Más Información
María logró permanecer en la Unistmo dos años, Rosa sólo uno. Actualmente continúan sus estudios en otros centros educativos de la región, recuperando la tranquilidad mental, la normalidad de sus vidas y avanzando en su preparación educativa. Y ahora que viven sin miedo han decidido mantener sus denuncias ante las instancias de derechos humanos.
El hostigamiento contra María, cuenta, comenzó desde que entró a la universidad. Sus agresores eran dos profesores de la licenciatura en Derecho.
Siendo aún alumna en la Unistmo, expuso su caso a las autoridades universitarias, pero no logró que se castigara a los profesores que la hostigaron, en cambio sí logró más presión de parte de la institución y el señalamiento de sus compañeros. Fue entonces cuando comenzó también el acoso laboral a la profesora que le brindó apoyo y acompañamiento, esto fue lo que finalmente la orilló abandonar la carrera.
Pero la violencia en su contra no paró. Ya fuera de la Unistmo, algunos de sus compañeros y compañeras se burlaban de ella en las redes sociales, así que ya viviendo sin miedo, decidió emprender la denuncia contra sus agresores, lo que desencadenó más hostigamiento, ahora en las calles.
Durante un año, Rosa sufrió un terrible hostigamiento escolar por parte de algunas profesoras, entre ellas la jefa de la carrera que cursaba, lo que le acarreó una baja autoestima y terrible depresión al sentirse humillada y menospreciada en su capacidad intelectual por aquellas que debían guiarla en su proceso formativo. Fue entonces que decidió abandonar la universidad y comenzar en otro lado.
Fuera de la Unistmo se convirtió en testigo de María, pero a ella también la alcanzó el bullying en redes sociales, porque uno de sus excompañeros tuvo acceso a la denuncia donde figuraba como testigo y la expuso ante los demás.
“Un día, un excompañero mandó un mensaje por WhatsApp en el que decía que sabía que yo era testigo, y lo supo porque el profesor denunciado le pasó el documento y nos puso en riesgo, porque hizo públicos nuestros datos. Desde que me fui de la Unistmo vivo tranquila, recuperé mi autoestima y mis ganas de seguir estudiando”.
María y Rosa se mantienen firmes en sus denuncias y agradecen el apoyo de las profesoras Virginia Ilescas y Monserrat Sánchez, quienes las siguen acompañando en su exigencia por justicia, una lucha contra la institución que ya desencadenó el despido de la primera y la reducción de horas clases de la segunda.
Rosa y María no son la únicas alumnas a las que Virginia ha acompañado en sus denuncias contra la violencia que han vivido en la Unistmo, labor por la que pasó a ser una víctima más. Otras dos alumnas, una de licenciatura y otra de la maestría de Derechos, mantienen denuncias ante la Fiscalía General del Estado (FGEO).
En uno de los casos, la dependencia informó el 10 de septiembre que Silvano “N”, uno de los profesores señalados, fue vinculado a proceso como presunto responsable de hostigar sexualmente a una de ellas, pese a ello, sigue dando clases.
En cambio, Virginia fue despedida, pese a que la defensoría advirtió a la institución sobre no violentar a la profesora ni afectar su dignidad, por lo que ahora, dijo, analiza la decisión de la Unistmo “dentro del contexto de violencia denunciado”.