comida mexicana Rick Bayless, en Chicago, Illinois.
Sus padres cuentan que desde 2017, cuando comenzó a laborar en los restaurantes La Leña Brava y Cruz Blanca, de la misma cadena, Charly pasó de cocinero general a chef junior y ahora como chef ejecutivo tiene a su cargo el entrenamiento de los jóvenes contratados.
“Mi trabajo ahorita es entrenar a los nuevos empleados. Soy como el eslabón que une el desarrollo personal con el profesional. Como mentor trato de estimular el ánimo de ellos y generar un ambiente para que digan: ‘Me gusta trabajar aquí. Así me divierto y aprendo’”.
Les enseña a comprender las técnicas ancestrales que hay en la cocina oaxaqueña y todo México. “Qué entiendan por qué tostar o freír son procesos largos, complejos, pero al final valen la pena porque le ofrecemos al comensal una experiencia única. Hacemos de cada platillo una historia”, dice.
Cruz Blanca, explica, tiene como concepto el pasillo de humo como el del mercado 20 de Noviembre de la capital oaxaqueña, donde te sirven la charola de carnes, y Leña Brava es más casual. Ahí se cocina a base de leña en parrillas y horno. Dice que está a gusto, contento. “No hay muchos chefs que sean de Oaxaca en Chicago.
“Quizás no somos los mejores de Chicago, pero sí los únicos por lo que ofrecemos, como el puré de papa istmeño, con algunas variantes, más sedoso, con costilla de res cocinada 12 horas a la leña y una salsa roja de chile pasilla oaxaqueño, cebolla y queso añejo. También molito de camarón, langostino y yuca”.
Charly adelanta que próximamente va a preparar el mole negro, mezcla de sabores y más de 30 especias entre chiles, almendros, nueces, clavos y tomillos, heredada de sus abuelas: con el picante de la Costa y el dulzón del Istmo.
“Voy cumpliendo mi meta, de ir lejos para trasmitir técnicas y recetas de la cocina istmeña. Ser chef me llena, aunque sea estresante; con disciplina y pasión, que me ayudan a cumplir mis sueños”, señala al tiempo de agradecer a sus padres por los valores que le inculcaron.