A tres años del terremoto del 7-S, en Juchitán no hay dinero para seguir levantándose

A tres años del 7-S, la reconstrucción de la ciudad es de 50%, no llegan los recursos a los damnificados y la pandemia complica aún más el panorama para miles de personas

A tres años del terremoto del 7-S, en Juchitán no hay dinero para seguir levantándose
Foto: Edwin Hernández
Municipios 07/09/2020 09:13 Alberto López Morales / Corresponsal Oaxaca Actualizada 11:36

Juchitán de Zaragoza. —A tres años de que la tierra se fracturara con una fuerza de 8.2 grados, a las 23:49 de la noche del 7 de septiembre, Marión Angélica Ferra Moreno, aún vive en un espacio improvisado. 

En su pequeña vivienda la cama, dos mecedoras, el clóset sin puerta, zapatos, dos sillas de madera y una de plástico, crean un escenario hacinado, y colorido, que se ilumina con la luz del sol, que penetra sin dificultad por donde antes estaba el techo, mismo que no resistió el terremoto y ahora muestra trozos de nubes blancas en medio del cielo azul.

Vendedora de ropa y joyería de fantasía en un tianguis que hasta antes de la llegada del Covid-19 recorría las poblaciones del Istmo de Tehuantepec, Marión cuenta que tras el sismo, el gobierno de Enrique Peña Nieto, le dio sólo 15 mil pesos por la clasificación de daño parcial de su vivienda, recursos que no alcanzaron para reconstruir.

“El año pasado vinieron unos técnicos y dijeron que van a darme otro apoyo de parte del gobierno de López Obrador, pero no me han hablado. Espero que no me olviden”, lamenta la mujer. 

 Marión no es la única persona que tras el sismo vive en espacios improvisados y que  no ha podido reconstruir su vivienda. Hay cientos o quizá miles de personas que todavía viven bajo lonas colgadas en los patios, en las tiendas de campaña o casas de lámina que donaron fundaciones extranjeras. La escena es similar en cualquier rumbo de la ciudad. Se observan casas a media construcción con puertas y ventanas protegidas con tablas o bloques de cemento.

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Foto: Edwin Hernández

Han pasado tres años desde la noche en que la ciudad fue sacudida por el terremoto que derrumbó viviendas, escuelas, edificios públicos, monumentos históricos y locales comerciales y además causó la muerte de 78 oaxaqueños, pese a ello, el Programa Nacional de Reconstrucción (PNR), que de por sí avanzaba con desesperante lentitud desde fines de 2018, con la llegada del Covid-19 suspendió sus operaciones desde marzo pasado. 

A 36 meses de aquella noche de destrucción, una como no habían experimentado los istmeños en casi 100 años, las calles del centro de Juchitán, de las colonias populares y de los barrios, aún están salpicadas de escombros y materiales de construcción como arena y grava, testimonios todos de una ciudad que aún está lejana de levantarse por completo.

Catástrofe arquitectónica y cultural

Entre las casas que aún siguen en obras a tres años del terremoto, destacan algunas que dejarán de ser viviendas para convertirse en locales comerciales, transformando para siempre la cara tradicional de Juchitán. 

“El terremoto nos dejó daños severos en nuestras vidas. Fue una catástrofe arquitectónica que se aceleró con las políticas del gobierno federal de ese momento, cuando apostaron a derribar viviendas y retirar escombros como un grosero negocio. En lugar de salvar las casas vernáculas, las tiraron”, comenta el arquitecto especialista en casas tradicionales, Elvis Jiménez López.

En su opinión, para las familias juchitecas, el terremoto fue también una catástrofe cultural porque con la destrucción de las viviendas, se extinguieron los espacios exprofesamente construidos para los rituales zapotecos como los rezos, relevo de mayordomías, velorios y fiestas. “Todos esos rituales corren el peligro de quedar en el olvido porque las casas que se empezaron a construir después del sismo, son pequeñas, bajitas y no tienen los amplios corredores”, señala.

“Antes del terremoto, te recibía la mesa del santo, la de las imágenes religiosas, donde frente a ella se sellaban los compromisos tradicionales, como los bautizos, el matrimonio y festividades de 15 años, entre otros. Ahora, lo hace el televisor”, describe.

