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A pesar de que el Día de Muertos solía ser una gran fiesta para las familias de la comunidad, este año los festejos quedarán de lado ante la crisis económica que persiste tras el sismo del 7 de septiembre, aunado a que las personas se quedaron sin casas donde poner sus altares.

Alicia Castilla, habitante de Juchitán, cuenta que en años pasados, los pobladores planeaban la celebración desde mediados de octubre y empezaban las labores de limpieza en el panteón, sin embargo, hasta el momento el camposanto permanece como quedó después del terremoto.

Los juchitecos asistían al palacio municipal donde se instalaba un altar y se hacía una fiesta en honor a los que se fueron; ahora será diferente. Lo mismo sucedía en las casas, donde los mayores preparan lo necesario para llevar a cabo la tradición de manera prehispánica, allí se reunían para convivir y recordar a sus difuntos.

Hoy, como muchos otras familias, Rafael Cruz Vásquez explica que la suya no celebrará, pues sin casa ni dinero, sólo tienen la posibilidad de ir a misa y quizá llevar flores al panteón.

Incluso, tras el sismo, las personas tuvieron que enterrar a sus seres queridos sin flores, sin ofrendas y sin actos solemnes: “Cuando alguien se muere, se acostumbra la ayuda mutua para cubrir sus gastos”, comenta Juan López, uno de los vecinos.

Sin embargo, también muestra optimismo: “La gente encontrará los medios para rendir culto a sus muertos, aunque sea de forma limitada, porque en el Istmo de Tehuantepec, la gente es fiel a sus costumbres”.

Prevén ventas escasas. Gilberto López, propietario de un establecimiento de flores, afirma que el panorama es desconocido: “Tenemos la idea de que no será la misma venta de año con año porque la gente tiene la costumbre de hacer un altar grande, pero este año está difícil, la gente hasta se quedó sin santos”.

El comerciante cuenta que manda a traer las flores con antelación a la Ciudad de México para surtir los pedidos, actualmente, a pesar de la cercanía de las fiestas no hay ninguno.

Quienes surten de flores a la comunidad han dedicado sus viajes a transportar alimentación tradicional, ante la escasez que persiste a más de 40 días del sismo. “La única esperanza que tenemos es que Juchitán siempre ha sobresalido del comercio, esperemos que llegue la gente, porque como Juchitán no hay dos”, afirma.

Este se distingue por ser el centro comercial de los 41 municipios que conforman el Istmo de Tehuantepec y por ello, los comerciantes como Gilberto y su familia, que llevan 53 años dedicándose a la venta de flores, siguen ofreciendo sus productos.

Jocabed Toledo, vendedora de flores, menciona que la venta empieza desde el 29 de octubre, un día antes de que se ponga el altar en honor de sus familiares fallecidos. Si en la familia hay ofrenda para los niños, el culto se rinde el 30 de octubre y para los adultos, la celebración y visita al panteón se realiza el 31 de octubre.

Cempasúchil y cresta de gallo son las flores que visten las ofrendas en Juchitán, en otras poblaciones como San Blas, hay otras variedades.

Desde su perspectiva, este año será muy bajo en ventas: “Curiosamente la gente más humilde es la que hace más grande su celebración, pero si se quedaron sin casa esperamos que por lo menos vayan al panteón”, lamenta.

Explica que cuando ocurrió el temblor de 8.2 grados, mucha gente enterró a sus muertos sin flores porque no había y ahora que las cosas se han ido restableciendo, han comprado algunas para llevarle a quienes se fueron debido al terremoto.

Foto: En el Istmo de Tehuantepec, la gente es fiel a sus costumbres, por lo que encontrará los medios para honrar a sus difuntos, afirman habitantes.