Jornaleros no irán al corte de caña en Nayarit
Cada año migraban 600 campesinos de Xadani; ahora, se quedarán a reconstruir
Por primera vez en 25 años, los jornaleros agrícolas de Santa María Xadani no irán al corte de caña a Tepic, la capital nayarita, debido a que la mayoría de ellos perdió su casa con el terremoto del 7 de septiembre.
Por estas fechas, unos 600 cortadores de caña y sus respectivas familias subían a más de 20 autobuses rentados por los dueños del ingenio Puga para llevarlos a trabajar a Nayarit, por un periodo de siete meses.
Desde el año de 1992, los campesinos de la comunidad zapoteca de Santa María Xadani comenzaron a migrar a las entidades de Veracruz, Quintana Roo, Tabasco, Chiapas y Nayarit para ofrecer la fuerza de sus brazos a los ingenios azucareros. Este año, las cosas serán diferentes.
Odelio Gómez es uno de los jornaleros que cada año se iba a la pizca de la caña. Mientras trabaja en lo que será la nueva vivienda de su hermana Rosa Elva, una de tantas damnificadas por el sismo, el hombre dice que este año no irá,pues ha decidido dedicarse a la albañilería y ayudar a levantar las casas que tiró el sismo.
Han pasado dos meses con 19 días desde la noche del terremoto y los jornaleros dejaron el machete con el que cortaban la gramínea y echaron mano de la cuchara, la pala y el pico para retomar los trabajos de reconstrucción de las viviendas colapsadas por el terremoto.
De acuerdo con cifras del gobierno municipal de Santa María Xadani, el terremoto del 7 de septiembre dañó totalmente unas 600 viviendas. De ellas, 230 han sido demolidas; un tercio de las viviendas de Xadani tiene daños totales, mientras que otras mil presentan afectaciones parciales.
Migrar para comer
Hasta 1992, los campesinos xadaneños no tenían necesidad de abandonar sus tierras, Cortaban unas 10 mil hectáreas de caña de azúcar que se molían en el ingenio José López Portillo, de El Espinal y otras seis mil hectáreas para la factoría de Santo Domingo Ingenio. Ambas refinadoras de azúcar quebraron por el olvido de autoridades y malos manejos; desde entonces, los cortadores de Xadani se transformaron en jornaleros migrantes.
Cada año familias completas, incluyendo los niños en edad escolar, partían por estas fechas al corte de caña. Los alumnos estudiaban en la modalidad de niños migrantes. Ahora los menores no tienen clases porque sus escuelas se colapsaron.
“Va toda la familia. Llevamos a nuestros hijos. Las mujeres vamos para preparar la comida, pero ahora no sabemos porque mi esposo tiene trabajo de albañil”, dice Gelasia, esposa de Jesús, uno de los responsables de juntar 20 cortadores de caña con todo y familia, quien este año está trabajando como albañil en Juchitán. No es el único.
Ahora, los cortadores aún no definen cuántos irán al corte. En estos momentos hay mucho trabajo en la región. Muchos de ellos perdieron sus viviendas y trabajan para levantarlas. Otros fueron contratados como albañiles o peones en Juchitán, El Espinal o Ixtaltepec.
Vicente López Jiménez está indeciso por el viaje. “Voy a ver si vamos al corte de caña”, dice el campesino que durante 10 años no ha faltado a la cita en el ingenio Puga. “Aquí hay trabajo en la albañilería y además tengo mi mototaxi para ganarme la vida”, explica.
La principal razón para no asistir a la cita anual con la pizca es económica. El año pasado, un cortador de caña ganaba mil 500 pesos a la semana. En estos días, como maestro albañil se gana 350 pesos por día y como peón entre 250 y 300 diarios.
Hay otras ventajas para quienes deciden quedarse y no ir al ingenio
Como albañiles o peones trabajan cerca de su tierra. Saben que la reconstrucción de las viviendas podría prolongarse por más de un año, pues sólo en el Istmo se desplomaron unas 34 mil viviendas y en Juchitán hará falta la mano de obra para levantar más de siete mil casas.
A pesar de ello, hay quienes sí acudirán a la pizca. Mientras rellena con la mezcla del cemento una columna de la vivienda que reconstruye, Humberto Ramírez Sánchez señala que él sí irá al corte de caña como lo ha hecho en los últimos 14 años.
“Pensamos salir en la primera semana de diciembre, ya llegaron los representantes del ingenio. Los responsables de cuadrillas formadas por 20 cortadores andan buscando quién van a ir. Aunque algunos cabos andan como albañiles”, comenta. Espera, dice, que se complete la mano de obra que se requiere.