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Foto: Edwin Hernández

De acuerdo con cifras oficiales que en su momento dio a conocee la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), el sismo colapsó en esta ciudad zapoteca unas seis mil viviendas vernáculas. La mitad de ellas, podrían haber sido restauradas, pero el gobierno federal optó por demoler todas y benefició a las grandes empresas que cobraron hasta por el acarreo de los escombros. “Fue un gran negocio”, acusa el arquitecto. 

De esas 6 mil, el especialista que sólo unas 100 casas tradicionales volvieron a recuperar su esplendor. Las demás, desaparecieron en medio del ensordecedor e incesante golpeteo de las palas mecánicas de las retroexcavadoras de llantas y cadenas. 

En total, entre Juchitán, Tehuantepec, San Blas Atempa, Santa María Xadani, Ciudad Ixtepec, Unión Hidalgo y Asunción Ixtaltepec, los municipios más golpeados por el sismo, el especialista calcula que se perdieron unas 12 mil viviendas tradicionales de tejavana.

Tres años sin hogar 

A pesar de que el gobierno de la 4T autorizó 5 mil millones de pesos del Programa Nacional de Reconstrucción (PNR), para las regiones oaxaqueñas afectadas por los sismos de 2017 y 2018, el proceso de reconstrucción no avanza como quisieran los damnificados, como reclaman los docentes y padres de familia, ni  como lo exigen las autoridades municipales, admite el diputado local, Pavel Meléndez Cruz.

Como presidente de la Comisión Especial de Reconstrucción de la 64 Legislatura, el diputado morenista dice en entrevista con EL UNIVERSAL que en sus recorridos por las zonas dañadas por los sismos, lo mismo en el Istmo que en la Costa como en la Mixteca y la Sierra Sur, enfrenta el reclamo y la molestia de los damnificados que piden la liberación de los recursos para que reconstruyan sus viviendas. 

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Foto: Edwin Hernández

Según Sedatu, explica, en el tema de vivienda hay un avance del 70%; es decir, de cada 10 personas que perdieron su casa, tres continúan sin hogar. Marión, la mujer por cuyo techo entra la claridad del medio día, es una de ellas. 

El legislador detalla que recientemente se reunió con el subsecretario de Sedatu y Coordinador del Programa Nacional de Reconstrucción (PNR), David Cervantes, quien le informó que en promedio, el proceso de reconstrucción tiene un avance del 50%. 

Donde se observan más los retrasos, explica, es en el renglón de sitios y monumentos históricos, aunque también hay lentitud en la reconstrucción de las escuelas.

Sin dinero para reconstruir 

Emilio Montero Pérez, presidente municipal de Juchitán señala que ha insistido ante la Sedatu que aceleren el proceso de reconstrucción en la ciudad, pero sobre todo que liberen los recursos a los damnificados que los siguen esperando, pues como dio a conocer EL UNIVERSAL en junio pasado, desde octubre de 2019 el dinero no ha llegado. 

“Mucha gente que ya les dieron sus tarjetas bancarias, pregunta cuándo van a depositar los apoyos para terminar de reconstruir las viviendas. También cuestionan los padres de familia y los docentes, cuándo van a terminar de reconstruir las escuelas”, dice.

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Foto: Roselia Chaca

Al inicio del 2020, cuando parecía que la ciudad recuperaba poco a poco su vida comercial, muchos damnificados hicieron un esfuerzo para dividir su antigua vivienda y abrir un espacio para un local comercial, por eso muchas de esas casas ya lucen las cortinas de acero. Fue entonces cuando llegó el Covid-19 y el confinamiento. 

Y como ya nadie se arriesga a abrir un negocio con un local rentado, no hay dinero para reconstruir, por lo que en diversas secciones de la ciudad, se aprecian los lotes baldíos protegidos por tablones.

“Muchos damnificados nos buscan para preguntar si sabemos cuándo depositará la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) o la Sedatu, son personas que desde el año pasado recibieron sus tarjetas y les dijeron en algunos casos, que les depositaría hasta 270 mil pesos, pero no han recibido nada”, lamenta Rubén Darío Hernández Simón, regidor de Obras, quien agrega que la gente está desesperada porque está pasando el tiempo y no tienen el apoyo prometido.

Eso es precisamente lo que vi vive Marión, cuya vivienda con el techo vencido y paredes cuarteadas clasificaron con daño parcial  y hasta ahora sigue esperando la ayuda de la 4T para que pueda reconstruirla. Junto con su esposo, no piensa que haya otra forma de volver a tener un hogar, porque ahora, con la pandemia, ya no hay forma de salir a vender.

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