México es un país con una riqueza gastronómica tan vasta como diversa. En el corazón de esta herencia culinaria, el estado de Oaxaca se distingue por sus sabores ancestrales y rituales profundamente arraigados.
Uno de los ejemplos es el caldo de piedra. Originario de San Felipe Usila, en la región de Tuxtepec, este caldo es elaborado por la comunidad chinanteca.
¿Qué es el caldo de piedra?
El caldo de piedra es una sopa cocinada con piedras ardientes. Su origen remonta a épocas prehispánicas y se atribuye a los indígenas chinantecos, quienes desarrollaron una forma primitiva y única de cocinar utilizando piedras de río, al rojo vivo, para hervir los ingredientes directamente en un tazón hecho de jícara.
Este platillo se prepara exclusivamente por hombres como una forma de honrar a las mujeres, según la tradición. Cada quien tiene una función específica: pescar, recolectar leña, seleccionar piedras adecuadas y encender el fuego.
Lee más: ¿Cómo es el chorizo oaxaqueño y por qué es un ingrediente fundamental de las tlayudas?

¿Cómo se prepara este platillo ancestral?
La preparación del caldo de piedra es todo un ritual. Los ingredientes –que incluyen pescado, camarones, jaiba, jitomate, cebolla, chile verde, epazote y cilantro– se colocan crudos en una jícara o tazón de barro. A la par, piedras blancas de río se calientan hasta estar al rojo vivo sobre una fogata alimentada con madera de encino.
Una vez listas, las piedras se introducen directamente en la jícara, provocando que el agua hierva y cueza los ingredientes en pocos minutos.
Este proceso no sólo cocina, sino que transforma: el burbujeo, los aromas intensos y el sonido del hervor forman parte de una experiencia multisensorial, profundamente ligada a la memoria colectiva de la comunidad.
¿Por qué se considera un platillo ritual?
Más allá del sabor, el caldo de piedra representa unidad familiar y sabiduría ancestral. Su preparación convoca a generaciones enteras a reunirse a la orilla del río Papaloapan, donde abuelos, hijos y nietos participan y observan. La elección de cada elemento –desde la jícara cortada durante la luna llena, hasta las piedras que resisten el calor sin fracturarse– obedece a creencias transmitidas por siglos.
Te interesa: El Pueblo Mágico de Oaxaca que elabora el pan más rico y original de México
Este caldo no solo alimenta el cuerpo, sino también el espíritu, siendo una forma de preservar la cosmovisión chinanteca.
¿Qué simboliza el uso de piedras en la cocina?
Las piedras no son un simple instrumento de cocción. Para los chinantecos, representan la conexión con la naturaleza y con sus ancestros. Se cree que las piedras blancas del río poseen la fuerza necesaria para resistir el fuego sin romperse, un símbolo de la resistencia cultural de este pueblo indígena.
La incorporación de piedras al caldo también recuerda los orígenes del fuego, cuando los primeros hombres descubrieron cómo alimentarse calentando alimentos directamente con elementos de su entorno.
¿Dónde se puede probar el auténtico caldo de piedra?
Aunque algunos restaurantes en Oaxaca intentan replicarlo, la experiencia completa se vive mejor en San Felipe Usila, en la región norte del estado. Allí, el platillo conserva su esencia comunitaria y espiritual. Quienes lo preparan no sólo cocinan, recrean un ritual cargado de respeto, dedicación y significado.
Lee más: Siete moles de Oaxaca: ¿Cuáles son y de qué están hechos?
Durante las festividades locales o visitas guiadas, es posible presenciar la elaboración tradicional y compartir la mesa con los propios habitantes, escuchando sus historias y aprendiendo sobre su cultura.

¿Por qué el caldo de piedra es patrimonio vivo?
El caldo de piedra es un testimonio de la gastronomía viva de México, un puente entre lo ancestral y lo contemporáneo. No requiere tecnología moderna ni ingredientes sofisticados, sino conocimiento, tiempo y conexión con la tierra.
Más que un platillo exótico, es una herencia que se transmite con orgullo y que invita a reflexionar sobre el valor de las raíces, la comunidad y los rituales que alimentan tanto el cuerpo como el alma.
Te interesa: La leyenda de Donají, uno de los momentos más representativos de la Guelaguetza
En un mundo donde la comida rápida gana terreno, el caldo de piedra nos recuerda la importancia de cocinar con paciencia, sentido y tradición. Este platillo no sólo se saborea: se contempla, se escucha, se huele y se comparte. Probarlo es, sin duda, una manera de acercarse a uno de los tesoros más profundos del alma oaxaqueña.