Venden casa de Juana Cata en Tehuantepec: 6.8 mdp por un pedazo de la historia de Oaxaca
En 2016 se aprobaron 18 mdp al entonces gobernador Gabino Cué para que adquiriera el chalet y lo convirtiera en un museo a la memoria de esta benefactora, lo que nunca sucedió. Más de 80 políticos sólo han pasado a tomarse la foto
Santo Domingo Tehuantepec. – La casa tipo chalet que Juana Catalina Romero construyó en 1912 en pleno corazón comercial de Santo Domingo Tehuantepec fue puesta en venta por sus herederos de la decimoprimera generación.
“Los herederos nos pusimos de acuerdo para venderla como casa, como historia y con todo el menaje. Le pusimos un precio de 6 millones 800 mil pesos”, informó María Fernanda Basich Muguiro a EL UNIVERSAL, quien dijo que tocaron muchas puertas para venderla, pero no obtuvieron respuestas.
En esa vivienda, construida al costado poniente de las vías del Tren Transístmico y que se inauguró en 1907, vivió Juana C. Romero, una empresaria, política y diplomática mexicana que apoyó con sus recursos al Ejército Mexicano durante la intervención francesa y propició la instauración de escuelas públicas en el Istmo de Tehuantepec, y quien falleció en la Ciudad de México el 19 de octubre de 1915. Con el paso de los años, el chalet comenzó a deteriorarse.
Foto: Claus Mendoza EL UNIVERSAL
La publicidad de la venta de la propiedad de poco más de mil metros cuadrados indica que ña casa cuenta con siete habitaciones y tres baños y medio. Al atajar dudas sobre la posesión del inmueble, Basich Muguiro asegura que desde hace cinco años la propiedad se escrituró legalmente en una notaría de Salina Cruz.
Actualmente, la casa tipo chalet está rodeada de comercios ambulantes donde se venden frutas, verduras, mariscos y antojitos como tacos, tostadas y garnachas. Las vías ferroviarias siguen enfrente, aunque al Tren Transístmico le trazaron una nueva ruta.
Dentro de la vivienda, hay un salón de baile cuyos ventanales verticales están cubiertas con cortinas rojas de terciopelo, mientras que del techo penden media docena de candiles de cristal tipo arañas y al fondo, un piano de cola de metro y medio con un peso superior al cuarto de tonelada.
Un salón con todo el estilo francés, y sobre el costado sur de la pared, un cuadro vertical, grande, con la imagen de Juana C. Romero, quien, fiel a su devoción católica, se mandó a construir un oratorio en el costado oriente de la vivienda, que aún se conserva con muebles originales.
La heredera de la residencia en venta, María Fernanda Basich Muguiro, lamenta que en los últimos años, más de 80 políticos, entre dirigentes partidistas y funcionarios, sólo hayan acudido al chalet para tomarse la foto, en lugar de contribuir al rescate del inmueble.
Foto: Claus Mendoza EL UNIVERSAL
En octubre de 2015, en el centenario luctuoso de Juana C. Romero, los diputados de la 62 Legislatura de Oaxaca realizaron una sesión solemne en Tehuantepec, donde se recordó que en marzo de ese año se le consideró por decreto, Benefactora de Tehuantepec.
Meses después, en diciembre de ese año, los diputados aprobaron el Presupuesto de Egresos, donde incluyeron 18 millones de pesos para que el entonces gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, adquiriera el chalet y lo convirtiera en el Museo Juana C. Romero, en 2016. Esto nunca sucedió.
Lo anterior porque el decreto 1391 de la 62 Legislatura de diciembre de 2015, firmado entre otros diputados por la entonces legisladora local Vilma Martínez Cortés, actual presidenta municipal de Tehuantepec, no fue cumplido por Gabino Cué, recuerda Donovan Rito, el entonces edil tehuano.
A siete años de ese intento por rescatar la casa de Juana C. Romero, quien benefició a Tehuantepec en el ámbito educativo, cultural y comercial, y frente al enojo y sorpresa de algunos tehuanos, el inmueble está de oferta, ante la imposibilidad de restaurarla como patrimonio histórico.
“A quien compre la casa, le entregaremos todos los bienes que están dentro, bienes que forman parte de la historia de Tehuantepec”, explica Basich Muguiro, quien admite que es doloroso desprenderse de una historia de familia, pese al paso de once generaciones.
Foto: Claus Mendoza EL UNIVERSAL