En Los Chimalapas no saben nada del regreso a clases: la educación no sube selvas ni montañas

Habitantes de dos comunidades de San Miguel Chimalapa considerados “los guardianes de la selva”, desconocen el protocolo para el arranque del ciclo escolar

Foto: Roselia Chaca
Municipios 24/08/2020 09:14 Oaxaca Actualizada 11:36

Los Chimalapas.—Más de 40 kilómetros de un serpenteante camino que se sufre, recorren todos los días los habitantes de San Antonio, y otros siete más los del núcleo agrario  Benito Juárez, agencias municipales de San Miguel Chimalapa y cuyos habitantes son considerados “los guardianes de la selva”, pues han dedicado su vida a proteger los límites de Oaxaca con Chiapas, en medio de la espesura de Los Chimalapas, una de las cuatro reservas bióticas más importantes del territorio nacional y por cuyas tierras se muere y se mata. 

Son casi tres las horas de camino, si no hay lluvia, desde Benito Juárez hasta El Jícaro, agencia de  Zanatepec, y el punto que los conecta con la carretera Panamericana. Los vehículos pequeños no aguantan subir los cerros, pues las llantas patinan por la tierra suelta, por lo que las camionetas que utilizan están acondicionadas para el rudo uso cotidiano.

Es por eso que mucho antes de que un virus amenazara al mundo,  los médicos y los maestros ya lo pensaban mucho antes de subir hasta estos cerros.

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Foto: Roselia Chaca

Sin alternativas para estudiar

Valeria tiene un retraso académico muy marcado. A sus 10 años apenas y sabe escribir, a pesar de que estudia el quinto grado de primaria. No es la única. Un gran porcentaje de los niños que cursan el nivel básico en San Antonio tienen un rezago similar, que en vez de disminuir va en aumento. Según el Informe Anual sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social 2010, el rezago educativo  en San Miguel Chimalapa y sus agencias era de 32%; en el 2020 la cifra alcanza el 36.3%, muy por encima de la medición estatal que es de 27.2%.

Este rezago se agudiza con la pandemia, pues los  niños de los tres centros educativos de la comunidad, preescolar, primaria y telesecundaria, no cuentan con la conectividad necesaria para recibir clases a partir de mañana 24 de agosto, ya sea por televisión,  internet  o radio.

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San Antonio apenas tiene tres años viviendo con energía eléctrica, así que unas 50 de las 200 familias (una de cada cuatro), cuentan con televisión satelital, la única forma de que los canales lleguen hasta aquí, y cuyo costo mensual es de 230 pesos, aunque a muchas se les ha suspendido el servicio por falta de pago durante esta pandemia, debido a la falta de empleo o con quien vender sus productos del campo.

En el casos de internet, el servicio se tiene con la compra de fichas por las que se paga 10 pesos por hora y 30 pesos por 24 horas. Si la señal es estable, sirve para utilizar  WhatsApp,  Facebook y otras aplicaciones, pero ni en sueños alcanzaría para mantener activada una plataforma de videos. La señal de radio a veces llega, muy rara vez, cuando logran captar alguna estación de Chiapas o de Juchitán.

Pero incluso aunque estás opciones funcionaran en medio de la selva, las familias de San Antonio no saben nada de la estrategia nacional para el regreso a clases “Aprende en casa”. No saben que el gobierno federal pagará 456 millones de pesos a las televisoras comerciales para que transmitan contenido educativo, ni que los horarios se reparten durante todo el día y hay que estar pendientes para localizar la clase que le corresponde al alumno. 

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Foto: Roselia Chaca

Lo único que saben en San Antonio es sobre las propuestas enviadas por los maestros de la  primaria Miguel Hidalgo a los padres de familia, vía telefónica, que contempla la impresión de un guía escolar que los alumnos tendrán que contestar con la ayuda de los padres o de internet.

Esta opción, dicen los habitantes, descarta la asesoría de los docentes, aunque sea mensual, bajo el argumento de que se les tiene prohibido subir como una medida sanitaria.

“Los maestros se fueron desde el 20 de marzo, cerraron la escuela y nunca más se comunicaron hasta que uno de los integrantes del comité de padres de familia fue a la zona escolar en Tapanatepec a recoger los certificados de los alumnos y boletas. Fue entonces que nos dieron la propuesta de las guías, pero no sabemos nada en de las clases en TV, ni en qué canales ni cómo serán

“Estamos sin entender nada. Además,  las propuestas no son viables aquí. No todos tenemos tele, menos celular, así que internet ni soñarlo. Apenas y tenemos para comer”, dice molesta Adriana Miguel Jiménez , presidenta del comité de padres de familia de la primaria Miguel Hidalgo de San Antonio.

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Foto: Roselia Chaca

María García, presidenta del comité de padres de familia de la telesecundaria, que en realidad nunca ha podido seguir los contenidos satelitales, piensa igual. Comprende que la situación de emergencia sanitaria obliga a la ausencia de los maestros, pero también subraya que han fallado en muchos aspectos, sobretodo en abatir el rezago educativo, lo cual atribuye a que no se cumple con las horas de clase.

La situación en esta comunidad ha sido tal, que antes de la pandemia en asamblea se les reclamó a los docentes que sólo impartieran clases tres días y medio a la semana. 

En cuanto al acompañamiento de los padres de familia, María recuerda que en la población muchos no están alfabetizados y muy pocos tienen preparatoria, así que esto complica más la situación.

