Día de Muertos: Fiesta de los ancestros para los pueblos originarios de Oaxaca

Los campos se envuelven de cempasúchil, el olor a copal se impregna en las casas, los arcos de flores adornan a los altares, así se respira la tradición del Día de Muertos en los pueblos de Oaxaca

Día de Muertos: Fiesta de los ancestros para los pueblos originarios de Oaxaca
Día de Muertos: Fiesta de los ancestros para los pueblos originarios de Oaxaca. Fotos: Juana García
Más de Oaxaca 02/11/2024 17:56 Juana García Actualizada 17:56

Los campos se envuelven de cempasúchil, el olor a copal se impregna en cada pared de las casas, los arcos de flores adornan a los altares, en los cementerios. Se prenden las velas, veladoras. Las familias se apuran a cocinar, son días de fiesta, de reflexión y convivencia entre los vivos y los ancestros.

Para los pueblos indígenas el Día de Muertos va más allá de las películas de Disney o de la publicidad del estado de Oaxaca, de los tours que no desaprovecha el turismo. Lejano a los significados profundos que tiene cada elemento que se expone en estos días, afuera de las comunidades el Día de Muertos se ha convertido en folklore. 

En cambio, desde la cosmovisión de los pueblos indígenas, el Día de Muertos se refiere a varios días de fiesta, de mucha convivencia familiar y al encuentro con los ancestros, se considera una de las más grandes celebraciones para los pueblos el cual está cargada de energía. Son fechas sagradas.

“Son días sagrados para limpiarnos, convivir, perdonar y pedir que nos guíen nuestros ancestros, son los espíritus más fuertes que tenemos de nuestro linaje que ya no está. Son días de mucha fiesta, de mucha tranquilidad porque los ancestros vienen a visitarnos”, dice Ofelia Pineda Ortiz, poeta y escritora del pueblo ñu´u savi de la comunidad de El Jicaral, Coicoyán de las Flores.

Al igual que para los pueblos ñu‘u savi estas fechas son sagradas, para las comunidades ayuujk se trata de fiestas a los ancestros. “Las creencias es que en estos días vienen los ancestros de visita y se les ofrece alimentos que ellos consumieron cuando estuvieron en esta vida”, señala el maestro y autor del libro ‘Wejën Kajën’, Rafael Cardoso Jiménez, de Santa María Tlahuitoltepec.

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En estos días, se cree que los ancestros siguen viviendo, pero en otra forma, “no como tal como estamos acá, si no en los sueños, a través de animales se hacen presentes en la vida de nosotros. Por eso son días de celebración porque no hay preocupación, ni tristeza, al menos que las pérdidas hayan sido recientes”, explica Rafael Cardoso, desde la dirección de una escuela, afirma que este año, entre las tareas de los estudiantes es ayudarles a sus padres en los quehaceres en el marco de la celebración.

En los pueblos ayuujk, las fiestas comienzan desde una semana antes del 2 de noviembre, se corta la flor de cempasúchil que se adorna en los altares, además de conseguir todos los ingredientes para la preparación de los alimentos tradicionales como los tamales, el tepache, elotes, calabaza, chilacayote, entre otras bebidas y platillos relacionados con el maíz, se colocan en la mesa de los altares. 

En Tlahuitoltepec se acostumbra a colocar tortillas embarradas de chintextle, una variedad de chile molido.

Para las comunidades triquis que son cercanas a los ñu´u savi, también son fechas sagradas, de mucha comida y convivencia. “Desde ahorita empiezan a venir muchas mariposas, dice mi madre que son las almas de nuestros seres queridos que vienen a visitarnos. Durante los días 1 y 2 de noviembre, nadie puede estar en las puertas, para no estorbar en la llegada de las almas”, narra una semana antes de los días de muertos, Elia Ortiz vecina de San Juan Copala.

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En los pueblos triquis, los totopos son fundamentales para los altares, las mujeres triquis llegan a hacer más de 300 piezas de totopos por familia; nueve piezas acompañan cada plato de caldo de res, donde se colocan nueve platos.

Ofelia Pineda explica que en los pueblos ñu´u savi, al menos en las comunidades de Coicoyán, cada quien tiene su forma de celebrar. Por ejemplo, en Jicaral, las flores de cempasúchil se adornan en arcos, “significan la entrada o salida de las almas, como un portal a otra dimensión, para que nuestros familiares que se fueron puedan regresar a visitarnos”. 

En este pueblo se adorna dos veces, “el 31 es un arco que hace alusión al recibimiento de los niños y para el día primero se hacen otros arcos grandes, pueden ser dos, tres o hasta seis arcos”, agrega la escritora.

Ofelia Pineda resalta que en las comunidades no se ven catrinas y calaveras, no al menos en estos días de celebración, aunque desde las escuelas se va integrando estas otras formas de celebrar que no es propia de los pueblos. 

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“En los altares se coloca una fotografía, pero tampoco es necesario, porque las familias ya saben quién les hace falta”. Lo que no falta en los altares, panteones e incluso en distintos lugares donde la persona fallecida son las velas. “Las velas representan el camino, la guía. Aunque también va a representar la esencia de uno, desde ahí los ancestros vienen a darte mensajes a través de las velas”, añade la poeta del pueblo ñu´u savi.

Para los pueblos indígenas, la muerte no es morir, si no pasar a otra dimensión y en lo que se conoce Día de Muertos, implica que regresan desde el lugar donde están, para convivir con los que estamos acá.

“La muerte es hacerse fino y desaparecer, (desaparecer físicamente y hacerse fino es hacerse tierra de nuevo). Después de la muerte hay un camino donde se cruzan ríos acompañados por el perro negro, para que pase los procesos de viaje durante el camino, de acuerdo a la palabra oral de los abuelos y abuelas de los pueblos ayuujk”, describe el autor del libro Wejën Kajën.

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