Vientos, nueva desgracia para los istmeños

Rachas de hasta 200 km/hr agravan la situación de los habitantes, que tras el sismo siguen viviendo en las calles, patios o albergues, pues han incrementado las enfermedades respiratorias

Foto: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL
Municipios 29/10/2017 12:31 Alberto López Morales / Corresponsal Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 12:31

Por ratos el viento ruge, aúlla, después se oye como un lamento. Sus sonidos ahogan el ruido de los martillazos sobre los clavos para fijar con fuerza las casetas, con estructura de madera y techos de lámina. En la calle, en los patios y en los albergues, la población sufre ahora los embates del viento que rompe lonas, penetra con su aullido las casas de campaña y levanta el polvo de las demoliciones de día y noche. El viento es la nueva desgracia que golpea la salud de las familias juchitecas damnificadas tras el  terremoto del 7 de septiembre.

Su fuerte soplar levanta el fino polvo que sale por cualquier lado y penetra por la nariz y la boca de los juchitecos. Mucha gente tiene infecciones respiratorias.

A partir de septiembre y durante siete meses, esta ciudad registra los fuertes vientos que son conocidos con el nombre de “norte” porque llegan del norte del Istmo de Tehuantepec. Con la demolición de viviendas y el retiro de escombros, el viento perjudica aún más la salud.

El paso de “el norte” por la región ya causó estragos en donde se habilitó el área de atención médica, luego que el hospital civil Macedonio Benítez Fuentes se colapsó con el terremoto. Los trabajadores denunciaron que el viento  tiró varias lonas donde están los pacientes.

“No podemos seguir aquí. Primero nos pegó la lluvia y todo se cubrió de lodo, ahora el viento arremolina el polvo de los lodos”, lamentó Yolanda Sánchez Ulloa, dirigente sindical del hospital.

En la zona céntrica de la ciudad, algunas personas usan tapabocas. Cada uno cuesta un peso. El problema es que no hay en las pocas farmacias que ya abrieron, después del sismo. “Yo regalé como 300 que me habían regalado”, dijo el médico Margarito Aquino. En el hospital de su propiedad, dijo, de cada 10 pacientes que atienden, cuatro tienen infecciones respiratorias agudas. Hay quienes tienen bronquitis, laringitis, faringitis o amigdalitis.

Llegarán vientos más violentos.

Tore Knape Macías, delegado de Protección Civil de la Zona Norte del Istmo, advirtió que para noviembre, de acuerdo con los pronósticos, se esperan “nortes” más violentos que podrían superar los 206 kilómetros por hora.  En este año,  los vientos han volcado 10 camiones tipo tráiler. El último incidente ocurrió hace una semana sobre la carretera Panamericana.

Griselda Martínez Valdivieso es una de las 20 mujeres que vendían comida en el palacio municipal que se desplomó. Conocidas como “Las fonderas”, ellas habilitaron  sus fondas en el parque Charis hace una semana, aún bajo el viento.

“Claro que extraño mi puesto bajo el palacio (...) Ahora nos colocamos aquí por miedo a los temblores, pero hay mucho viento”, expresó la mujer.

La profesora Maritza Pineda no para de toser, tiene la garganta irritada. Sus vecinas que están en el albergue Morelos también tienen tos. Los seis niños que siguen bajo las rotas lonas en el patio, chorrean mocos por la nariz.

“Desde que entró ‘el norte’ todas las noches el viento golpea con furia las lonas que pusimos para protegernos del sol y de la lluvia. Parece que los fierros que sostienen las lonas se van a caer”, narró preocupada Maritza, quien ya  no quiere dormir en el patio bajo las lonas, por miedo al viento.

En las viviendas que, aún lastimadas por el sismo siguen en pie, el polvo fino que sale de las demoliciones y de los camiones tipo volteo que trasladan los escombros cubre pisos y muebles.

Comentarios