Como los hermanos Alison y Brayan —procedentes de Comayagua, Honduras—, desde la primera semana de abril también llegaron otros menores como la pequeña Marbely Paz Cruz, de cinco años, quien en compañía de sus familiares dejó la hondureña ciudad de Lempira desde hace tres meses y huyó de la violencia.
Entre 400 y 500 centroamericanos vieron en La Bestia la oportunidad para cruzar el territorio mexicano, luego de que las autoridades migratorias realizaron un operativo en la ciudad chiapaneca de Pijijiapan, antes de llegar a Arriaga, que colinda con las poblaciones oaxaqueñas de Chahuites y San Pedro Tapanatepec.
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El prelado dijo estar “sorprendido” y “preocupado” por el operativo que realizó el INM en Pijijiapan y calificó de “lamentable” la actuación de los agentes migratorios, quienes, afirmó, volvieron a aplicar las mismas prácticas contra migrantes.
Solalinde Guerra adelantó que buscará en los próximos días un encuentro con el presidente Andrés Manuel López Obrador para proponerle nuevas políticas en el tema.
“Me parece que la titular de la Segob [Olga Sánchez Cordero] es una buena persona, pero viene de la alta sociedad y no conoce el drama de los migrantes. Creo que debe crearse una subsecretaría especializada”, consideró.
En medio de las vicisitudes que enfrentan a su paso por el territorio mexicano, los migrantes volvieron a experimentar escenas del pasado.
La noche del martes, media hora después de que La Bestia salió de Ixtepec con rumbo a Medias Aguas, Veracruz, descarriló en el poblado Nizanda, sin que pasara a mayores. Las vías del tren fueron reparadas y el ferrocarril reanudó su viaje.
Sin embargo, más adelante en el poblado Tolosita —en Matías Romero, Oaxaca—, el hondureño Manuel Antonio Hernández Orellana, de 18 años, cayó y se electrocutó al chocar contra una línea de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), por lo que fue trasladado a un hospital del IMSS, pero La Bestia, sin inmutarse, siguió su viaje.