
Pero ¿en qué consiste la tradición?: Familias, empresas, comercios, dependencias de gobierno, asi como templos católicos regalan aguas de los distintos sabores en atrios, parques, calles y sitios públicos de la ciudad.
La celebración recuerda el pasaje bíblico del libro del Evangelio según San Juan, en donde Jesús, sediento, le pide agua para beber a una mujer de Samaria, quien, pese a la enemistad que existía con los judíos, sació su sed sacando aguan de un pozo.
Además de agua de distintos sabores, las y los oaxaqueños comparten nieves y también dulces regionales como barquillos, borrachitos, nenguanitos, cocadas, entre otros.

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Así se ha hecho desde entonces, reproduciendo con papel ilustrado de ladrillos el pozo y, en algunos casos, con personas representando a Jesús y a la mujer que le dio de beber.
Además, en la capital oaxaqueña la festividad se ha tornado sustentable pues tanto comercios como dependencias piden a través de redes sociales a las y los asistentes, llevar vasos plásticos desde sus hogares, para no usar desechables y así celebrar y también cuidar al medio ambiente.