Aunque  la opción de las guías impresas que los profesores platearon a los habitantes de San Antonio es la que ven más viable para que los niños no pierdan el año, los padres temen que, al igual que al final del curso pasado, inviertan en las copias y los maestros no las revisen ni califiquen.

“Qué caso tiene que invierta 300 pesos por guía, porque es lo que nos va a costar, si al final los maestros no lo revisarán, como pasó la vez pasada, gastamos 90 pesos y ni los revisaron. Ahora, los que tienen tres hijos gastarán casi mil pesos”, dice Adriana Miguel, quien recuerda que los niños pasaron al siguiente nivel sin saber leer o escribir bien. “Pasaron a ciegas y eso no ayuda a que mejore la educación en el pueblo” agrega molesta.

A los guardianes... ¿quién los cuida?

San Antonio y Benito Juárez, las agencias de San Miguel Chimalapa, no sólo comparten y defienden con su vida uno de los pulmones de México asentado en  un territorio que habitantes de Chiapas buscan invadir al menor descuido, también viven los mismo índices de pobreza, el abandono institucional y un marcado rezago educativo y de salud que los hace mucho más vulnerable en esta pandemia.  

Para llegar a Benito Juárez, por ejemplo, primero se debe atravesar por fuerza el poblado chiapaneco Belisario Domínguez (antes Rodolfo Figueroa), el cual se considera habitado por invasores de tierras oaxaqueñas. Luego sigue San Antonio, después el ejido Díaz Ordaz, perteneciente a Cintalapa, Chiapas, y por último está el poblado que lleva el nombre del Benemérito: se trata de la población más grande de toda la franja de comunidades que se disputan estos límites.

El agotador viaje y las horas de constante zangoloteo sólo son recompensados por la fresca brisa de los pinos y el inmenso paisaje del pórtico, que lleva a uno de los más importantes pulmones que tiene el país.

Benito Juárez, según el “Informe anual de situación de pobreza y rezago social 2020” de la Secretaría de Bienestar, que se alimenta de datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), tiene un grado de rezago social muy alto y navega entre la pobreza moderada y extrema.

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Según cifras oficiales de Coneval, hasta 2017 esta lucha por sobrevivir que mantienen a diario los habitantes de San Miguel Chimalapa, incluidos los de Benito Juárez, parecía estarse ganando, pues entre 2010 y 2015 se observó una disminución en las carencias que se viven en medio de la selva, y el acceso a los servicios de salud se erigía como el indicador con mayor avance, pues en esos años se desplomó de 87% a 9.1% el porcentaje de personas que no tenían derecho a la salud. 

Pero a 3 mil metros de altura, la realidad dista mucho de las proyecciones y las estadísticas del gobierno federal, ya que en este núcleo agrario con alrededor de 600 habitantes, el centro de salud  lleva cerrado dos años, así que los pacientes graves tiene que bajar entre cuatro y cinco horas, hasta el Hospital Comunitario de San Pedro Tapanatepec para recibir atención. Los menos graves, bajan al centro de salud de San Antonio.

Esta situación se complicó más con la pandemia de Covid-19, ya que en la población comenzó a circular el rumor de personas con síntomas relacionados con la enfermedad y por lo menos dos fallecidos. 

La autoridad no puede ni confirmar ni negar la situación, pues no cuenta siquiera con un médico que dé el diagnóstico, así que los habitantes entraron  en un estado de sicosis y miedo, por lo que lanzaron un llamado de auxilio a los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) para que se reabra el centro de salud.

“No sabemos qué pasa. No tenemos la certeza de que sea o no sea coronavirus,  todo porque no tenemos un médico que nos diga. Ahora todos tenemos miedo, porque la duda está allí, de que en el pueblo ya llegó el Covid. Hemos solicitado un médico para la clínica, nos hemos cansado de pedirlo”, cuenta a EL UNIVERSAL Julio Cesar Arreola Camacho, agente municipal.

El funcionario comunitario dice que la última vez que hablaron, la Jurisdicción Sanitaria les prometió que a la siguiente semana llegaría el médico, pero que así los traen desde hace dos años. “Hoy sí nos urge la reactivación del centro de salud, porque la situación puede ser critica en esta zona”, explica.

 El centro de salud de San Antonio, a media hora de Benito Juárez, es donde llegan a recibir atención médica los  habitantes de Río Hondo, Díaz Ordaz, Nuevo San Juan y Benito Juárez, entre otras rancherías, pero este espacio carece de medicamentos básicos, por lo que a las autoridades comunales les preocupa no tener siquiera paracetamol ni naproxeno  para cuando se den los primeros casos de Covid-19.

“Afortunadamente no tenemos ni un caso en la comunidad por la gracia de Dios. Nos hemos cuidado mucho,  pero nos llegó el rumor de que en la población cercana  ya hay hasta muertos, no sábenos si es cierto, pero aquí ya se suspendieron las asambleas. Además ayuda mucho que las casas estén alejadas unas de otras, aun así tenemos  preocupación porque nuestra clínica no tiene medicamentos, el doctor hace lo que puede y con lo que tiene, por eso pedimos que nos surtan, que nos den lo básico para que se nos dé la atención durante alguna emergencia”, clama Gilberto López Ruiz, el agente municipal de San Antonio.

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