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“No me puedo concebir sin la música, es una forma de vivir, ahora que enseño es lo que yo quiero también para ellas (alumnas), este arte permite todas las emociones posibles”, dice.

Al estar frente a una agrupación musical de talla internacional, Gallardo refiere que es un gran compromiso, es mucha responsabilidad y un trabajo de varios años, pues “las chicas han entendido que trabajar y acompañarnos entre mujeres, es lo que nos ha abierto las puertas, conjuntar los esfuerzos, que sus voces y sus melodías se escuchen”, explica.
“Por mucho tiempo estuvimos calladas, en los pueblos hemos aceptado todo, ahora decimos 'aquí estamos'; a través del arte de la música, te vuelves más fuerte, te empiezan a escuchar, te empiezan a tomar con cuenta y eso es lo que estoy tratando de fortalecer; que sus voces, sus melodías y sus inquietudes se escuchen”, afirma la docente de música.

La banda femenil, bajo la dirección de la maestra Gallardo, se ha presentado en distintos escenarios internacionales como: el Lincoln Center en Nueva York; el festival del Huaso de Olmué, Valparaíso, Chile, y el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, con la cantante chilena, naturalizada mexicana, Mon Laferte.
“Las niñas lloraban cuando llegaron al Palacio de Bellas Artes, parece un sueño pero con mucho trabajo se fue logrando”.
Gallardo aún recuerda que a los ocho años inició sus clases de solfeo en el Centro de Capacitación y Desarrollo de la Cultura Mixe (CECAM), siendo una de las pocas niñas en ese momento que aprende en dicha institución musical.
“No había muchas niñas, solamente éramos tres mujeres, yo quería clases de música, aprendí solfeo y me metí a la banda, no tenía muchas nociones, pero me empecé a involucrar”, recuerda la maestra.
Una de las barreras que vivió la profesora, recuerda, es que en una época tuvo que salirse de la banda de música porque no había más niñas. “Sentía que necesitaba las clases, no dimensionaba que era algo malo no tener otras compañeras en la agrupación”, explica.
Ante el ímpetu de continuar con su formación musical, la joven pidió a su padre y al director de la institución viajar a la Ciudad de México cuando tenía 15 años. El CECAM en ese momento tenía becas para continuar su formación musical en la escuela “Ollin Yoliztli”, donde finalmente aprende a tocar el chelo.
Aún recuerda que fue también en el CECAM donde inició su labor como profesora, al impartir clases de solfeo desde 1998 al 2005. Tras culminar esa etapa inicia sus estudios en pedagogía en la ciudad de Oaxaca.
Al terminar la carrera fue cuando dio inicio a la Banda Femenil Regional Mujeres del Viento Florido, y su historia se sigue escribiendo y escuchando.