En cambio, desde la cosmovisión de los pueblos indígenas, el Día de Muertos se refiere a varios días de fiesta, de mucha convivencia familiar y al encuentro con los ancestros, se considera una de las más grandes celebraciones para los pueblos el cual está cargada de energía. Son fechas sagradas.
“Son días sagrados para limpiarnos, convivir, perdonar y pedir que nos guíen nuestros ancestros, son los espíritus más fuertes que tenemos de nuestro linaje que ya no está. Son días de mucha fiesta, de mucha tranquilidad porque los ancestros vienen a visitarnos”, dice Ofelia Pineda Ortiz, poeta y escritora del pueblo ñu´u savi de la comunidad de El Jicaral, Coicoyán de las Flores.

En estos días, se cree que los ancestros siguen viviendo, pero en otra forma, “no como tal como estamos acá, si no en los sueños, a través de animales se hacen presentes en la vida de nosotros. Por eso son días de celebración porque no hay preocupación, ni tristeza, al menos que las pérdidas hayan sido recientes”, explica Rafael Cardoso, desde la dirección de una escuela, afirma que este año, entre las tareas de los estudiantes es ayudarles a sus padres en los quehaceres en el marco de la celebración.
En Tlahuitoltepec se acostumbra a colocar tortillas embarradas de chintextle, una variedad de chile molido.

En los pueblos triquis, los totopos son fundamentales para los altares, las mujeres triquis llegan a hacer más de 300 piezas de totopos por familia; nueve piezas acompañan cada plato de caldo de res, donde se colocan nueve platos.
Ofelia Pineda explica que en los pueblos ñu´u savi, al menos en las comunidades de Coicoyán, cada quien tiene su forma de celebrar. Por ejemplo, en Jicaral, las flores de cempasúchil se adornan en arcos, “significan la entrada o salida de las almas, como un portal a otra dimensión, para que nuestros familiares que se fueron puedan regresar a visitarnos”.
En este pueblo se adorna dos veces, “el 31 es un arco que hace alusión al recibimiento de los niños y para el día primero se hacen otros arcos grandes, pueden ser dos, tres o hasta seis arcos”, agrega la escritora.
Ofelia Pineda resalta que en las comunidades no se ven catrinas y calaveras, no al menos en estos días de celebración, aunque desde las escuelas se va integrando estas otras formas de celebrar que no es propia de los pueblos.

“En los altares se coloca una fotografía, pero tampoco es necesario, porque las familias ya saben quién les hace falta”. Lo que no falta en los altares, panteones e incluso en distintos lugares donde la persona fallecida son las velas. “Las velas representan el camino, la guía. Aunque también va a representar la esencia de uno, desde ahí los ancestros vienen a darte mensajes a través de las velas”, añade la poeta del pueblo ñu´u savi.
Para los pueblos indígenas, la muerte no es morir, si no pasar a otra dimensión y en lo que se conoce Día de Muertos, implica que regresan desde el lugar donde están, para convivir con los que estamos acá.